*Michael Muñoz Leiva
El simple hecho de escuchar la palabra “neurociencias” puede resultar atemorizante, o algo exclusivo a ciertos tipos de personas o profesiones.
Hace unas décadas el conocimiento de esta disciplina resultaba escaso; sin embargo, el avance de la globalización, aunado a un ritmo acelerado de interconexión tecnológica, ha hecho que el estudio y comprensión de este campo se convierta en un tema de acceso universal, tanto si alguien desea estudiarla de manera formal dentro del sistema educativo, como si desea desarrollar una noción empírica para el desarrollo personal y profesional.
Por otra parte, si bien es cierto hemos logrado superar unos de los episodios más tristes y desgarradores de la historia humana, como lo fue la pandemia de la covid-19, en la actualidad, el mundo experimenta otro mal que ha apagado la vida emocional de muchas personas: la depresión.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 280 millones de personas viven con está condición, que afecta tanto a hombres como mujeres, jóvenes e incluso niños y niñas, y perturba el desempeño laboral y educativo de muchas personas.
Es por ello, y aunque no sea el único motivo, que las investigaciones en neurociencias han ayudado a desarrollar tratamientos más efectivos y personalizados para estos trastornos, en conjunto con otras áreas como la psicología y la psiquiatría, disciplinas que se combinan por un objetivo común.
Volviendo al concepto propio de las neurociencias, la podemos entender, en términos prácticos, como “el estudio del sistema nervioso, que, por un lado, nos permite entender la anatomía y funcionalidad del cerebro o su desarrollo a lo largo del ciclo vital y los factores de influencia; por otra parte, investiga cómo comprender, prevenir y curar enfermedades o trastornos de fondo neurológico” (Lázaro, 2022).
Por tanto, conocer cómo funciona el cerebro nos permite no solo mejorar en el ámbito mental, sino en nuestras relaciones, liderazgo e inclusive la manera de hacer negocios o cómo aprendemos ciertas habilidades. Algunos ejemplos de ellos son:
· Estudios en neurociencias han demostrado que la meditación y la oración pueden cambiar la estructura del cerebro; aumentan lo que se conoce como la masa gris, que está asociada con la empatía, el autoconocimiento y la regulación emocional.
· La neurociencia brinda herramientas para reducir los niveles de estrés, que de no controlarse puede llevar a niveles de baja productividad desde el ámbito laboral.
· Por otra parte, el conocimiento de la neuroplasticidad, que tiene que ver con la capacidad del cerebro de cambiar y adaptarse, ha permitido que tanto en el ámbito empresarial como académico, se fomenten procesos de aprendizaje y actualización que conllevan un componente importante de innovación, y permite tener empleados más comprometidos y, por ende, eficientes.
Lo anterior, en términos estadísticos nos muestra cifras muy interesantes. Por ejemplo, un informe de la American Psychological Association (APA), señala que las empresas que implementan programas de bienestar basados en neurociencias han visto una reducción del 25% en los niveles de estrés de sus empleados.
También, un estudio realizado por el Instituto de Neurociencias Educativas identificó que los estudiantes que participan en programas de aprendizaje basados en principios neurocientíficos muestran un 20% de mejoría en las calificaciones con relación a otros métodos tradicionales. Inclusive la Universidad de California (UCLA) cita que aplicar el conocimiento de la neuroplasticidad en los procesos de enseñanza, permite aumentar la capacidad retentiva en un 30%.
Sin duda alguna es mucho lo que podemos aprender sobre las neurociencias y su aplicación. Vivimos en una época en la que el estrés en todos los ámbitos se ha convertido en una constante, por ello la importancia de aprender a conocernos, entender cómo funciona nuestro cerebro y, más relevante aún, utilizar ese conocimiento a nuestro favor, tanto a nivel individual, como familiar y empresarial.
* El autor es académico de la Escuela de Administración de la Universidad Nacional (UNA).