“Incrementos aparentes en la sismicidad, periodos de calma o terremotos pueden ocurrir en cualquier época del año y en diversas partes del país”, dijo Esteban Chaves. (Fotografía con fines ilustrastivos).
Desde hace 40 años existe en Costa Rica la creencia popular de que en Semana Santa tiembla más; sobre todo por el mito generado alrededor del sismo ocurrido la noche del 2 de abril de 1983 (sábado santo), que originó el terremoto de Golfito con una magnitud de 7.3. Otros suelen asociar algún evento telúrico durante la Pascua a factores climatológicos, como producto del calor o las primeras lluvias del año.
Esteban Chaves, sismólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de la Universidad Nacional (OVSICORI-UNA), recalcó en un reciente informe que en general, el sentir común se asocia con el clima, o bien al registro anecdótico de familiares cercanos, entre otros aspectos, que no tienen correlación espacio-temporal con los procesos geodinámicos (terremotos o erupciones volcánicas) en el interior de la Tierra.
Los sismos son procesos que ocurren al azar, cuya generación depende de las propiedades físicas del medio (geología), así como también de las condiciones de esfuerzos locales y las propiedades mecánicas de la falla.
Sismos al azar
El análisis del catálogo sísmico del OVSICORI-UNA permite determinar qué tan sísmica es la Semana Santa y cómo varía dicha productividad en el tiempo. Por ejemplo, durante la época de Semana Santa de los años 2010 al 2019, la producción de temblores en el territorio costarricense ocurrió al azar, es decir, no hay un orden cronológico que evidencie un incremento o disminución en la tasa de ocurrencia de sismos relativa a la Semana Santa de otros años.
La Semana Santa del 2010 resultó ser sísmicamente más productiva que en 2011, 2012, 2013, 2014 y 2016 (a pesar de que en los años posteriores al 2010 se incrementó la cantidad instrumental de la red sismográfica en Costa Rica), pero menos productiva que los años 2015, 2017 y 2019.
Solo 5 temblores
Chaves indicó que en una década de registro de actividad sísmica en el país (2010-2019), sólo han ocurrido cinco temblores con magnitud mayor o igual a 4.8 durante Semana Santa, los cuales se registraron en 2010, 2014 y 2015. El temblor del 1 de abril de 2010 de magnitud 5,2, ocurrió a lo largo de una falla en el interior de la placa del Coco, producto del doblamiento de esta en el proceso de subducción por debajo de la microplaca de Panamá. Durante la Semana Santa de 2014 y 2015, ocurrieron dos ejemplos claros de interacción sísmica (dos eventos comunicándose entre sí) mediante el campo de esfuerzos estático, conocido como cambio en el estado de esfuerzos de Coulomb.
