Cuando en el debate nacional se colocan sobre la mesa aspectos relacionados con el desarrollo equitativo, la innovación, el avance científico y el respeto a los derechos humanos fundamentales, detrás, destacan como grandes protagonistas las universidades públicas.
Así quedó de manifiesto durante la ceremonia del traspaso anual de la presidencia del Consejo Nacional de Rectores (Conare), la cual será asumida en el 2026 por Jorge Herrera Murillo, rector de la Universidad Nacional (UNA).
La influencia de las universidades públicas en el desarrollo de una sociedad tiene connotaciones y comprobaciones de distinta naturaleza. “Ningún país que debilite a sus universidades puede aspirar a un futuro competitivo, sostenible y justo. Nuestros centros de enseñanza siempre hemos estado ahí, no como espectadoras, sino como protagonistas”, enfatizó Herrera.
El futuro aspiracional de quienes acceden a la educación superior universitaria les permite mejorar su condición socioeconómica. Estas personas obtienen, en promedio, un 17% más de ingresos con respecto a quienes solo cursaron el grado de secundaria, de acuerdo con el Banco Mundial.
Para el caso costarricense, representan una fuente de acceso a oportunidades que permite cerrar brechas educativas en todas las regiones del país. Para el 2024, por ejemplo, alrededor del 63% de los estudiantes provino del centro del país, mientras que el otro 37% corresponde a otras regiones.
Su aporte a la producción científica es más que notable. Más del 85% de la investigación en estas ramas tiene su origen en el aporte de las universidades públicas. “Esto no es un dato menor. Es la prueba de que el Estado costarricense ha construido un modelo de desarrollo donde la ciencia no es un lujo, sino un pilar, un bien de servicio público para toda la sociedad”, indicó el rector de la UNA.
En esa línea, los ámbitos de aporte desde la ciencia y la investigación abarcan la salud, el clima, la educación, la economía, la cultura, la tecnología y el arte, y esto se logra a través de la democratización universitaria.
“Ahí están el Centro Nacional de Alta Tecnología (Cenat), la biotecnología y nanotecnología de la Universidad de Costa Rica (UCR), los centros marinos y ambientales de la UNA, la ingeniería avanzada del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), las capacidades educativas y digitales de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y de la Universidad Técnica Nacional (UTN)”, detalló Herrera.
Sin ese nivel de aporte, la Costa Rica de hoy no tendría el liderazgo, por ejemplo, en el campo de los dispositivos médicos y la manufactura avanzada, donde el país destaca a nivel mundial por el grado de preparación de su talento humano, que le permite posicionarse en un mercado altamente competitivo.
Audacia, liderazgo y reinvención
Los logros obtenidos hasta el momento deben ser la base para una discusión de altura sobre el rol de las universidades públicas en un entorno social complejo.
Por un lado, el nuevo jerarca del Conare citó las presiones fiscales que enfrenta el país y que requieren un uso cada vez más eficiente y eficaz de los recursos públicos. Por otro lado, alertó sobre el aumento de los discursos de desinformación y desprestigio hacia lo público que pretenden erosionar la confianza ciudadana hacia las instituciones que sostienen el Estado Social de derecho.
Sin embargo, también está el panorama global sobre los cambios vertiginosos en la tecnología y sus diferentes usos, la inteligencia artificial (IA) y la recomposición de los mercados laborales que requieren una oferta académica flexible, pertinente y anticipatoria.
Ante ello, Jorge Herrera citó que se debe trabajar y planificar con “astucia, liderazgo y capacidad de reinvención”. Al respecto, mencionó que “estos desafíos son reales, complejos y estructurales y ninguna universidad puede enfrentarlos sola. Costa Rica necesita que actuemos como un verdadero sistema, con metas compartidas.
Por tanto, el rector de la UNA señaló que durante su año de gestión se profundizará en la necesaria integración que permita desarrollar ofertas académicas y ampliar las oportunidades estudiantiles.
La cooperación y la colaboración interuniversitaria debe favorecer ,además, el abordaje de problemáticas que hoy representan un dolor de cabeza para el país. Citó, por ejemplo, el tema del acceso al agua, la salud pública, la seguridad alimentaria, la innovación tecnológica, la gestión territorial y la transición energética.
Otro elemento que será parte de la agenda de trabajo será la creación de agendas regionales que fortalezcan los campus y sedes en todo el país.
“Integrar no es renunciar a la identidad de cada universidad. Se trata de sumar para amplificar el impacto en la sociedad. Es pasar de colaborar a construir juntos. Costa Rica necesita que Conare sea un espacio estratégico de liderazgo, no solo de coordinación”, enfatizó Herrera.
Particularmente en el caso del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES), el jerarca indicó que, en el contexto nacional, exige dar un paso adicional para construir un modelo de redistribución “sostenible, técnicamente robusto y alineado con las necesidades futuras del país”.
Para lograr todos estos objetivos, Herrera se comprometió con ejercer una dirección que se asiente en el diálogo, la evidencia, la apertura, la firmeza y la transparencia. “Mi promesa es trabajar para que se renueve la confianza del país en sus universidades, se fortalezcan nuestras capacidades colectivas y se consolide una visión compartida que coloque la ciencia, la educación, la cultura y la innovación en el centro del desarrollo nacional”.
El presidente de la Federación de Estudiantes de la UNA (Feuna), Marco Víquez, consideró como punto esencial pensar en nuevos modelos bajo los cuales las universidades públicas puedan trabajar de manera más articulada. “Sabemos que tenemos un presupuesto insuficiente (FEES) que no está compensando el aumento en el costo de vida y por ello, debemos mantener negociaciones colectivas desde las representaciones estudiantiles y Conare”, manifestó.
