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Archivo de la noticia: Mayo 2014


Trabajo doméstico mueve economía nacional

 

IDESPO calculó el valor económico del trabajo doméstico no remunerado,  que recae sobre las mujeres en los hogares costarricenses.


 

Cada mañana, miles de costarricenses se integran a su jornada laboral, luego de tomar el desayuno, vistiendo ropa limpia y planchada, e incluso cargando una lonchera con merienda y almuerzo.

Tan natural es para la mayoría de los ticos disfrutar de estos servicios ofrecidos, de gratis, fundamentalmente por las mujeres de la casa, que no es de extrañar que nadie se pregunte cuánto costaría pagar por ellos.

Desvalorizado históricamente por la sociedad, aún por las mismas amas de casa quienes afirman “yo no trabajo” cuando se les pregunta qué hacen, el quehacer del hogar sí es trabajo; cumple con las características de toda actividad productiva: se puede delegar a una tercera persona y proporciona un  producto o servicio que se puede intercambiar.

Aún así, es invisibilizado en las estadísticas oficiales del mercado laboral, que solo otorgan valor a aquellos bienes y servicios tranzados en el mercado, por lo que clasifican como “inactivas” a las personas que declaran dedicarse en exclusiva a oficios domésticos de su propio hogar.

Con el objetivo de hacer visible el aporte a la economía costarricense del trabajo doméstico no remunerado, la estadística e investigadora del Instituto de Estudios Sociales en Población de la Universidad Nacional (IDESPO-UNA), Irma Sandoval,  calculó el valor monetario de estas labores.

Basado en la Encuesta de Uso del Tiempo de la Gran Área Metropolitana (GAM), la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2011 y estadísticas del Banco Central de Costa Rica, el cálculo –realizado por primera vez en Costa Rica- evidencia que la contribución del trabajo no remunerado a la economía nacional representa el 16% del Producto Interno Bruto (PIB), en el caso de la GAM.

“Es un valor económico considerable que estamos dejando de visibilizar”, subrayó la especialista. Y es que –de acuerdo con el cálculo- el aporte del trabajo no remunerado al PIB es similar al realizado por sectores pujantes de la economía nacional como la industria manufacturera (15,66%) y comercio, restaurantes y hoteles (15.70%). En cifras, el valor total en la GAM supera los ¢3.200 millones, parecido al de cada uno de los sectores de la economía mencionados.

La investigadora del IDESPO también hizo la estimación del valor económico del trabajo doméstico no remunerado tomando en cuenta todo el país: el porcentaje aumenta a un 30%. “Imaginémonos que a todos los quehaceres del hogar los tranzáramos en el mercado y le pusiéramos un valor, resulta que ese valor es como si juntáramos la industria manufacturera y el comercio. Ese 30% no lo alcanza ninguno de los sectores de la economía”, resalta Sandoval.

El trabajo doméstico representa el 95% del total del trabajo remunerado, que también incluye los rubros “de subsistencia” y “voluntario”, que apenas significan 5% entre los dos. De manera que el 95% del valor calculado corresponde exclusivamente a actividades como lavado y planchado de ropa, limpieza, preparación de alimentos, cuido de los niños, entre otras, con las cuales esposas, madres, abuelas y hasta hermanas y tías, reproducen día a día la fuerza laboral del país y mueven la economía nacional.

En el camino hacia la visibilización de la contribución a la economía de las labores del hogar no pagadas, la Encuesta de Uso del Tiempo de la GAM, presentada a finales de 2012, fue un importante paso adelante.
Desarrollada por una comisión integrada por varias interinstituciones, entre ellas  el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), el INEC y la UNA, la encuesta evidencia que la carga global de trabajo  (suma de trabajo remunerado y no remunerado) es mayor para las mujeres.

Hay una gran brecha en la forma en que hombres y mujeres usan el tiempo: ellas realizan el 73% del  trabajo del hogar.

A pesar de la creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral y de la reciente y tímida incorporación de hombres al trabajo doméstico, la asignación de roles por género característica de una visión machista se mantiene y, en consecuencia, aún pareciera estar vigente la sentencia patriarcal de que el quehacer del hogar es “un trabajo de mujeres”.

Eso conlleva a que las tres cuartas partes de ese 30% del PIB que representa el valor del trabajo no remunerado es producido por manos femeninas. “Si tuviéramos una distribución equitativa debería ser mitad y mitad porque aproximadamente somos 50% mujeres y 50% hombres en la sociedad”, advierte Sandoval; sin embargo, Costa Rica todavía está lejos de alcanzar esa equidad.