Por: Andrea García Rojas
Investigadora LEMACO, Escuela de Ciencias Biológicas
La producción masiva de plástico, su uso y desecho, ha generado a lo largo de muchísimos años, una problemática de contaminación en los océanos. Si bien esta polución es visibilizada ante los crecientes mares de plástico o la abundancia de basura en las costas, hay una problemática que no es tan evidente al ojo humano, los microplásticos (MP). Estas partículas “son piezas de plástico extremadamente pequeñas, manufacturadas como tal o resultante de la fragmentación de plásticos más grandes, no soluble en agua y muy poco degradables” (RAE, 2024). La comunidad científica ha establecido los microplásticos como aquellas partículas que presentan un tamaño entre 5 milímetros y 1 micra. Estas partículas se pueden clasificar en MP primarios, que son aquellos que se desarrollan como micropartículas propiamente, y los MP secundarios, que surgen de la degradación mecánica, calórica, ambiental, entre otros, de macroplásticos. En ambientes marinos, la irradiación solar, la mecánica del oleaje, el viento, entre otros fenómenos, favorecen la fragmentación de los plásticos en las micropartículas.
Debido a su tamaño, los MP se pueden distribuir en todo el ecosistema marino y terrestre. En la columna de agua los encontraremos desde las profundidades marinas hasta las aguas superficiales. Esta distribución hace que los MP interactúen en todos los niveles tróficos de la cadena alimenticia marina; es decir, pueden ser parte de los productores primarios, conforman e interactúan con comunidad de organismos fotosintetizadores marinos, las microalgas, que son tan pequeñas que no vemos a simple vista, pero que al igual que las plantas, captan la luz y generan oxígeno, hasta llegar a grandes depredadores que consumen organismos que se alimentaron de otros especímenes que en algún momento comieron microalgas y microplástico. Por ello, desde un organismo tan pequeño como un camarón microscópico hasta una ballena azul, pueden acumular MP.
La presencia de MP en el medio marino puede generar diferentes afectaciones tanto a nivel biológico como ambiental. Por ejemplo, se da el fenómeno de la bioacumulación, el cual es el proceso de acumulación de sustancias en organismos vivos, de forma que estos alcanzan concentraciones más elevadas que las concentraciones en su medio o en los alimentos. Se ha encontrado que el zooplancton puede llegar a alimentarse indiscriminadamente de MP simplemente porque el tamaño puede ser similar al de las partículas alimenticias que normalmente encontraría en el medio. Y el zooplancton es una de las fuentes principales de alimentación de las ballenas, por lo que, si estos pequeños animales acumulan partículas de MP, la ballena acumulará todo lo que tengan los millones de organismos que consuman.
También se ha encontrado que la acumulación de plástico puede generar inanición y desnutrición en los organismos, porque no aportan ningún nutriente al crecimiento de los especímenes que lo consumen.
El Laboratorio de Estudios Marinos Costeros de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (LEMACO-UNA), estudia el problema de los microplásticos en nuestros ecosistemas con el objetivo de evidenciar la presencia de los microplásticos en organismos y ambientes marinos para así generar evidencias que se espera incidan directamente en los tomadores de decisiones.
Este 2024 será un año dedicado a articular y desarrollar acciones rumbo a la III Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre el Océano (UNOC25), a realizarse en Francia en junio de 2025, donde Costa Rica será coanfitrión.
La Comisión UNA por los Océanos, prepara agenda de actividades durante este primer semestre del año, que incluyen el dar a conocer los proyectos relacionados con el océano profundo, la contaminación por microplásticos, áreas de conservación, erosión costera y presencia de algas tóxicas, entre otros.
Fotos: Cortesía Lemaco