*Ronaldo Rosales Mendoza
La contabilidad mantiene una estructura basada en mostrar el rendimiento de las entidades, de cómo estás pueden y deben maximizar las utilidades a partir del máximo aprovechamiento de los recursos y minimizar los costos o gastos.
Desde esta óptica, la contabilidad ha sumado a la producción de bienes y servicios para una sociedad altamente consumista; sin embargo, el incremento de los eventos extremos, producto del cambio climático y el calentamiento global, llevaron a la humanidad a hacer un alto en el camino y a tomar medidas para reducir el impacto antropogénico en el ambiente.
Es ahí donde surgen las Normas Internacionales de Información Financiera de Sostenibilidad S1 (sostenibilidad) y S2 (clima), propuestas por la Fundación de Estándares Internacionales de Reportes Financieros (IFRS) como respuesta a la presión medioambiental ejercida con mayor ímpetu desde el tratado de Brundtland (1992).
Estas gestiones evolucionaron, en el 2014, cuando el IFRS, en conjunto con el Consejo Internacional de Normas de Contabilidad IASB (International Accounting Standards Board), realizaron el llamado para que los profesionales en ciencias contables se pronunciaran sobre su participación en los asuntos ambientales.
Fue así como en 2022 se publican los borradores de los requerimientos generales para la información a revelar de la S1 y S2. La intención era que en un inicio las grandes entidades participantes de la Bolsa de Valores pudieran exponer de manera homóloga su desempeño en materia de sostenibilidad.
No obstante, las interpretaciones y discusiones por parte de los usuarios se volvieron cada vez más turbias por la falta de definiciones claras, de indicadores de desempeño, técnicas, procedimientos y hasta formas de presentación en el informe financiero. A pesar de ello, siempre ha existido voluntad en el cumplimiento de la propuesta, y cada empresa, a su manera, presentaba lo que consideran pertinente, de ahí que el profesional contable y el auditor se encuentren en una encrucijada ética, sobre cuánta información debe revelar, que a su vez no afecte la posición de la entidad en el mercado.
La interpretación de la palabra sostenibilidad en el idioma español, para algunos tiene que ver con la permanencia de la entidad en el mercado (visión económica). Pero para otros responde más bien a cómo sostener cíclicamente el negocio en marcha sin agotar los recursos que lo sustentan o sostienen.
En cambio, en los idiomas ingles o portugués no existe contradicción. Ambos usan la palabra sustentable, tanto para referirse a la sostenibilidad como a la sustentabilidad. De hecho, el concepto es integral y se aborda con esa responsabilidad social empresarial de disfrutar de los recursos en el presente sin comprometer a las generaciones futuras.
Es importante destacar que el capítulo ambiental aún no forma parte del informe financiero. Se le trata como un informe adicional e inclusive como anexo con informaciones cualitativas y numéricas cuando se refiere a cantidades; sin embargo, está práctica está por cambiar con la intención de la inclusión de las S1 y S2. La razón es la gran cantidad de entidades que enfrentan juicios ambientales, que las colocan en riesgo de continuidad de los negocios, además de una sociedad cada vez más exigente en la rendición de cuentas y transparencia en esta materia.
Las empresas grandes, medianas, pequeñas y hasta micro realizan una serie de inversiones en prevenir, mitigar, administrar, compensar, y hasta transferir los impactos relacionados con su operación en el ambiente.
Todas esas acciones son medibles. Además, se pueden revelar en unidades monetarias, en vista de que en la actualidad esta información forma parte de las cuentas contables tradicionales como gastos administrativos, financieros, de operación o producción y hasta de mercadeo y ventas, lo cual presenta la oportunidad para incluir una cuenta incluso departamental de gastos e inversiones ambientales.
La propuesta facilita que, con solo un golpe de vista de la lectura de los informes financieros se pueda entender e interpretar el compromiso de una institución con el clima y la sostenibilidad, o sea, que se trate de una entidad sustentable, comprometida con el disfrute del uso responsable de los recursos, que se alinea además con el compromiso de las Naciones Unidas de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El impacto en las pequeñas y medianas empresas al adoptar las normas propuestas las inserta en un mercado competitivo y diferenciado de clientes con sensibilidad ambiental, con posibilidades de alianzas estratégicas que facilitan incursionar en mercados internacionales, donde los términos de referencia de entrada y salida de productos y servicios exige la transparencia y rendición de cuentas, tanto del encadenamiento productivo como de la empresa, en una relación de 360 grados de cumplimiento de los compromisos ambientales y su aporte al cumplimiento de los ODS.
*El autor es académico de la Escuela de Administración de la Universidad Nacional (UNA).