La pandemia dejó sin trabajo a Marcela quien, de la noche a la mañana, vio limitadas sus opciones de volver a colocarse, mientras que las presiones económicas se incrementaban. Sin embargo, no se desanimó.
Con el empuje de su familia, especialmente de su madre, inició un emprendimiento de venta de quesos en su comunidad, en San Joaquín de Flores, lo que le permitió salir adelante. Sabía de la necesidad de actualizar sus conocimientos, sobre todo en temas de administración de oficinas, por lo que no lo dudó dos veces para matricularse en un curso que estaba impartiendo la Universidad Nacional (UNA).
El pasado 20 de noviembre, Marcela Jiménez obtuvo su certificación del programa de Manejo Básico de Oficinas y sí, allí estaba su madre junto con ella para celebrarlo. “Agradezco el esfuerzo de todas las personas involucradas que hicieron posible esta iniciativa educativa, pensada sobre todo para quienes, por distintas razones, no siempre tenemos acceso sencillo a cursos formales”.
Este módulo de Manejo de Oficinas y Competencias Digitales es uno de los dos que ofrece la actividad académica Prácticas Docentes en Contextos Comunitarios, de la carrera de Educación Comercial de la Escuela de Secretariado Profesional de la UNA. El otro módulo es el de Alfabetización Tecnológica.
Dalys Masaya es la coordinadora responsable de esta actividad académica que involucra a estudiantes formales de la carrera para que sean los docentes que imparten los módulos a la comunidad nacional.
“Se trabaja con mujeres en condición de vulnerabilidad, con madres adolescentes, privados de libertad, luego incorporamos a hombres también. Sabemos que por diferentes situaciones de la vida muchas personas no pudieron seguir estudiando y debieron priorizar otras cosas, personales o familiares, pero es ahí donde les ofrecemos esta oportunidad por medio de la universidad para que se puedan capacitar”, manifestó Masaya.
Habilidades relacionadas con la redacción de documentos, destrezas digitales, organización de archivos y otras labores relacionadas con la labor de oficina, fueron parte de los aprendizajes que se impartieron en este módulo.
“Iniciamos este camino con curiosidad, pero con ilusión, aunque quizás con un poquito de nervios también. Pero aquí estamos felices, con la satisfacción de cumplir una meta más. Cada clase fue una oportunidad para aprender algo nuevo, retarnos y descubrir que siempre hay algo más que podamos dar”, destacó Elibeth Venegas, otra de las estudiantes.

Apoyos y alianzas
En este proyecto académico el aporte de estudiantes regulares de la Escuela, así como de entidades externas a la UNA se vuelve esencial.
Saray Alemán fue una de las estudiantes que fungió como docente de uno de los grupos del módulo de manejo de oficinas, realizando su práctica profesional. Desde su punto de vista, el trabajo con distintas comunidades le enseñó la verdadera razón de la frase “nunca es tarde para aprender”.
“Ustedes –digiriéndose a los estudiantes graduados—demostraron constancia, disciplina y una enorme disposición para asumir los desafíos que este curso presentó. Esa motivación fue uno de los motores que impulsó también nuestro propio crecimiento como docentes en formación. Durante estas semanas enfrentamos distintos retos, desde adaptar estrategias, diversificar metodologías, responder a las necesidades personales de cada estudiante y construir un ambiente de respeto y colaboración. Pero cada reto se convirtió en aprendizaje y este a su vez reforzó nuestro compromiso con la educación y la formación profesional”, expresó Alemán.
En esta oportunidad, la colaboración de la Asociación de Desarrollo Integral de San Rafael de Heredia y de las municipalidades de Barva y San Isidro, fueron fundamentales en la promoción de los módulos, la convocatoria de estudiantes interesados y en la facilitación de instalaciones donde se llevaron a cabo los talleres.
Marvin Ruiz, presidente de la Asociación de Desarrollo Integral de San Rafael, destacó que este trabajo en conjunto con una universidad pública “ha servido para que una persona, un vecino o un profesional en formación incremente sus herramientas para la vida, entonces nuestra misión se ha cumplido a plenitud”.
Desde su punto de vista, el hecho de que el mundo haya girado hacia un entorno cada vez más competitivo, exige que las personas, independientemente de su edad o condición, deben sumar nuevas habilidades a su currículo, “porque es un activo que nos empodera y nos permite construir un futuro más próspero”.
Todo era felicidad en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales donde la noche del 20 de noviembre se realizó la graduación. Previamente, el 12 y el 18 de ese mismo mes otros estudiantes del módulo de Manejo de Oficinas y de Alfabetización Tecnológica habían recibido su certificado.
Dalys Masaya comparó este proyecto con “una plantita que se debe regar todos los días para que siga floreciendo”, tal y como lo ha hecho en los últimos 27 años de existencia de la actividad académica, según relató.
