Académica de la UNA desde 1985, Sandra Ovares forma parte de la División de Educación Rural del CIDE, que lleva la educación superior a estudiantes de las comunidades menos favorecidas y más alejadas del territorio nacional.
Llevar la Universidad a estudiantes de las comunidades menos favorecidas y más alejadas del territorio nacional, quienes de otra forma difícilmente tendrían acceso a la educación superior, es el principal aporte que Sandra Ovares ha hecho a través de su trabajo en la División de Educación Rural del Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE).
Académica de la UNA desde 1985, cuando formaba en ciencias a estudiantes de los “planes de emergencia” para profesores de secundaria, Ovares se especializó por experiencia en la parte rural y actualmente no solo imparte cursos de educación rural e indígena, sino que coordina el proyecto “La reconstrucción de saberes en comunidades indígenas Bribri y Gnöbe”, luego de haber trabajado aproximadamente cuatro años en un proyecto de capacitación a los maestros de “Lengua y cultura” de las comunidades indígenas cabécar y bribri.
La académica del CIDE destaca el apoyo incondicional que la unidad ha tenido de parte de la UNA, haciendo eco del lema “Universidad Necesaria”, lo que se refleja en hechos como conceder becas a indígenas para garantizar su permanencia en la carrera de Formación de Docentes en I y II Ciclo para comunidades rurales y comunidades indígenas, así como eximir del examen de admisión a estos estudiantes, en atención al Convenio 169 de los Pueblos Indígenas.
Ovares, quien se desempeñó como subdirectora de la División de Educación Rural, cuenta con una Licenciatura en Enseñanza de la Biología, Maestrías en Administración Educativa y en Formación de Formadores y recientemente obtuvo la categoría de catedrática.
