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Economistas analizan uso de reservas monetarias

En caso de no fructificar la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Universidad Nacional (UNA) propone otras fuentes de financiamiento, como acceder a las Reservas Monetarias Internacionales (RMI). Dicha iniciativa plantea utilizar un máximo del 20% de las reservas, lo cual se estima en aproximadamente $1,600 millones de dólares que podrían utilizarse para enfrentar la crisis sanitaria.

Leiner Vargas, economista del Centro Internacional de Política Económica (Cinpe) de la UNA explicó en el programa “Noche sin Tregua”, que en la actualidad las reservas del Banco Central de Costa Rica (BCCR) rondan los $8.300 millones, donde alrededor de $2000 millones podrían utilizarse para mitigar la crisis sin afectar a dicha entidad bancaria, ni acceder al crédito del FMI. Sin embargo, para Fernando Rodríguez, economista del Observatorio de la Coyuntura Económica y Social de la Escuela de Economía de la UNA, tomar una parte de las RMI no es la medida más recomendable para afrontar la crisis generada por la pandemia, pues estaría en riesgo la estabilidad cambiaria.

La ruta de las reservas

Vargas detalló que las RMI son el patrimonio del BCCR, dentro de las cuales hay una parte que son del sistema financiero costarricense que no deberían utilizarse y otra parte un componente de las reservas que se utilizan como un instrumento de flexibilidad para atender situaciones temporales de ataques especulativos en el sistema cambiario. “Eso podría rondar los $1500 millones la base en que se juega con ello, es decir la oferta y la demanda para sostener el llamado tipo de cambio de equilibrio”, comentó Vargas.

Posteriormente, agregó el economista, quedan los activos netos, que serían la riqueza del país, que suman alrededor de $5.000 millones en RMI, los cuales representan la base de lo que se ha acumulado a lo largo de los años como país, es decir: “las joyas de la abuela en la casa”, el ahorro que no se toca a no ser de atender una verdadera emergencia. “De ahí la intención de recurrir a esas “joyas”, pero para acceder a ellas hay que emitir colones en la contrapartida de sacar esos dólares del banco, ya sea que se le presten al Ministerio de Hacienda para hacer reconversión de deuda cara por deuda barata o bien invertir en capitalización de las empresas en un programa de reconversión productiva para que el país pueda resurgir después de la pandemia”, aseveró Vargas.

Para el académico del Cinpe, más allá de los usos de esos recursos, se generará más dinero y una efervescencia económica. “En tiempos normales no me atrevería a ejecutarlo porque podría provocar inflación. En cambio, en momentos de crisis con 25% de desempleo, con 7% de Producto Interno Bruto (PIB) hacia la baja y con la inflación rozando el piso, es necesario acceder a las “joyas de la abuelita”, por más engavetadas que se quieran tener y en el caso de Costa Rica sería una ley que lo permite por única vez como un efecto pandémico.

De ser así, externó Vargas, ese monto no se le regalaría al Estado ni a quien se le otorgue. “Si capitalizamos una empresa, tendremos las acciones de ella como parte del respaldo de esa inversión o si cambiamos deuda cara por deuda más barata a tasa básica pasiva, que sería lo recomendable, permitiría entre dos y tres puntos porcentuales del PIB. Es un préstamo a cinco años, cuando usted se recupere me devuelve el dinero”, externó Vargas.

Dólares en la cuerda floja

Rodríguez comentó que la posibilidad de usar parte de las RMI del país se plantea como una alternativa de recursos para atender los efectos de la actual crisis, pero como cualquier opción tiene problemas y algunas dificultades que no se pueden obviar.

En ese sentido, el economista manifestó que la primera dificultad, es que el uso no es automático y requerirá pasar por un proceso de reforma de ley que implica discusión y convencimiento en medio de una gran convulsión social y política. La segunda, y quizás la más importante, es que se podría reducir el acervo de dólares del país, en momentos en que se desconoce lo que sucederá con el sector externo al cierre del 2020 y durante todo el 2021.

“Desde el inicio de la pandemia se afectaron nuestras exportaciones, pero sobre todo el ingreso de turistas, actividades que implican generación de divisas para el país; mientras del otro lado, se redujo el consumo de combustibles y con ello las importaciones de estos, al tiempo que otras importaciones grandes se cayeron, como las de vehículos y de insumos productivos”, aseveró el economista.

Sostuvo que parte del ingreso de divisas que no se dio este año se compensó con los recursos de créditos externos que el país había gestionado y que se aprobaron en estos meses, lo que vino a reducir la presión sobre el mercado cambiario.

Rodríguez externó que para los últimos meses del 2020 y para el próximo año, habrá más actividad económica y con ello más consumo de combustibles, consumo privado de otros bienes y alguna incipiente recuperación del sector turístico. Pero no sabe a qué ritmo se dará esa recuperación en cada caso, por lo que se corre el riesgo de que las actividades que generan divisas se recuperen más lento que aquellas que consumen divisas, esto último, sobre todo, si el turismo se recupera muy lentamente, como se prevé. “Esto podría ejercer una presión importante en el mercado cambiario, al aumentar la demanda de divisas sin que haya más disponibilidad de las mismas, lo que forzar al alza en el tipo de cambio. En este escenario tener reservas suficientes sería una ventaja enorme, que nos podemos dejar pasar”, explicó.

Rodríguez resaltó que la cantidad de reservas puede jugar un papel importante en un eventual problema cambiario, pues le dará capacidad de reacción al BCCR para intervenir en el mercado de divisas las veces que sea necesario, para evitar una subida abrupta del tipo de cambio, si la oferta de moneda extranjera se redujera de forma importante.

“Si el Banco Central pierde reservas, por las razones que sea, su capacidad de reaccionar ante una subida del tipo de cambio se reduce y eso puede hacer que el precio del dólar se dispare abruptamente. Si sabemos que en el corto o mediano plazo podría haber presiones importantes sobre el tipo de cambio, lo mejor es mantener un nivel de reservas suficiente que permita enfrentar cualquier riesgo en ese sentido”, subrayó el experto.

¿Alternativa?

Rodríguez precisó que, a diferencia de la crisis de los 80s, el país lo que ahora ocupa es financiamiento barato, en moneda local, no necesariamente debe ser en moneda extranjera. “Una opción es pedir al BCCR que compre títulos de deuda interna del gobierno central, usando para ello colones que el Banco puede imprimir libremente. De esta manera aliviamos la enorme presión de financiamiento que hay para el 2021, reduciendo el costo de la deuda pública (la compra se podría hacer a una tasa muy baja o cercana a cero) y sin generar mayores riesgos cambiarios”, dijo Rodríguez.

Eso sí, concluyó Rodríguez, “los riesgos inflacionarios de ambas medidas serían similares, prácticamente nulos en este momento, e igual se requiere de reformas legales para su implementación, que en el caso de emisión de dinero para compra de deuda pública sería más sencilla”, comentó el economista del Observatorio de Coyuntura Económica UNA.