Nacido en la entonces convulsa Unión Soviética y radicado en Costa Rica, Phillipp Anaskin, estudiante de la Escuela de Arte y Comunicación Visual de la UNA, plasma sobre el lienzo esa doble identidad.
A Costa Rica llegó siendo un niño de dos años, poco a poco se acostumbró a la cotidianidad tica y, como muchos otros costarricenses más, de una vez fue a coger café; pero en el seno de su hogar la historia era distinta: sus padres habían abandonado la entonces convulsa Unión Soviética y con libros, fotos y recuerdos trataban de resguardar su pasado.
Phillipp Anaskin, estudiante de la Escuela de Arte y Comunicación Visual, plasma sobre el lienzo los retazos de esa doble identidad. “Los protagonistas de mis obras son mis padres y hermanas, son escenas de esos recuerdos ajenos que empezaron a formar parte de mi historia y que hoy se combinan con las grandes hojas verdes que crecen en el patio; cada mancha, color, textura, pincelada o representación, conforman la búsqueda de mi propia identidad”.
Sueño cumplido
Del 7 al 13 de octubre Anaskin presentó en la galería ArtFlow de Avenida Escazú “No lugar”, una exposición compuesta de 12 pinturas, un audiovisual y una instalación collage, que describen un análisis personal del artista sobre la migración. “Es describir lo que es tener esa doble procedencia, ser y no ser parte de un espacio; conformar una tradición simbólica, social y cultural diferida, donde la pintura me ayuda a entender mi identidad, donde solo el imaginario define el lugar o el no lugar: ese sitio creado por cuentos, historias y recuerdos que se convierten en las paradojas y complejidades que plantea una doble nacionalidad”.
Para Anaskin, la migración es ser un ciudadano del mundo, donde no solo existe la pérdida de lo material, sino que se corta una secuencia de vida; por otra parte, según afirma, lo que se gana es tener esa doble visión como espectador.
“Tengo la oportunidad de tener dos historias. Una de mis mayores influencias es el realismo socialista, por su técnica, ya que por su contenido este era una herramienta de propaganda que maquillaba la realidad vivida, yo con ello no quiero ser un crítico del sistema, solo soy un observador de mi contexto con el cual me identifico”.
El estudiante asegura que esta presentación fue un gran aprendizaje. “En el curso Módulo integrador, el profesor Kenneth Rodríguez nos dio muchas herramientas para fundir el espacio con la obra y llevar a cabo el proyecto. También esta experiencia me deja más seguridad en mi trabajo, porque ahora sé que hay un público para quienes gustan del arte figurativo”.
“No lugar” representa el trabajo final de Anaskin, con el cual obtendrá su bachillerato con énfasis en pintura. “Ahora lo que quiero es darme un espacio para la creación, más adelante seguiré mis estudios, ya sea aquí o fuera del país”.