*Donald Miranda Montes
Como consumidores valoramos mucho nuestra salud y por lo tanto estamos dispuestos a pagar por el bien que nos permita recuperarla, mantenerla o mejorarla, porque a nadie le gusta estar enfermo.
Esta disposición a pagar se relaciona con el nivel de ingreso per cápita. Costa Rica tuvo un PIB per cápita de 13.592,2 dólares en el 2024, que la sitúa en el ingreso medio alto, con un nivel promedio de gasto relativamente alto.
Este hecho, aunado a las condiciones para la inversión, favorecen la presencia de laboratorios de la industria farmacéutica internacional que producen medicamentos para consumo nacional y para exportar principalmente a la región centroamericana.
El plan de negocios de los laboratorios internacionales tiene como propósito minimizar costos y brindar un producto de calidad. Costa Rica ofrece mano de obra calificada y de bajo costo, así como también seguridad jurídica, entre otros incentivos.
En el mercado interactúan laboratorios internacionales como Aspen Pharma, Astrazéneca, Baxter, Merck, Pfizer, Roche, y laboratorios de capital nacional como Gutis, Speratum, Calox, entre otros.
La participación de estos laboratorios en el mercado ha llevado a su segmentación en la producción de medicamentos. Aquellos que son internacionales y realizan actividades de investigación y desarrollo (I+D) producen medicamentos innovadores, y al ser patentados les genera una ventaja competitiva y un precio que internaliza el costo de las actividades.
Los laboratorios nacionales se especializan en producir medicamentos de bajo costo, que ya no están cubiertos por una patente; por lo tanto, su precio debería ser mucho menor al del medicamento innovador.
En el mercado privado de medicamentos tenemos una oferta que combina la presencia de productos innovadores con los genéricos. Así el consumidor elige entre estas opciones, según su restricción presupuestaria.
Sin embargo, en el mercado de medicamentos privados participan otros actores: las farmacias de cadenas y las independientes, las cuales no solo tienen diferentes modelos de negocios sino también poder de negociación. Gracias a este poder las cadenas de farmacias pueden flexibilizar la estructura de costos, reducir su margen de ganancia y beneficiar al consumidor a través de un precio bajo.
En cambio, las farmacias independientes suelen ser establecimientos familiares bajo la responsabilidad de un regente farmacéutico y por lo general venden medicamentos genéricos. Estas pequeñas y medianas empresas (pymes) se caracterizan por tener un bajo poder de negociación y por ende sus compras no son por volumen, lo cual les impide trasladar el beneficio de la compra por volumen al precio final y, como toda pyme, se enfrentan a restricciones en cuanto al acceso al crédito y pocos proveedores.
A pesar de estas diferencias estructurales entre las farmacias, se observan precios de medicamentos pocos asequibles para la población, tanto en medicamentos innovadores como genéricos.
La estrategia de reducción de precios pasa por comprender la cadena de valor de medicamentos, la dinámica comercial y de mercado, así como las preferencias del consumidor final. Las familias costarricenses no deben seguir poniendo en riesgo su estabilidad financiera; los hogares destinan hasta el 22% de sus ingresos a la compra de medicamentos. Es urgente una solución a la problemática de precios.
*El autor es máster es Economía con especialidad en economía internacional y desarrollo económico y es académico del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (Cinpe) de la Universidad Nacional (UNA).