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Archivo de la noticia: Agosto 2014


Guerra entre imperialistas

 

En conmemoración del centenario de la Primera Guerra Mundial, Rodrigo Quesada, académico jubilado de la Escuela de Historia, abrió el segundo ciclo lectivo de esa unidad académica con un análisis del conflicto. 


 

“La Primera Guerra Mundial demostró, con amplitud, que las potencias imperiales europeas, junto a los Estados Unidos y Japón, eran capaces de llevar al mundo a la catástrofe para defender la cuota de ganancia que el colonialismo imperialista les había permitido conseguir”, asegura el historiador Rodrigo Quesada, quien impartió la lección inaugural del segundo ciclo lectivo de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional (UNA), el pasado 28 de julio, en el auditorio Clodomiro Picado.

En conmemoración del centenario de la Primera Guerra Mundial, Quesada analizó los entretelones de este acontecimiento histórico, convencido de que “hablar de la Primera Guerra Mundial significa recordarnos lo presente, lo vivencial que es la guerra en este sistema económico”.

Y es que precisamente lo que estaba en juego  -según destacó el investigador- era la ganancia y el crecimiento capitalista que las colonias de las potencias imperiales podrían generar en términos de fuerza de trabajo, materias primas y control estratégico internacional de los mercados.

Explicó que en el periodo previo a la Primera Guerra Mundial había poderes imperiales compitiendo unos contra otros, lo que se refleja en la expansión colonialista realizada por Inglaterra, Alemania, Francia e Italia, a la que se suman también Estados Unidos y Japón. Las colonias, ubicadas principalmente en África, Asia y en el Pacífico, adquirían gran importancia -más que para su explotación-, como pequeños mercados de los medios de consumo producidos en las potencias.

Aparte de ser “la apoteosis de una confrontación inter-imperialista”, Quesada afirma que la Primera Guerra Mundial fue una “guerra total”, lo que significa que el conflicto sobrepasó las dimensiones propiamente militares para abarcar el aspecto económico del sistema, así como todo lo relacionado con las emociones, la espiritualidad y la vida  cotidiana de las personas. “No es una guerra europeas; estamos hablando de una guerra imperialista en términos geográficos, financieros, económicos, ideológicos y culturales”.

Este conflicto -que se mantuvo de 1914 a 1918-  arrastró a la muerte a unos 10 millones de personas en los campos de combate, dejó heridos, mutilados y enfermos a otros 18 millones de hombres y afectó de manera indirecta, por razones sociales, económicas y psicológicas, a 100 millones de seres humanos más.