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Criterios


Caficultores en crisis: nuevos rasgos de su vulnerabilidad

*Rafael A. Díaz Porras

Las noticias recientes respecto a los problemas que tienen los productores de café para hacerle frente a los pagos de sus deudas muestran un rasgo significativo asociado con el hecho de que las voces se alzaron desde la región de Los Santos.

Se trata de la zona que aporta más a la producción nacional, la que disfruta de un reconocimiento nacional e internacional por la calidad de su fruto y la que ha experimentado cambios en su estructura productiva, por incorporar de manera creciente conocimiento e innovaciones.

En ella se da una creciente participación de nuevos engranajes productivos con micro beneficios, que tuestan y empacan el café, de la mano con el avance hacia la modalidad de las cafeterías y la vinculación con la actividad turística. Estos son rasgos que también se encuentran, con diferentes énfasis, en otras regiones cafetaleras y muestran las ventajas que tiene esta actividad para el desarrollo en las zonas rurales.

Como es costumbre histórica, cuando se oye de problemas en el sector cafetalero se voltea la mirada hacia los precios internacionales del grano, frecuente origen de presiones para el sector. Sin embargo, en esta oportunidad no se presentan estos cambios turbulentos con efectos drásticos sobre los caficultores.

En esta oportunidad el choque sobre la estabilidad financiera de los productores tiene una fuente más que inesperada: la apreciación del colón, o sea, el abaratamiento del precio de los dólares, que, en las condiciones actuales, ha significado una disminución drástica en los ingresos de los productores, situación propia de economías con fortaleza económica, donde los precios internacionales no son la fuente central del problema.

La discusión sobre el manejo de la política cambiaria por parte del Banco Central muestra varios aspectos, que para la actividad cafetalera abren nuevas vulnerabilidades. Pareciera cierto que la economía nacional ha generado suficiente dinamismo e ingresos en dólares por las actividades vinculadas con las cadenas globales de valor centradas en servicios y manufactura de mayor complejidad. Es una característica de éxito de la economía, que va en contra de actividades agrícolas de exportación como el café, que, aunque haya logrado un grado de distinción internacional, les vulnera su rentabilidad.

Sin embargo, las acciones tomadas por el Banco Central, al argumentar que existe un mercado cambiario, sin reconocer que su posición como comprador influyente ha empujado el tipo de cambio hacia la baja, ha generado inclemencia en contra del sector cafetalero.

¿Y debe pensar el Banco Central en sus impactos sobre los sectores económicos? Claramente no debe incidir sobre la rentabilidad específica de un sector por medio del tipo de cambio; sin embargo, no puede dejar de lado el hecho de que sus políticas, en los términos en que las ha conducido, han deteriorado posiciones de sectores exportadores como el café. El tema no es ganar competitividad per se por aumentos en el precio del dólar, sino que la forma de conducir la política cambiaria afecta la competitividad real de los sectores productivos.

Este es el caso del sector cafetalero, que le ha apostado a la calidad, que ha tenido importantes primas en los mercados internacionales, que logra acceder a nichos de café gourmet, en procesos de mayor sostenibilidad ambiental, social y económica. No obstante, su solvencia competitiva enfrenta nuevos retos en este contexto.

Los aspectos de diferenciación del café costarricense, resultado del funcionamiento de cadenas de valor, en los cuales se obtienen altos niveles de calidad, tienden a ser alcanzados por otros países que habían mostrado rezagos. Ello se ha reflejado en una presión por disminuir las primas obtenidas por el café costarricense.

Alineado con lo anterior, el poder adquisitivo de los consumidores en los principales países compradores de café se ha reducido. La seguidilla de crisis en los mercados desde la pandemia, la invasión en Ucrania, la inestabilidad política en el Medio Oriente, y en general la tirantez geopolítica, ha repercutido en la industria del café, con cambios en patrones de consumo. Las industrias tostadoras están buscando orígenes más baratos del grano, lo cual está afectando a países como Colombia y el nuestro.

Para la actividad cafetalera costarricense se plantean retos que le permitan sostener sus niveles de competitividad basados en calidad, incluir nuevos elementos de diferenciación asociados con el desarrollo de productos de la bioeconomía sustentable y avanzar en los procesos de industrialización. Pero para ello se requiere que la política macroeconómica no vulnere los esfuerzos productivos.

*Catedrático del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (Cinpe) de la Universidad Nacional.

Foto: vecstock/ freepik.es