La supervivencia de la segunda águila más grande del país Spizaetus ornatus (aguilillo penachudo) -la cual se observa en los parques nacionales Tapantí y Chirripó- no está asegurada, ya que debe enfrentar el inminente peligro de la deforestación de su hábitat. (Foto P. Elizondo)
Majestuoso e imponente, así se divisa en la altura el Spizaetus ornatus, conocido como aguilillo penachudo. Sus poderosas garras le permiten atrapar y alimentarse de una gran variedad de aves, mamíferos y reptiles, convirtiéndose en uno de los máximos depredadores de los bosques densos. Desde marzo y a la fecha, se han reportado algunas observaciones de esta ave en la zona de Orosi.
En la actualidad, en la Estación Biológica de Río Macho, de la Universidad Nacional, se desarrollan varios proyectos de investigación por parte de investigadores de la Escuela de Ciencias Biológicas, uno de ellos es el proyecto: Análisis Ecosistémico para la Evaluación de la Restauración Forestal y sus Implicaciones para el Secuestro de Carbono en un Bosque Nublado, coordinado por Roberto Cordero, que en conjunto con otros investigadores desarrolla estrategias de conservación y restauración de ecosistemas, utilizando como referencia varios grupos taxonómicos de organismos, entre ellos aves, moluscos y anfibios.
El estudio de aves está a cargo del investigador Oscar Ramírez, donde ha dado seguimiento a estudios de diversidad en diferentes ecosistemas que caracterizan a la región. Las observaciones del aguilillo penachudo, les brindan a los investigadores una noción más acertada sobre aspectos de conservación y prioridades que deben tener en cuenta para la protección del sitio.
“Esta es un ave de baja población, es decir que los avistamientos son poco probables, si los estamos observando puede ser que el ave está en la búsqueda de nuevos sitios para su alimentación; y su presencia se considera como un buen indicador de la condición del bosque para su conservación, sin embargo solo se reproduce una vez al año y tiene una sola cría, lo que lo hace susceptible a desaparición”, comentó Ramírez.
A pesar de que la especie se ha observado en varias ocasiones en los alrededores del Parque Nacional Tapantí, Villa Mills, y el Parque Nacional Chirripó, solamente se han registrado dos individuos, y de acuerdo con Ramírez, no está muy claro si son una pareja reproductiva o el segundo individuo es una cría. La segunda es la tesis más fuerte porque se observa cómo uno de ellos es dominante, juega y emite un llamado en el bosque.
Los investigadores han realizado algunas búsquedas de nidos, pero hasta el momento no han sido exitosas. “Esta especie requiere de espacios muy amplios para su supervivencia, para hacer sus nidos utilizan árboles de gran altura, de entre 30 y 40 metros, cubiertos generalmente por bromelias. La hembra es quien realiza la mayor parte de la incubación (de 42 a 45 días), aunque el macho es quien provee el alimento a su pareja durante este periodo. Una vez que nace la cría puede permanecer con sus padres entre 55 y 80 días”.
A pesar de ser un ave impresionante, su permanencia no está asegurada. “Esta es y ha sido una zona susceptible a procesos de deforestación, hay árboles de madera como eucalipto, jaúl, pino y ciprés, que podrían ser aprovechados para la comercialización, es por eso que esta investigación jugará un papel preponderante en las recomendaciones para la conservación de los bosques naturales y la importancia relativa de las plantaciones”, indicó Ramírez. El proyecto también arrojará datos sobre el secuestro de carbono y la producción de biomasa.
Según el biólogo, desde ya se realizan esfuerzos con los pobladores y dueños de fincas privadas para que sigan conservando los remanentes de bosques y plantaciones que albergan esta águila y protegen las fuentes de captación de agua que abastecen la zona.
En la actualidad, en la Estación Biológica de Río Macho, de la Universidad Nacional, se desarrollan varios proyectos de investigación por parte de investigadores de la Escuela de Ciencias Biológicas, uno de ellos es el proyecto: Análisis Ecosistémico para la Evaluación de la Restauración Forestal y sus Implicaciones para el Secuestro de Carbono en un Bosque Nublado, coordinado por Roberto Cordero, que en conjunto con otros investigadores desarrolla estrategias de conservación y restauración de ecosistemas, utilizando como referencia varios grupos taxonómicos de organismos, entre ellos aves, moluscos y anfibios.
El estudio de aves está a cargo del investigador Oscar Ramírez, donde ha dado seguimiento a estudios de diversidad en diferentes ecosistemas que caracterizan a la región. Las observaciones del aguilillo penachudo, les brindan a los investigadores una noción más acertada sobre aspectos de conservación y prioridades que deben tener en cuenta para la protección del sitio.
“Esta es un ave de baja población, es decir que los avistamientos son poco probables, si los estamos observando puede ser que el ave está en la búsqueda de nuevos sitios para su alimentación; y su presencia se considera como un buen indicador de la condición del bosque para su conservación, sin embargo solo se reproduce una vez al año y tiene una sola cría, lo que lo hace susceptible a desaparición”, comentó Ramírez.
A pesar de que la especie se ha observado en varias ocasiones en los alrededores del Parque Nacional Tapantí, Villa Mills, y el Parque Nacional Chirripó, solamente se han registrado dos individuos, y de acuerdo con Ramírez, no está muy claro si son una pareja reproductiva o el segundo individuo es una cría. La segunda es la tesis más fuerte porque se observa cómo uno de ellos es dominante, juega y emite un llamado en el bosque.
Los investigadores han realizado algunas búsquedas de nidos, pero hasta el momento no han sido exitosas. “Esta especie requiere de espacios muy amplios para su supervivencia, para hacer sus nidos utilizan árboles de gran altura, de entre 30 y 40 metros, cubiertos generalmente por bromelias. La hembra es quien realiza la mayor parte de la incubación (de 42 a 45 días), aunque el macho es quien provee el alimento a su pareja durante este periodo. Una vez que nace la cría puede permanecer con sus padres entre 55 y 80 días”.
A pesar de ser un ave impresionante, su permanencia no está asegurada. “Esta es y ha sido una zona susceptible a procesos de deforestación, hay árboles de madera como eucalipto, jaúl, pino y ciprés, que podrían ser aprovechados para la comercialización, es por eso que esta investigación jugará un papel preponderante en las recomendaciones para la conservación de los bosques naturales y la importancia relativa de las plantaciones”, indicó Ramírez. El proyecto también arrojará datos sobre el secuestro de carbono y la producción de biomasa.
Según el biólogo, desde ya se realizan esfuerzos con los pobladores y dueños de fincas privadas para que sigan conservando los remanentes de bosques y plantaciones que albergan esta águila y protegen las fuentes de captación de agua que abastecen la zona.