A partir del lunes 5 de agosto, la UNA tiene la posibilidad de revisarse y quizá de transformarse a sí misma, al reunirse por cuarta vez en sus 40 años como Congreso Universitario.
Once años después de haberlo intentado, en un III Congreso que no llegó a finalizar al perder el quorum, 676 integrantes de la comunidad universitaria asumirán esta vez el reto de buscar consensos y lograr acuerdos que promuevan el cambio, o bien, ponderar si lo mejor es dejar intacto el Estatuto Orgánico actual. Se abre así una oportunidad para mejorar en temas clave, como por ejemplo, en rendición de cuentas, desconcentración y delegación de funciones, entre otros que ha detectado la misma comunidad universitaria.
A partir de este lunes 5 de agosto, la Universidad Nacional (UNA) tendrá la posibilidad de de revisarse y quizá de transformase a sí misma, cuando por cuarta vez en sus 40 años se reúna como Congreso Universitario; esta actividad podría extenderse hasta el 14 de agosto.
Para este IV Congreso Universitario, el movimiento estudiantil inscribió casi el 90% de sus representantes (239 de 266), los académicos 210 integrantes y los administrativos 227 miembros. Se superó en más de un 100%, el mínimo que establece el Estatuto Orgánico actual, en su artículo 20, para constituir esta instancia.
Las cifras anteriores, según Hernán Alvarado, coordinador de la Comisión Organizadora, revelan que “esta Universidad puede estar orgullosa de su reserva ética”, si se considera “el resultado frustrante del III Congreso, el malestar de muchos con el rumbo que han tomado las cosas, la desconfianza imperante, la transición generacional que atravesamos desde hace años, así como las múltiples señales de pasividad, anomia y apatía, por un lado, y de cruda conflictividad por el otro; además de los pocos recursos con que hemos contado en lo relativo a comunicación”.
Alvarado valoró positivamente la constitución de la Asamblea Universitaria, por ser el Congreso Universitario la instancia más democrática que previó el Estatuto Orgánico actual. “Después de la experiencia del III Congreso, la Universidad había perdido el camino, no había encontrado el motivo y la vía para volver a reunirse bajo la forma de un congreso. Si hoy lo hemos logrado, después de tantos esfuerzos, es gracias a la voluntad y colaboración de las personas que, con diversos puntos de vista, están dispuestas a sentarse a dialogar sobre el futuro de nuestra institución”, indicó.
De hecho, para que este congreso fuera posible, se debieron ampliar los períodos de cierre de inscripción de participantes, particularmente para los estudiantes, quienes afrontan dificultades de organización en la actual coyuntura, así como para la presentación de ponencias de los tres estamentos (académicos, administrativos y estudiantes).
Para este congreso se registraron 90 ponencias, las cuales pueden ser consultadas en el sitio web del Congreso Universitario: http://www.congresouniversitario.una.ac.cr/, bajo el enlace “consultar ponencias”, que aparece en el menú principal.
Algunas de estas ponencias son excluyentes entre sí, como por ejemplo una que plantea la necesidad de incluir el lenguaje inclusivo dentro de la norma estatutaria en contraposición de otra que plantea razones de peso “para no aceptar la obligatoriedad de contrariar el sistema de géneros gramaticales del español”, u otra que plantea una estructura totalmente nueva en donde se eliminan las facultades o bien una que propone una reforma estatutaria alternativa a la que consensuó la Comisión Organizadora del IV Congreso.
Otras ponencias son complementarias, como las que amplían o modifican los alcances de algunos artículos que contiene el anteproyecto de Reforma de Estatuto Orgánico y que servirá de base para la discusión. Y también se presentan ponencias con artículos totalmente nuevos, como el principio de que haya un 40% de mujeres en los diferentes órganos e instancias, la autonomía financiera del movimiento estudiantil u otra que propone que los cargos administrativos también se designen por elección, entre muchas otras propuestas.
La expectativa, además de generar el diálogo universitario alrededor de la reforma general estatutaria, es obtener un acuerdo sobre el proyecto que deberá conocer, en un segundo momento, la Asamblea de Representantes y aprobar o no, posteriormente, la Asamblea Universitaria.