Veinticuatro indígenas de distintos pueblos originarios de la zona sur hicieron realidad su sueño al obtener su título profesional, el pasado sábado 18 de mayo en el auditorio del Campus Coto de la UNA.
“Provengo de una familia de artesanos donde mis padres no saben leer ni escribir, a pesar de eso, nos sacaron adelante con la venta de jícaras y nos motivaron a estudiar”, con esta frase es como María Adelita Lázaro, madre de tres hijos y originaria de la reserva indígena Curré, en la región Brunca del sur del país, resumió parte del largo camino recorrido para convertirse hoy en diplomada en educación rural. Esta es solo una de 23 historias más de lucha, sacrificio, esfuerzo y perseverancia que obtuvieron su título.
El pasado sábado 18 de mayo del 2018, 24 estudiantes de distintas poblaciones indígenas de la zona Sur, recibieron en el auditorio Ramón Cabezas Donaire del Campus Coto de la Universidad Nacional (UNA), el título que los acredita como diplomados en Educación con énfasis en Educación Rural I y II Ciclos, como parte de la carrera de Licenciatura que desde el 2016 imparte, la División de Educación Rural (DER) del Centro de Investigación y Docencia en Educación (Cide) de la UNA.
Este grupo es uno de los más diversos de la DER desde lo intercultural, pues comparten procesos de aprendizjae, personas de cinco pueblos originarios del país: Ngäbes, Brunkas, Teribes, Bribris y Cabécares. Vienen desde Salitre, Cabagra, Ujarrás, Térraba, Curré y Boruca de Buenos Aires de Puntarenas, así como de la Casona de Coto Brus y de territorios indígenas del cantón de Corredores como Altos de San Antonio, Abrojo, Comte e incluso desde la lejana zona de Punta Burica.
Esfuerzo sin precedentes
Otro espejo de perseverancia es el de Reynaldo Sánchez, habitante de Alto de Guaimí, Punta Burica, quien destacó que al principio fue muy difícil asistir a las lecciones los sábados, en el Campus Coto de la UNA, ya debido a un serio problema renal tuvo que abandonar su región y trasladarse a vivir a la zona fronteriza. Esto joven padre de un hijo, comentó que antes de ingresar a estudiar se dedicaba a las labores del campo y trabajar con una asociación.
Sobre la formación que les brinda la UNA, Sánchez destacó que es una gran oportunidad para progresar y a la vez educar a los habitantes de los territorios indígenas, por lo que espera continuar con el desarrollo de sus estudios en educación rural.
Un reflejo de disciplina y dedicación es Cecilio Caballero, conocido como Kanaky, originario de la reserva indígena de Punta Burica, el cual comentó que estudiar requiere fuera de su región requiere de un enorme sacrificio, porque aparte del cansancio y las inclemencias del tiempo, los recursos económicos suelen limitarse.
“De Punta Burica a Paso Canoas debemos recorrer un camino para caballos de ocho kilómetros ingresando por el sector panameño de Armuelles y así arribar a Canoas entre dos y cuatro de la tarde; eso depende si el río está o no crecido, porque sino debemos dormir en el camino o esperar varias horas hasta que baje el nivel del agua. Igual sucede los domingos, cuando volvemos a la comunidad, procuramos salimos a primeras horas del día para tratar de llegar casi en la noche a Punta Burica y dependiendo del clima, muchas veces llegamos el lunes”.
De la misma forma, su hermano Alfilio Caballero debe afrontar ciento de obstáculos para alcanzar sus metas académicas, más la obligación de cumplir con sus trabajos como Asistentes Técnicos de Atención Primaria de Salud del Ministerio de Salud (Ataps).
Alfilio comentó que desde niño siempre le gusto estudiar, para algún días llegar a ser agente de cambio en la sociedad . “Pienso llegar a la cima no para figurar, ni para competir, sino para superarme y hacer la diferencia dentro de la población indígena de la cual provengo”.