Parque Nacional Cahuita alberga gran diversidad de flora y fauna, una mayor protección de sus recursos, diversificación de sus programas de turismo e inventarios actualizados podrían apoyar su conservación.
Conocido por su mar verde esmeralda y sus arrecifes de coral, el Parque Nacional Cahuita (PNC) encierra en sus entrañas una gran diversidad de flora y fauna terrestre. Durante el mes de abril, los 11 estudiantes de la XXV promoción de la maestría en Conservación y Manejo de la Vida Silvestre de la Universidad Nacional, generaron información básica sobre biodiversidad, interacciones humano- fauna y situación costera, con el objetivo de brindar recomendaciones para el manejo y la conservación del área.
De acuerdo con Sol Guerrero, para determinar la flora se muestrearon 110 parcelas, donde se ubicaron 244 especies, la mayoría nativas, pero también se registraron 18 especies exóticas, entre ellas la flor de mantequilla (Allamanda cathartica), el ilán ilán (Cananga odorata), y el caimito (Chrysophyllum cainito), entre otras.
“De las especies exóticas encontradas cinco son poco frecuentes y se presentan en densidades bajas, por lo que no se considera que representen algún problema para la flora nativa del parque. El coco y el almendro que también son exóticas y se encuentran con mayor frecuencia y densidad, son especies naturalizadas en los trópicos por lo tanto tampoco parecen ser una amenaza”.
Agua, aire y tierra
El PNC es potencialmente abundante en anfibios y reptiles. Según Lina Restrepo, el estudio registró 36 especies de reptiles y 23 de anfibios, de las cuales 21 nunca había sido reportadas en el parque, lo que implica que la riqueza de esta región, fue subestimada en estudios anteriores.
“Los anfibios encontrados no están bajo alguna categoría de riesgo de extinción y únicamente tres especies de reptiles estaban amenazadas según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN): la tortuga baula (Dermochrlys coriacea) como “Vulnerable”, tortuga verde (Chelonia mydas) “En Peligro” y tortuga carey (Eretmochelys imbricata) en la categoría de “Peligro crítico””, explicó Restrepo.
A través de los registros visuales y auditivos, las capturas en las redes de niebla y las búsquedas libres o no sistemáticas, se registraron un total de 171 especies de aves, de ellas 120 son residentes, 39 migratorias, 10 con poblaciones residentes y migratorias y dos especies endémicas regionales de la Vertiente Caribe de Centroamérica. Aunado a este registro se incluyeron 42 especies anotadas por otras fuentes.
“En el estudio no observamos a la lapa verde (Ara ambiguus), que sí ha sido reportada cerca del parque. Esta es una especie amenazada cuya distribución ha disminuido en Costa Rica por la deforestación y el tráfico ilegal de pichones. Desde el 2011 existe un programa de reintroducción en el Caribe sur y a pesar de que no se registra el árbol de almendro de montaña, su principal alimento, existen otras especies como la caobilla y la fruta dorada que le podrían ser de sustento”, explicó Restrepo.
Con respecto a los mamíferos se registraron 42 especies, 22 de ellos fueron murciélagos.
Ojo a la interacción
El incremento de la actividad turística dentro de las áreas silvestres protegidas, ocasiona el aumento en las interacciones de los humanos con la fauna. La alimentación directa o indirecta, el hurto o su intento, contacto físico, toma de fotografías con flash, agresiones y ahuyentar el animal, son algunas de los tipos de interacción que fueron consideradas. En este estudio, de acuerdo con González, reportó 109 interacciones, determinadas por observación y entrevistas, donde el protagonista en su gran mayoría, fue el mono cara blanca, , seguido de la ardilla, el perezoso de dos dedos y el mapache, entre otros.
“La mayoría de estas interacciones tienen lugar en el sector de punta Cahuita debido a las concentraciones de turistas en el área, y a que ellos utilizan este punto como sitio de descanso y refrigerio. Ahí se acercan los monos carablanca por la facilidad para obtener comida y debido a eso, cualquier medida de manejo de los animales conflictivos que no involucre la implementación de sanciones y la educación de los turistas y los guías locales, resultaría en un desperdicio de recursos, porque fácilmente otra tropa tomaría su lugar”.
Ni tan poquito
Los estudiantes lograron estimar el retroceso en la línea de costa para el periodo 2005-2015 entre 0 y 41 m la tasa media de erosión para el litoral del PNC es de 2.08 m/año. El sector más afectado fue Punta Cahuita, debido a que la línea de costa tuvo pérdidas de 1-41.1 m. El sector playa Blanca experimentó pérdidas de 1 a 14 m, mientras que para el sector Puerto Vargas y la parte norte del PNC la pérdida de la línea de costa fue de 0-31m.
“La pérdida de la línea de costa tiene implicaciones ecológicas económicas y legales importantes. Las playas ubicadas en los costados del parque son sitios importantes para la anidación de al menos tres especies de tortuga marina, al erosionarse la playa, se pierde una gran cantidad de hábitat disponible para estas especies ya de por si amenazadas. Otras de mapaches, pizotes y aves que dependes de recursos costeros para su alimentación estarían en peligro”, explicó Sergio Escobar.
Dentro de las principales recomendaciones brindadas en este trabajo, destacan el manejo, vigilancia y monitoreo de la anidación de tortugas marinas, diversificar el programa de turismo sustentable para involucrar la observación de fauna de forma responsable, actualizar el programa de turismo sustentable, realizar otros inventarios de biodiversidad con especial interés en especies importantes para conservación, controlar el ingreso ilegal para la extracción de huevos de tortuga y siembra de cultivos.
Este estudio se realizó en el curso de “Investigación y extensión”, coordinado por los académicos Grace Wong y Joel Sáenz, cuyo objetivo fue generar información de línea base para varios grupos de flora y fauna terrestre como insumo para la implementación del plan de manejo del PNC y contó con el apoyo de la administración del parque y el Área de Conservación Amistad –Caribe.