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Covid-19 agudiza vulnerabilidad de poblaciones costeras

Durante la pandemia por Covid-19 ha sido más visible la vulnerabilidad social de las comunidades costeras de Costa Rica, agudizada por la reducción de empleos dedicados al turismo, así como la deficiente comercialización y bajas ventas de productos del mar.

Mario Hernández Villalobos / Programa Interdisciplinario Costero UNA

El Programa Interdisciplinario Costero del instituto de Estudios Sociales en Población, de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA),  basa su accionar en la procura del bienestar y la transformación social, así como en el mejoramiento de la calidad de vida de comunidades y sectores sociales en los territorios marino costeros e insulares de Costa Rica.

Las comunidades costeras existentes en el país se mantienen al margen de la actuación institucional, que favorece a las poblaciones localizadas en la Gran Área Metropolitana (GAM) y otras ciudades intermedias. Estas comunidades han estado en una continua condición de incrementada vulnerabilización social, donde es significativo el número de familias en condición de pobreza y pobreza extrema; problemática incrementada por las limitaciones en el acceso a empleo y servicios básicos.

Durante la pandemia por Covid-19 ha sido más visible dicha vulnerabilización, marcada por la reducción de empleos dedicados el turismo y la deficiente comercialización y bajas ventas de productos del mar, derivados del tradicional oficio pesquero de estas poblaciones.

Aunado a lo anterior, la población nacional de alta o baja escolaridad ha experimentado durante la emergencia nacional por Covid19 dificultades en el acceso y uso de tecnologías para las info-comunicaciones, donde las poblaciones costeras poseen una mayor “brecha tecnológica” con respecto a las valle-centralinas, situación que ha complicado el acceso a las diferentes ayudas económicas del Estado para la contención de los efectos de las medidas de control sanitario.

En esta condición de emergencia también se han acrecentado las dificultades para el emprendimiento formal y la innovación, lo anterior ya que la diligencia administrativa requerida para obtener asesoría y acceso a créditos para la inversión para la pequeña empresa ahora se sustentan fundamentalmente en procedimientos electrónicos y reuniones no presenciales. Las posibilidades de acceder a otros recursos han sido más limitadas de lo común para una población que apenas ha debido introducirse de forma repentina en la virtualización de la gestión pública.

Sin embargo, como caracteriza a estas poblaciones, frente a este escenario no han detenido sus usuales estrategias de supervivencia y en el Golfo de Nicoya se han organizado iniciativas para la mejora de la comercialización de productos derivados de la pesca, como respuesta a la colocación de pescado y mariscos fuera de la zona costera.

Para los próximos meses es esperable que la reducida presencia institucional repercuta en una limitada distribución de las limitadas ayudas económicas y paquetes alimenticios para las poblaciones costeras, por concentrar estos paliativos en la GAM.

La lenta estabilización del turismo nacional y extranjero, que utiliza el destino costero como principal atractivo, impactará la necesidad de servicios vinculados a este, así como el consumo de productos del mar.

Por su parte, la disminución del ingreso familiar y el nivel de endeudamiento previo a la pandemia por Covid-19 en las clases media y baja, posiblemente reducirá el comercio alrededor de los servicios de sodas y restaurantes, con lo que los productos del mar podrían ser menos consumidos; disminución de consumo que además se ve afectado por las deficientes redes de distribución de estos productos y la oferta de precios más bajos de productos del mar enlatados.

Las condiciones de agobio económico podrían conducir a que las familias costeras accedan a créditos para su manutención en temporada de veda o baja de turismo, lo que también podría repercutir en la pérdida de bienes colocados como garantías prendarias.

Esta situación económica insostenible tendrá repercusiones en el incremento de la delincuencia, el tráfico de droga, el aumento de consumo de alcohol, la prostitución y la violencia intrafamiliar.

Puede ser probable que el anterior escenario motive la movilización interna desde la costa hacia la periferia de la GAM u otras ciudades intermedias, en búsqueda de acceso a las ayudas estatales y oportunidades en la economía informal.

Ante este panorama se visualiza la necesidad de que se refuerce e intensifique el trabajo institucional en la zona costera e insular nacional, conducente a la mejora en las condiciones de vida de la población. Lo anterior por cuanto la crisis sanitaria y los efectos socio-económicos derivados de ella, han develado que los sectores con una mayor condición de vulnerabilidad social poseen menos capacidad de respuesta para la aplicación de normas para el control sanitario y para asegurar el mantenimiento económico de las condiciones básicas de las familias.

La coordinación interinstitucional ahora se hace más que necesaria para mejorar la capacidad de gestión de recursos en las comunidades y ejecutar proyectos en formulación y que coadyuvarían a la mejora de la condición económica, sanitaria y social de estas comunidades costeras.

Ha sido clara la urgencia del adecuado acceso a todo el proceso de interacción virtual, así como la constante necesidad de que la población costera conozca sus derechos y deberes, de forma tal que esta ciudadanía pueda conducirse en las rutas administrativas necesarias para la gestión de sus proyectos comunitarios, la búsqueda de rendición de cuentas y acciones requeridas para la defensa de sus intereses como comunidad.

Los esfuerzos en investigación y extensión desde la UNA deben seguirse dirigiendo a la mejora de las capacidades organizativas comunales, requiriéndose un mayor manejo de todo el sistema de interacción virtual necesario para la relación entre comunidades y los sectores académico, institucional y privado.

Hasta tanto no se solventen las principales carestías económicas y sanitarias, será más difícil contar con otras reacciones propositivas y participativas desde las comunidades para con sus necesidades y hacia el desarrollo humano integral. En tal sentido conviene reflexionar si la fórmula económica para las zonas costeras basada únicamente en el turismo es la más efectiva, o si por el contrario se requieren estrategias económicas descentralizadas, versátiles, basadas en el consumo de lo local y favoreciendo la economía familiar y circular.

La optimización de las redes de distribución de bienes y servicios desde y hacia las costas se constituye en una tarea pendiente del aparato estatal y en la cual trabaja el Programa Interdisciplinario Costero articulando la población costera y los sectores público y privado, mediante el Plan de Contingencia para el Apoyo de la Comercialización de Productos del Mar, un esfuerzo de articulación entre la Alianza de Pescadores del Golfo de Nicoya y el Vice-ministerio de Aguas y Mares.

 

Foto: Programa Interdisciplinario Costero UNA.