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Criterios


Hilando Fino: ¡Vivas nos queremos!

Kattia Isabel Castro Flores 

La muerte es una realidad que acompaña a todo ser vivo. En algún momento las funciones biológicas se deterioran hasta detenerse de forma irreversible, ya sea por causas naturales o por accidentes y asesinatos. 

Frente a la muerte inexorable se levanta el grito: ¡Vivas nos queremos! Esta consigna manifiesta el deseo de las mujeres de no morir a causa de un femicidio, término que se refiere no a cualquier homicidio, sino a la manifestación más extrema de la violencia contra las mujeres. En Costa Rica, el artículo 21 de la Ley de Penalización de la Violencia Contra las Mujeres establece que si la pareja o expareja asesina a una mujer estamos frente a un femicidio. Bajo la figura de femicidio ampliado se sanciona la muerte de mujeres por razones de género, que no están contempladas en el artículo 21.  

Preservar la vida de las mujeres comienza por reconocer a las mujeres como sujetas con pleno derecho a la libertad para descansar, estudiar, pasear, trabajar, divertirse, estar en pareja, terminar esa relación, cultivar amistades y tener vida propia y también reconocer sus capacidades intelectuales y morales.  

Cierta literatura infantil, así como algunos juegos y juguetes, otorgan al hombre características de valentía y justifica el uso de la violencia para alcanzar sus objetivos. Los modelos para las niñas muestran mujeres frágiles y dependientes que deben ser bellas, como su característica más destacable. En canciones, chistes y películas se refuerzan esos patrones de poder dominador por parte de los hombres, y dejan a las mujeres en su papel de seres frágiles y carentes de creatividad para resolver sus problemas. Este escenario favorece relaciones de violencia verbal, psicológica, patrimonial, sexual y física. 

La indiferencia frente a estas expresiones naturalizadas de la violencia de género y la ausencia de acciones educativas encaminadas a transformarlas son formas de complicidad de la sociedad actual. Cada femicidio debe movilizarnos para cambiar esta historia. Las instituciones públicas y privadas y las personas, de manera individual, podemos aportar para construir relaciones basadas en el amor, el diálogo, la corresponsabilidad en las tareas de cuidados y en el respeto mutuo.