El escritor y académico Carlos Rubio abrió el segundo ciclo lectivo en el CIDE con una conferencia sobre literatura infantil.
Con la conferencia “Literatura infantil y juvenil, encuentros y desencuentros con una definición”, el escritor y académico universitario, Carlos Rubio, abrió el segundo ciclo lectivo en el Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE), el 21 de agosto pasado.
Autor de libros infantiles como “La mujer que se sabía todos los cuentos” y “Pedro y su teatrino maravilloso” y promotor del placer por la lectura, Rubio es un convencido de que “la literatura infantil es ante todo una obra de arte”.
Coincide con la frase del escritor español Juan Ramón Jiménez en que “el libro es bello, sin otra utilidad que la belleza”, y añade que aunque éste puede llevar a la reflexión y como extra al aprendizaje, esa no es la intención del libro infantil.
Se trata de que los niños disfruten del placer de la lectura, de manera que el libro infantil no debe estar adherido al curriculum escolar. “El autor actúa como artista, no como educador”, subrayó Rubio, quien considera que autor y niño se conectan porque todo artista es un poeta que juega y todo niño es un poeta. El reconocido escritor considera que el libro infantil debe captar la atención de todas las personas, de 1 a 88 años.
Promotor del placer de la lectura entre los niños y de la animación a la hora de contar cuentos, Rubio asegura que los niños tienen “sensibilidad seleccionadora” y por lo tanto, el reto no es qué contarles, sino cómo contarles.
Lamentó algunos vicios de la llamada literatura infantil, entre los que destaca: el aniñamiento (uso de diminutivos), el didactismo –tratar de enseñar, en vez de dejar soñar-, y la cursilería. “A los chiquitos no les gusta que les hablen así, sino con respeto”, advierte el autor.
Con el auspicio del Ministerio de Educación Pública, Rubio ha contribuido a implementar “rincones de cuentos”; es decir, ambientes motivadores de la lectura, en distintas escuelas públicas del país. Para 2014, espera establecer un rincón de cuentos en Talamanca, con el apoyo de la División de Educación Rural del CIDE de la UNA y de la Universidad de Costa Rica.
Además, libros de su autoría son leídos por escolares en Guatemala y han sido expuestos en ferias internacionales.