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Académicos UNA reciben premio nacional cubano

Investigación conjunta entre académicos de la Escuela de Ciencias Biológicas y la Universidad de la Habana sobre actinoporinas gana Premio Nacional de Ciencias de la Academia de Cuba.

Los académicos de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (UNA), Javier Alvarado (co investigador principal) y Frank Solano (colaborador), fueron reconocidos como co ganadores del Premio Nacional de Ciencias de la Academia de Cuba. La investigación, denominada “La Unión a la membrana y a la actividad formadora de poros de las actinoporinas están determinadas por las propiedades fisicoquímicas de la membrana”, se realizó en conjunto con académicos de la Universidad de la Habana en Cuba. 

Alvarado conoció a Carlos Manuel Álvarez, quien lideró el proyecto, cuando este último impartió una charla en la UNA sobre moléculas con actividad inhibidora de proteasas, péptidos antimicrobianos y proteínas formadoras de poros en membranas conocidas como actinoporinas. “Las actinoporinas son toxinas producidas por anémonas de mar y el grupo de La Habana es referente a nivel mundial en el campo de estas toxinas”, detalló Alvarado. 

Esa misma semana ambos presentaron un proyecto de investigación conjunta que inició en el 2011. Alvarado realizó posteriormente sus estudios de doctorado en Cuba, y desde entonces se ha mantenido la colaboración con el grupo de La Habana. 

 Reconocimiento 

Ellos llevan más de 20 años trabajando en la caracterización de dos actinoporinas obtenidas de una anémona de las costas cubanas. Estas toxinas son Sticholysina I y Sticholysina de la anémona Stichodactyla helianthus. A lo largo de ese tiempo, han logrado determinar mediante estudio en membranas modelos (liposomas y membranas planas) y combinadas con técnicas de espectroscopía de fluorescencia y microscopia cuál es la composición lipídica que “prefieren” esas toxinas para unirse a las membranas. Es decir, cuáles lípidos son fundamentales y la proporción de estos en las membranas para que estas toxinas lleven a cabo óptimamente su función de unirse a las membranas y producir poros en las mismas. Estas toxinas son utilizadas por las anémonas como parte de su arsenal molecular presente en su veneno para depredar y para defenderse de los depredadores.”, explicó Alvarado. 

Costa Rica participa en el premio a raíz del proyecto que se escribió en el 2010 y el desarrollo del doctorado del investigador. “Logramos mediante técnicas de biología molecular reportar a la ciencia una nueva actinoporina de la anémona del Pacífico costarricense Anthopleura nigrescens La denominé nigrelisina (en inglés nigrelysin) en honor a la anémona. En conjunto con Solano, logramos obtener la secuencia génica codificante para la toxina y expresar la misma en bacterias E. coli. De esta forma logramos producir en el laboratorio a nigrelisina, la purificamos y con ayuda del grupo de La Habana se llevó a cabo su caracterización molecular y funcional”.  

Según el investigador, el contar con una nueva toxina y comparar su unión a membranas modelo y actividad en eritrocitos y células tumorales, amplía aún más el conocimiento de estas toxinas y su acción sobre las membranas biológicas. 

Formar parte de uno de los grupos de investigación que recibió reconocimiento significa una inmensa motivación a seguir trabajando en el campo de la biología molecular y biotecnología. Significa que el trabajo que hacemos los académicos de la UNA puede ser de muy alta calidad, y que indudablemente la colaboración con otros investigadores nacionales e internacionales nos permite generar conocimiento de impacto en el campo de la biomedicina, que en un futuro puede llegar a mejorar nuestra vida”, dijo Solano. 

Para Alvarado, este es un estímulo para seguir haciendo su trabajo en el campo de la investigación. “A la vez, es una señal clara que la buena ciencia no la realiza una persona individual, sino que para ello se requiere de la colaboración de otros investigadores. Solo así podemos avanzar en el campo científico el cual es muy competitivo”. 

Las actinoporinas de acuerdo con Alvarado, son de gran interés por su potencial para uso biomédico. “El grupo de La Habana tiene una patente en Estados Unidos sobre el uso de una Sticholysina como componente en un sistema de liberación de antígenos al citosol celular, el cual puede ser usado en el diseño de vacunas. Pero también, han trabajado en una inmunotoxina (la toxina unida a un anticuerpo) dirigida contra células tumorales”. 

Fotografías: Los académicos Frank Solano y Javier Alvarado de la Escuela de Ciencias Biológicas de la UNA.

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