*Willy Castro Guzmán
A finales de 2022 veíamos, quizá más con indiferencia que con sorpresa, la llegada de ChatGPT y de otras aplicaciones de Inteligencia Artificial Generativa (IAG), de cuya existencia y desarrollo la mayoría de las personas no conocía. Ahora, esta tecnología ha venido copando espacios laborales, educativos y personales.
Dos años han pasado, y el Índice Global de IA muestra que el liderazgo en la inversión y desarrollo en estas tecnologías, lo asumen los países de mayor poderío económico e intelectual. Las primeras cinco posiciones del ranking las ostentan Estados Unidos, China, Singapur, el Reino Unido y Canadá. El primer país latinoamericano es Brasil, en la posición 35.
El impacto de la IA es tal que, a escala mundial, representa un mercado creciente que podría sobrepasar el valor de los 400.000 millones de dólares en el 2027.
De acuerdo con el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica, en nuestro país el nivel de reconocimiento y comprensión de la IA es aún deficiente. A mayo de este año el informe indicó que un 75% de la ciudadanía conoce poco o nada sobre ella.
Este tipo de datos son los que deben considerar las empresas y organizaciones costarricenses para tomar sus decisiones sobre el uso y aprovechamiento que pueden hacer de las IA y de otras tecnologías emergentes de última generación.
Sin desmeritar el potencial intelectual que tiene Costa Rica para lograr importantes desarrollos tecnológicos, debemos reconocer que nuestro nivel de inversión es insuficiente para competir con los grandes mercados de desarrollo del mundo. Quizá una competencia empresarial necesaria sea la de ser consumidores de estas tecnologías y así desarrollar las habilidades necesarias para un aprovechamiento sensato, según el sector productivo.
Para un país en donde casi el 50% del empleo lo generan pequeñas y medianas empresas (pymes), que aporta cerca de un 35% del Producto Interno Bruto (PIB) y cuya conformación en su mayoría es unipersonal o de no más de dos trabajadores, la pregunta clave es, ¿cómo se están desarrollando las competencias tecnológicas y empresariales necesarias para aprovechar las tecnologías digitales en el desarrollo económico?
La pregunta adquiere otros niveles de profundidad cuando la tendencia es un crecimiento en la diversidad de posibilidades tecnológicas que tenemos y las que se avecinan en los próximos años. Entonces, ¿cuál es el nivel de preparación del sector productivo costarricense para un desarrollo y uso innovador de las tecnologías digitales?
Aún y cuando el desarrollo tecnológico llega a países como Costa Rica con cierto o mucho retraso, las acciones para la preparación suelen ser también lentas. Para muestra un botón, las redes 5G fueron lanzadas comercialmente en 2019; sin embargo, en nuestro país, fue hasta el 31 de julio anterior que la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel) anunció que fue aprobada la publicación del pliego de condiciones para licitar el espectro radioeléctrico.
El desarrollo tecnológico reciente nos muestra cuatro tecnologías que conforman los pilares del desarrollo productivo de los próximos años: Las redes 5G, la IA, las tecnologías de nube y la más nueva en términos de avances y aplicaciones comerciales: la computación cuántica.
Estos cuatro pilares forman un ecosistema de alto nivel que retan a las empresas y organizaciones a desarrollar los planes de preparación para el uso innovador y transformador que nos lleve a un estadio diferente en el marco de una transformación digital.
Con un panorama como el descrito, debemos reconocer que el nivel de preparación de la industria costarricense es variado y que nadie debe quedarse atrás si se pretende un desarrollo equitativo.
Las grandes organizaciones probablemente realizarán altas inversiones en tecnologías en los próximos años y esto les dará la oportunidad de buscar formas de innovación para una mejora en los procesos y en la producción. Será valioso, para el entramado social, que estas empresas de manera responsable no sustituyan humanos por tecnología, sino que desarrollen planes de formación y recolocación de trabajadores en nuevos puestos de trabajo, como resultado de sus propios planes de innovación.
Para las pymes resultará fundamental conocer mejor su grado de preparación para el uso más intensivo y eficaz de la tecnología mediante la aplicación de instrumentos diagnósticos. Será más necesario que nunca una democratización en el acceso a los resultados de la investigación y de los desarrollos tecnológicos, para identificar cuáles pueden ser de valor para mejorar su actividad productiva, aspecto en el cual las universidades pueden ser un aliado pilar fundamental.
Será mandatorio participar en planes de formación continua. Las iniciativas de Gobierno y las instituciones de educación superior deberán desarrollar cursos y asesorías para pequeñas y medianas empresas de cara a una adecuada preparación para el aprovechamiento tecnológico en la generación de riqueza.
Finalmente, todo lo anterior deberá complementarse con planes de fomento y financiación de la inversión tecnológica con mejores condiciones para los que lo necesiten, promoción de alianzas estratégicas y un enfoque prioritario en la ciberseguridad de los participantes en el ecosistema empresarial tecnológico.
*El autor es académico del Posgrado en Gestión de la Tecnología de Información y Comunicación (Progestic) de la Escuela de Informática de la Universidad Nacional (UNA).