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Archivo de la noticia: Marzo 2012


Una vida en erupción

 

Familia y volcanes, así se resume la vida de Rodolfo van der Laat, investigador del OVSICORI-UNA, quien a través de 31 años de trayectoria ha marcado la pauta en el campo de la geodesia aplicada al monitoreo volcánico.


 

“Desde pequeño me sentí atraído por las rocas, la geología y la formación de la tierra. Recuerdo de niño, que una vez venía de un paseo con mi papá  por las calles de Orosi y veníamos recogiendo fósiles, ese gusto lo mantengo hasta la fecha, y tengo una colección personal que disfruto mucho”.

Este interés lo dejó de lado para estudiar dibujo arquitectónico, lo que le permitió trabajar al salir de la secundaria. Sin embargo, la espinita de la geodesia seguía en su sangre -es topógrafo por tercera generación- y decidió hacer el examen para obtener una beca que otorgaba la cooperación alemana para estudiar topografía en la Universidad Nacional (UNA).

Luego de un par de intentos ingresó a la Escuela de Topografía, Catastro y Geodesia, de la cual se egresó con la primera generación de bachilleres. Cuando obtuvo ese título inició una pequeña empresa urbanizadora. A pesar de que era un negocio bastante atractivo, la situación económica del país en ese momento lo obligó a buscar un trabajo complementario.

Eduardo Malavassi era profesor en la Escuela de Ciencias Geográficas, y en ese entonces necesitaba un topógrafo para realizar un proyecto sobre deformación de volcanes; contactó a van der Laat y fue así como entró a trabajar un 13 de julio de 1981.

Lo que inició con un proyecto al lado de Malavassi, Jorge Barquero,  Erick Fernández, Rodrigo Sáenz y otros profesionales y jóvenes graduados, se convirtió gracias al trabajo, la cooperación internacional y el apoyo de la administración universitaria,  en lo que hoy es el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de la Universidad Nacional (OVSICORI-UNA). Formó parte del equipo que consolidó el instituto como órgano independiente desde 1986.

Para este investigador solo existen dos grandes pasiones: volcanes y su familia. “Siempre estuve metido en la música. Cuando salí del colegio el director de un coro me llamó para que participara con ellos en un proyecto coral independiente. Era 1978 cuando entró una nueva compañera y yo me dije: ‘qué muchacha más guapa’, nos conocimos cantando y nos casamos tres años después”.

La pareja tiene tres hijos, Alicia, Ricardo y Leonardo, de 28, 25 y 22 años respectivamente. “El año pasado subimos el Chirripó en familia, ha sido una de las experiencias más bonitas que hemos tenido”.

Lejos de la oficina y las giras de campo, van der Laat disfruta su tiempo libre en compañía de su familia, sin dejar de lado su otra pasión. “Vieras que me vacilan mucho porque cuando salimos de paseo decimos ‘¿playa o montaña? y yo digo montaña’; al fin y al cabo los volcanes son montañas, y terminamos caminando por algún sendero”.

Luego de 31 años de servicio, más de 45 publicaciones científicas y un trabajo innovador que lo llevó a ser considerado el pionero en el monitoreo geodésico del volcanes en América Latina, este hombre de sonrisa afable, acostumbrado al trajín de las giras y la libertad de crear desde su oficina, se prepara para la jubilación.

“He ido capacitando a profesionales para que continúen con el trabajo que he venido realizando. Por mi parte, tendré más tiempo para mi familia, dedicarle tiempo a la música, hacer un curso de guía naturalista y tengo un proyecto para trabajar en turismo de volcán, quiero capacitar a profesionales en esa área. Además, escribiré un par de libros”.

Con un legado de trabajo continuo van der Laat dejará su trabajo en el OVSICORI-UNA, pero los amigos que forjó a la vera del camino y sus amados volcanes estarán ahí, a la espera de un viejo conocido.