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Criterios


El solidarismo en Costa Rica entre retos y oportunidades

*MBA Fabiola Ramírez García 

El solidarismo en Costa Rica, desde su inicio en 1947, ha sido un modelo único que busca la armonía entre trabajadores y empleadores, inspirado en la justicia y la paz social, la armonía obrero-patronal y el desarrollo integral de sus asociados. Este movimiento ha jugado un papel clave en la estabilidad social y económica del país. Sin embargo, enfrenta desafíos que ponen a prueba su relevancia y capacidad de adaptación en un entorno competitivo y regulado.

Sus orígenes tienen raíces en una combinación de influencias filosóficas y económicas. Alberto Martén Chavarría, su fundador, basó su pensamiento en doctrinas que buscaban una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo, al promover la cooperación y la equidad. Desde una perspectiva filosófica, Martén incorporó elementos del pensamiento aristotélico, al considerar que la riqueza debía ser un medio para el florecimiento humano y el bienestar común, y no un fin en sí mismo.

Desde su consolidación ha experimentado un crecimiento sostenido, lo que le ha permitido convertirse en uno de los movimientos sociolaborales más relevantes del país. Su impacto en el bienestar de los trabajadores y en la estabilidad económica es significativo, y se refleja en su evolución cuantitativa y su potencial de crecimiento.

Desde 1990 el número de asociaciones solidaristas ha mostrado una tendencia al alza, aunque con algunas fluctuaciones. En 2023, la cifra se ubicó en 1.387 asociaciones activas, lo que refleja un crecimiento moderado. En 1998, se registró una caída abrupta que coincidió con las discusiones sobre la Ley de Protección al Trabajador, lo que sugiere que los cambios legislativos pueden influir en la estabilidad del sector.

En 2016, la tasa de asociación alcanzó un máximo histórico, con un 30.1% de la población laboral afiliada a una asociación solidarista. Actualmente, cerca de una cuarta parte de los trabajadores costarricenses forman parte de este modelo. A pesar de su expansión, el solidarismo todavía tiene un gran margen de crecimiento, con un alto número de empresas que podrían adoptar este modelo. Actualmente, se debate un proyecto de ley para reducir el requisito mínimo para formar una asociación solidarista, lo que podría impulsar significativamente su expansión.

Económicamente, las asociaciones solidaristas administran aproximadamente $5.000 millones, lo que equivale a cerca del 3% del producto interno bruto (PIB) nacional en 2023. Estos fondos se invierten sobre todo en instrumentos financieros del Banco Central de Costa Rica y en títulos de la deuda pública del Gobierno, convirtiéndolo en un actor clave dentro del sistema financiero nacional.

Desafíos del solidarismo

  • Competencia con el mercado financiero: Las asociaciones solidaristas enfrentan la creciente competencia de entidades financieras que ofrecen productos similares. Para hacer frente a este desafío, deben innovar, digitalizar sus servicios y fortalecer su identidad.
  • Marco regulatorio y supervisión de la Sugef: A diferencia de las entidades financieras supervisadas por la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), las asociaciones solidaristas no captan dinero del público, sino que manejan fondos exclusivos de sus afiliados y aportes patronales. La fiscalización y supervisión del sector corresponde al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS).
  • Impacto del entorno socioeconómico: La situación económica de Costa Rica influye en la estabilidad del solidarismo. El aumento del desempleo y la precarización del trabajo afectan la capacidad de ahorro de los trabajadores. La Ley 9.635 de Fortalecimiento de las finanzas públicas, que estableció un congelamiento salarial en el sector público, ha impactado directamente a las asociaciones solidaristas de este sector. La Ley 9.859 (ley de usura), que establece límites a las tasas de interés, también restringe la colocación de créditos por parte de las asociaciones solidaristas.

Innovación y fortalecimiento 

Las asociaciones solidaristas deben diversificar sus servicios, desarrollar programas de educación financiera, crear fondos de inversión e implementar herramientas tecnológicas que faciliten el acceso y la gestión de servicios en línea. Es fundamental recuperar la confianza en el solidarismo mediante una mayor rendición de cuentas, la adopción de prácticas de buen gobierno corporativo y una comunicación clara sobre los beneficios que ofrece.

El solidarismo tiene el potencial de jugar un papel clave en la formulación de políticas públicas y en la búsqueda de soluciones para los desafíos del país, al mejorar el acceso a la vivienda, fomentar el emprendimiento y promover la inclusión financiera.

En conclusión, el solidarismo en Costa Rica ha sido un pilar clave para la estabilidad social y económica del país, pero enfrenta desafíos significativos en el contexto actual. La competencia con el mercado financiero, los cambios en la regulación y las restricciones impuestas por leyes han limitado su crecimiento y capacidad de financiamiento. Es esencial fortalecer la confianza en el movimiento solidarista mediante la transparencia, la buena gobernanza y la modernización de los servicios.

*La autora es académica de la Escuela de Administración de la Universidad Nacional (UNA).