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Archivo de la noticia: Setiembre 2014


Mundos virtuales: aprender viajando

 

Estudiantes de la Maestría en Tecnología e Innovación Educativa diseñaron un prototipo de mundo virtual.


 

Se imagina recibir una clase de historia al pie de las pirámides de Egipto, conocer los mamíferos marinos en las profundidades de la Isla del Coco, y analizar los secretos de la vulcanología en el cráter del Kilauea, todo en un mismo día.

 

Este revolucionario modelo de aprendizaje sería posible, según el proyecto de graduación de dos estudiantes de la Maestría en Tecnología e Innovación Educativa (MATIE) de la Universidad Nacional (UNA).

 

Gerardo Falcón y Mauren Aragón diseñaron un prototipo de mundo virtual: “imaginemos un viaje a otro lugar, donde vamos a tener una figura, un ávatar que nos va a representar. Ahí podemos conversar, desplazarnos, intercambiar información, desarrollar pruebas, recibir lecciones. Pasamos entonces de un proceso presencial de aprendizaje a uno más virtual”, explica Aragón, una de las autoras del proyecto.


Como parte de su propuesta, ambos alumnos idearon un curso donde los docentes de la UNA aprenderían a construir sus propios mundos virtuales. Las aplicaciones de un mundo imaginario como herramienta de apoyo didáctico son ilimitadas: “sólo pensar en la utilidad para la medicina con los simuladores anatómicos, para los idiomas, no es lo mismo escribir en francés que ir a visitar un mundo virtual donde hay un café francés y vas a hablar con gente de Francia directamente, y ni qué decir de las artes escénicas, aprender a producir una obra de teatro, explorando vestuarios, escenografías”, agrega Aragón.


Las ventajas de este modelo de aprendizaje saltan a la vista. Sólo es necesario un teléfono celular, una tableta o una computadora con conexión a internet. “Podemos romper los límites de espacio y tiempo, no necesitamos estar en un mismo lugar físico todos los estudiantes o conectados al mismo tiempo. Además, los riesgos se minimizan, un alumno puede asumir las responsabilidades de un astrónomo, un químico o un ingeniero sin incurrir en las consecuencias del mundo real”, concluye Aragón.


Dentro de la UNA es apenas una propuesta, cuya implementación deberá esperar, aunque en sus pasillos se respiran aires de optimismo: “para nosotros como institución pública, lograr que los estudiantes desarrollen proyectos que impacten a la sociedad, y que no se queden en una biblioteca es lo más importante, y propuestas como ésta, cumplen con ese objetivo social”, puntualizó Diana Hernández, coordinadora de la MATIE en la UNA.