Las actividades vinculadas con el turismo son consideradas las “joyas de la abuela” del país, aunque este año han perdido fuelle en cuanto a visitación. Datos del Instituto Costarricense de Turismo (ICT) reportan que durante el primer semestre de 2025 llegaron al país 1.619.976 visitantes, mientras que en el mismo periodo del 2024 se contabilizaron 1.670.892. Las autoridades esperan que hacia final de año estas estadísticas repunten.
En medio de ello, el país ha diversificado su oferta turística. Una oportunidad que se está aprovechando es el nicho del turismo rural y rural comunitario, que permite conectar los intereses de los viajeros con la propuesta cultural, autóctona y natural que ofrece Costa Rica en su territorio.
Justamente, la Universidad Nacional (UNA) fue sede del II Congreso de Turismo Rural y Rural Comunitario, una iniciativa organizada por la Red de Mujeres Académicas y la Red de Mujeres Investigadoras, el Programa de Habilidades Blandas y la Rectoría.
Una de las ponencias, Territorios que sanan: turismo rural como medicina para el alma, a cargo del docente e investigador César Chaves, del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), destacó cómo, a partir de esta actividad, se ha avanzado de una visión sostenible a una regenerativa.
La sostenibilidad ha reflejado tradicionalmente los aspectos sociales, económicos y ambientales. Sin embargo, la regenerativa amplía su foco de acción e incorpora visiones alrededor del ámbito político (en temas de transparencia, ética y gobernanza), espiritual (con valores y prácticas que fomenten el vínculo de la naturaleza con el ser humano) y cultural (que vela por el patrimonio y los saberes ancestrales).
El turismo rural y rural comunitario aporta a esa visión holística que, en criterio de Chaves, ha forjado “el viaje del escapismo”, del turista de las grandes urbes hacia espacios de regeneración que aporten a su calidad de vida.
La foto de una pareja de extranjeros comiéndose un casado da pistas al respecto. “Ellos están en una finca orgánica en el pueblo indígena Bribri y degustan nuestro almuerzo típico, pero con frutas, verduras y hortalizas tomadas de su entorno natural en forma orgánica. Esa visión nos va a permitir diseñar rutas de alimentación consciente, que son productos no solo sostenibles, sino regenerativos, que fortalecen el tejido con las comunidades que reciben a los turistas”, indicó Chaves.
Los territorios que sanan o que regeneran son aquellos que consideran, además, el valor terapéutico del entorno, los paisajes, los elementos históricos de los pueblos, la topografía, las tradiciones locales y la etnobotánica.
El docente del INA expuso como ejemplos los casos de los pueblos Bribri y Cabécar, con los elementos claves para una experiencia sanadora: la interpretación de los territorios como seres vivos, el idioma como portador de saberes, las prácticas agrícolas tradicionales, la medicina ancestral y la cosmovisión donde las ceremonias, los cantos y los rituales mantienen el equilibrio “entre lo visible y lo invisible”.
Amplitud temática
El Congreso se realizó el 29 y 30 de setiembre y el 1º de octubre, más dos días de visitas a territorios. Sin embargo, sus temáticas permitieron abordar aspectos como el papel de las mujeres en el turismo, acceso a financiamientos, rescate del patrimonio cultural, el papel de la ruralidad en la educación y factores de innovación, tecnologías y mercadeo digital en las estrategias turísticas, entre otros.
Jorge Fallas, presidente de la Cámara de Experiencias Rurales, que agremia al turismo rural y rural comunitario, enfatizó que el objetivo central del Congreso fue “visualizar a un sector ante las autoridades nacionales para que digan, ‘bueno, ellos están regresando y debemos tomarles su parecer’ y, por otra parte, que entre todos podamos hablar y aportar acerca de nuevas tendencias”.
Existe una diferencia marcada entre ambos, detalló. El turismo rural comunitario está regulado bajo la sombrilla de la ley 8.724 y agrupa a asociaciones y a cooperativas dedicadas a la actividad. “El turismo rural lo definimos como todo aquello que es de base familiar, ya sea pyme (pequeña y mediana empresa) o pympa (pequeños y medianos productores agropecuarios), que puedan contratar a vecinos o familiares, por ejemplo”.
Actualmente, están impulsando la aprobación del proyecto 23.156 que busca reformar la ley original para ampliar la cantidad de actores participantes en turismo rural comunitario, sumando a fundaciones, asociaciones de desarrollo integral y los consorcios pyme. El proyecto presentado por el diputado Waldo Agüero, del Partido Progreso Social Democrático (PPSO) está en etapa de conocimiento de mociones.
Fallas manifestó que no existe una cuantificación oficial de turismo rural y rural comunitario. Sin embargo, con base en cifras de la propia cámara a raíz de un trabajo de recolección de datos que inició después de la pandemia, identificaron a 14.200 prestadores de servicios turísticos bajo esta categoría.
A pesar de ello, considera que pueda existir un subregistro, y que la cifra podría rondar entre 22 mil y 25 mil, “de los cuales entre el 85% y el 90% podrían ser pymes”, indicó.
En general, de acuerdo con el ICT, en el 2024 por ingresos de divisas a raíz del turismo se reportó un saldo de 5.435,8 millones de dólares, que superó la cifra de 2023, que fue de 4.754 millones de dólares.
El presidente de la Cámara de Experiencias Rurales expresó su satisfacción por el incremento en el número de participantes con respecto al primer congreso de 2024. En aquel momento fueron 85 asistentes y ahora fueron 180, el 50% de ellos extranjeros, de naciones como México, Ecuador, Guatemala, Honduras y Argentina.