*Róger Andrés Castro Fernández
El pasado 5 de agosto, el bajo desempeño de ciertas estadísticas provocó un ajuste de mercado en la bolsa de valores en los Estados Unidos, producto de la brecha entre las expectativas y la dinámica del sector real de la economía. De acuerdo con la Bolsa de Nueva York (NYSE), el índice Dow Jones perdió más de 1.000 puntos y el S&P 500 un 3%, lo que representa los peores días para ambos índices desde setiembre de 2022.
La caída de los mercados podría justificarse por distintos factores: desde las preocupaciones sobre la economía en Estados Unidos y la aparentemente lenta respuesta de la Reserva Federal (debido a los ajustes del precio del dinero en el corto plazo), hasta la reversión de contratos futuros en monedas distintas al dólar, lo que genera preocupación sobre los ingresos de algunas empresas industriales y tecnológicas.
Concretamente, durante abril y mayo de 2024 se generaron expectativas sobre el nivel de empleo y la dinámica económica para los siguientes tres meses (mayo, junio, julio); sin embargo, a inicios de agosto, las cifras esperadas y las observadas (cifras oficiales) presentaban brechas importantes, aunado a un abanico aún amplio de escenarios en temas impositivos, de migración, gasto o inversión social, presupuestos para obra pública, cambio climático, inversión en energías renovables y la educación primaria, que genera incertidumbre sobre el comportamiento futuro de los mercados.
Pero, ¿por qué la incertidumbre no ha mermado en los últimos dos meses? La razón principal ha sido la salida de Joe Biden de la carrera a la Casa Blanca para un segundo mandato, lo que trajo inicialmente dudas de la persona que lo sustituiría, de la fórmula presidencial de su sucesora y la postura en muchos temas que ya anteriormente Biden había dado a conocer, como por ejemplo:
· El plan de gasto social de 1,75 billones de dólares.
· La expectativa de inversiones de lucha contra el cambio climático mediante un presupuesto de 550 mil millones de dólares.
· La intención de gravar con un aumento del 5% en los impuestos para las personas con ingresos mayores a los 10 millones de dólares y un 3% más a aquellos que tengan ingresos superiores a 25 millones de dólares.
Como el comportamiento de algunos podría motivar a otros a una conducta racional o irracional, sumado a que medios de comunicación anunciaban la posibilidad de que la economía estadounidense se encontraría en una recesión, ambos motivos provocaron que miles de inversionistas vendieran sus acciones en forma masiva y causaran lo más parecido a una estampida bursátil, porque el temor se apoderó de los que tenían acciones y decidieron liquidarlas o venderlas.
Adicionalmente, los datos de empleo mostraron en agosto una ralentización con respecto a los dos últimos años de gran crecimiento del empleo, lo que generó que la tasa de desempleo aumentara del 3,5% al 3,8%.
La creación de nuevos puestos de trabajo en Estados Unidos en el mes de julio se mantuvo en una cifra similar a la registrada en junio, 187.000 nuevos puestos, dato que es inferior al promedio de los últimos doce meses (271.000) y que confirma la ralentización del mercado laboral como consecuencia del nivel de los tipos de interés.
A inicios de agosto, la Oficina de Estadísticas Laborales confirmó que la tasa de inflación anual llegó a 2,9% en julio de 2024; la última vez que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) estuvo por debajo de 3% fue en marzo de 2021, cuando se ubicó en 2,6% y a partir de ahí comenzó su crecimiento gradual.
A pesar de ello, la economía estadounidense sí ha venido desacelerando el nivel de precios medidos por el IPC. Por ello, los mercados esperaban que el pasado 31 de julio la FED bajara la tasa de los Fondos Federales, pero esta se mantuvo sin cambios y se ubica entre 5,25% y 5,50%.
De acuerdo con Jerome Powell, presidente de la FED, en la conferencia de prensa del 31 de julio “las lecturas de inflación del segundo trimestre han aumentado nuestra confianza”, de ahí que la nueva expectativa es que se puede anunciar la reducción de las tasas de interés en la próxima reunión, en setiembre, ya que las presiones sobre los precios se suavizaron y se espera continúen una tendencia a reducirse.
Ante este panorama, ¿qué afectaciones se pueden esperar para Costa Rica o algunos países latinoamericanos? La expectativa es una ralentización o, en su defecto, la espera de inversiones provenientes de Estados Unidos hacia Latinoamérica para inicios del 2025 posterior a las elecciones presidenciales del 5 noviembre y a una certidumbre de tasas de interés luego de la reunión del 7 de noviembre. Para los países que tiene altas tasas de referencia, como México (10,75%), Brasil (10%) o Colombia (10,75%), darían premios atractivos para los inversionistas que provocarían atracción de dólares y presiones a la apreciación cambiaria.
A mediano plazo, mejores cifras de empleo podrían dar confianza a los exportadores de las economías latinoamericanas y mayor nivel de empleo en el sector turismo de los países receptores de estadounidenses que viajan por vacaciones en los próximos meses de estación seca en Centroamérica y el Caribe; siempre y cuando la evolución de las perspectivas y el equilibrio de riesgos sean acordes con el aumento de la confianza y el mantenimiento de un mercado laboral sólido en los Estados Unidos.
Finalmente, debemos recordar que los mercados se ajustan en relación con las brechas que nos presenten los indicadores adelantados o rezagados, y cómo estos impactan las expectativas de ganancias privadas y los objetivos de política pública. De esta manera, cambios en la política y en la dinámica de la economía estadounidense y en los principales socios comerciales de Estados Unidos, así como la volatilidad que exista sobre el precio del petróleo, modifican y ajustan el comportamiento de los inversionistas y compradores.
Es muy probable que se den nuevos ajustes en los próximos tres meses en los mercados financieros, producto de variaciones en la política, nivel de tasa de referencia de la FED, empleabilidad y evolución del consumo interno de los Estados Unidos.
*El autor es académico de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (UNA).