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Ruralidad urge revitalizarse ante continuas amenazas

Desde ese café que usted degusta por las mañanas, hasta el queso con tortilla que acompaña sus tardes. Desde esas imágenes de montaña con aire fresco y hasta la brisa marina con sonido de oleaje al fondo. En muchas (por no decir todas) de nuestras actividades cotidianas, el poder y la influencia de la ruralidad juegan un papel fundamental. 

Rescatar sus raíces y su esencia, así como revitalizar sus luchas, fue el objetivo del II Congreso de la Asociación Latinoamericana de Historia Rural: Una historia rural para el presente en crisis, organizado por la Escuela de Historia, el Centro Internacional de Política para el Desarrollo Sostenible (Cinpe) y el programa regional de maestría de Desarrollo Rural de la Escuela de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional (UNA), junto con la Asociación Latinoamericana de Historia Rural (ALAHR).

Sin embargo, aquellas imágenes y sensaciones que pueden estar asociados con la vivencia de las zonas rurales, en cualquier país de Latinoamérica, topa de frente con crecientes amenazas.

La vicerrectora de Extensión de la UNA, Yolanda Pérez, celebró la posibilidad de que este tipo de congresos, con una nutrida participación de actores vinculados a la historia rural de los pueblos latinoamericanos, ocurra en un contexto donde “el continente enfrenta nuevas y complejas crisis ecológicas, sociales, políticas y económicas que deben ser comprendidas desde la perspectiva histórica”, expresó.

Revitalizar la lucha ruralista implica alzar la voz por los grupos oprimidos en medio de una transformación impulsada desde el antropoceno.

“La intensificación de los modelos extractivos, la vulneración de los ecosistemas, la concentración de la tierra, los desplazamientos de población por motivos ambientales, políticos o de violencia, así como la perspectiva de las desigualdades territoriales y las divergencias regionales, nos obliga a revisar nuestros marcos analíticos, a comprender los procesos de largo plazo e identificar caminos para un desarrollo más inclusivo y sostenible”, ejemplificó Pérez, durante el acto inaugural del Congreso.

Situaciones como la deforestación que afecta a la Amazonía—altamente expuesto en la pasada COP30 en Brasil-, así como los intereses por incentivar la industria de exploración y explotación del oro, son solo ejemplo de esos desencadenantes de una presión sobre la estabilidad y seguridad de muchas regiones, donde las zonas rurales son las más afectadas.

La historia rural abarca distintas perspectivas que se plantearon como ejes temáticos de este segundo congreso: desde los referentes a la producción, la agroexportación y los mercados globales hasta aspectos relacionados con la sociedad y la cultura de las comunidades periféricas. 

Sin embargo, los retos van aún más allá: implican temas relacionados con la violencia de género y la necesidad de impulsar políticas que aseguren la protección de los derechos de millones de mujeres, así como las luchas feministas que se han librado por estas causas. 

El cambio en el uso de la tierra en zonas rurales, la transformación agraria, la disponibilidad de agua, la apropiación de territorios indígenas y hasta los conflictos por la tenencia, a partir de los estudios historiográficos, fueron parte de la agenda propuesta en el congreso.

Herencia académica

El director de la Escuela de Historia, Rafael Ledezma, recordó que desde la propia fundación de esta unidad académica en la UNA “hemos cultivado una tradición intelectual que ha dialogado de manera sostenida con problemas medulares de la historia demográfica, agraria, ambiental y aplicada a la formación del campesinado, la expansión de la caficultura y la construcción del Estado liberal”.

Ledezma enfatizó que “la UNA nació para pensar el país desde sus territorios y comunidades fuera del Valle Central”, a la vez que destacó “la sólida tradición agrarista que hoy se proyecta hacia enfoques más amplios de la historia agroecológica, la ruralidad contemporánea y el patrimonio biocultural a través de nuestro programa del Museo de Cultura Popular.

La decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNA, Marta Sánchez, celebró que “este congreso constituye también un espacio privilegiado en el que confluyen la docencia, la investigación, la extensión y por supuesto, la proyección pública del conocimiento”.

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