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Enero 2019


Cultura de violencia atemoriza a niños y niñas

“El día más terrorífico de mi vida fue una vez que mi mamá fue a comprar frutas al super  y unos asaltantes llegaron a las cajas a quitar todo el dinero que había y pidieron los celulares para tirarlos debajo del mueble para que  nadie pudiera llamar a la policía. Los asaltantes llevaban revolver en las manos y yo tenía miedo de que mataran a todos…”

Así vivió la violencia el niño Mariano Arguedas García, estudiante de la Escuela República Dominicana, en San Francisco de Dos Ríos, quien  relató su experiencia en un cuento con el cual participó en el Festival Estudiantil de las Artes.

A episodios tan atemorizantes como el que describe Mariano se enfrentan muchos más niños y niñas en esta cultura de la violencia que vive cotidianamente la sociedad costarricense.

“¡Sí es una cultura de violencia! Las personas creen que a través de la violencia se resuelven las cosas, se educa, se imponen poder y criterios… Entonces es importante que desde la academia hagamos nuestra parte para transformar esta cultura que tenemos”, afirma Miroslava Bonilla, académica del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Niñez y la Adolescencia de la Universidad Nacional (Ineina-UNA).

En esa dirección, se realizó la consulta “El día más terrorífico de mi vida”: La violencia desde la lectura de niños y niñas costarricenses”, que retoma el título del cuento de Mariano para dar volumen a voces que generalmente están en silencio.

A través de historias y dibujos, 225 niños y niñas de 1º, 2º y 3er grado de escuelas costarricenses revelaron su percepción sobre qué es violencia y cuál ha sido el día más terrorífico de su vida, en esta consulta realizada por especialistas del Ineina y de Defensa de Niños y Niñas Internacional (DNI).

“Escuchar las voces de los niños y las niñas nos permite observar cómo ellos sí tienen una respuesta, sí tienen una opinión… Ellos saben lo que les rodea, entienden la situación que están viviendo, tienen miedo del nivel de violencia. La inseguridad ciudadana es lo que ellos más identifican”, destaca Ingrid Porras, representante del DNI y consultora en educación y derechos humanos.

Violencia en imágenes y palabras

Y así lo confirmaron estos escolares con edades entre 7 y 9 años, quienes mediante dibujos e historias revelaron creados durante talleres lúdicos realizados del 15 de setiembre al 15 de octubre de 2019, pusieron en evidencia las distintas formas de violencia que perciben a su alrededor.

Con base en estas imágenes y palabras de los menores, el equipo investigador llega a las siguientes conclusiones: los niños y niñas perciben sus comunidades y las calles como escenarios violentos e inseguros; la violencia en el hogar aún sigue vigente, especialmente el castigo físico; la violencia de género permea la vida cotidiana de niños y niñas, y en la escuela se percibe y se reconoce el bullying como violencia.

Muertes a balazos en media calle,  asesinato de una tía por parte de su pareja, niños víctima de acoso escolar, pleitos entre conductores en carretera, agresiones a los hijos pequeños dentro del hogar, son parte de las vivencias de violencia que reflejan los niños en sus relatos y dibujos.

Además, llamó la atención de los investigadores que los niños incluyeron otras violencias, como por desastres naturales,  por el inadecuado manejo de situaciones de duelo en el hogar y por agresión contra las mascotas y demás animales.   

¿Qué vamos a hacer con esta información  que los niños nos dan, qué devolución vamos a hacer como Estado, como país, como sociedad, como familia, que educaa estos niños y niñas?, cuestiona la especialista Porras del DNI.

Entre las recomendaciones del equipo investigador destaca el imperativo de cumplir con el artículo 19 de la Convención de los Derechos del Niño, el cual obliga al Estado a adoptar “medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual”.

Para ello, consideran indispensable unir esfuerzos para un trabajo permanente y articulado entre Estado, organizaciones no gubernamentales y la sociedad en general.

El académico del Ineina, Rodolfo Vicente, afirmó que los resultados de esta consulta se expondrán ante los consejos municipales de los cantones donde están ubicadas las escuelas participantes, así como alConsejo Nacional de la Niñez y la Adolescencia, que cuenta con representación de altos rangos del Poder Ejecutivo, para garantizar que  los mensajes que dieron los escolares a través del cuento y de los dibujos incida en que los adultos entiendan que los niños se dan cuenta de todo, que están presentes en todo, pero que los invisibilizamos.

Lamentablemente, como recuerda Miroslava Bonilla, hace 30 años que firmamos la Convención y aún tenemos el imperativo de transformar la cultura de violencia.

Ante este panorama, el llamado de Ingrid Porras, del DNI, a todos los sectores de la academia, de las organizaciones sociales y de las entidades gubernamentales cobra especial vigencia:  “Hagamos un alto y sentémonos a escuchar a los niños y las niñas, escuchemos sus voces, pero sobre todo, demos una respuesta…”

Escuelas participantes 

La consulta “El día más terrorífico de mi vida”: La violencia desde la lectura de niños y niñas costarricenses”, en la que participaron 225 niños y niñas con edades entre 7 y 9 años, se realizó en seis centros educativos del país: 

Escuela República Dominicana (San Francisco de Dos Ríos)

Escuela Cristiana de Torremolinos  (Desamparados) 

Escuela Finca Guararí (Heredia)

Escuela Quebradón (Upala)

Escuela Pitahaya (Puntarenas)

Escuela Jiménez  (Pococí)

Foto de portada: Mariano Arguedas, estudiante de primer ciclo de la Escuela República Dominicana, escribió el cuento “El día más terrorífico de mi vida”, donde relató la atemorizante experiencia vivida durante el asalto a un supermercado.

Foto interna: La cultura de la violencia impacta a los niños, quienes incluso han sido testigos de femicidios, como se muestra en este dibujo, donde el autor escribe “a mi tía la mató mi tío”.