Valeria Leitón y Melissa Solórzano, graduadas de la Licenciatura en Ingeniería en Gestión Ambiental de la Universidad Nacional (UNA), presentaron, en octubre del año pasado, una propuesta de plan de monitoreo y control de ruido para el casco central de Heredia.
Leitón y Solórzano se enfocaron en investigar la contaminación por ruido entre 2021 y 2022, y definieron tres fases: la elaboración de una línea base de las condiciones de ruido ambiental, la creación de mapas acústicos y el diseño de una propuesta para el control de la contaminación sonora.
Tráfico ruidoso
Los resultados revelaron que el tráfico vehicular es la principal fuente de ruido ambiental en la zona. A pesar de las restricciones vehiculares nocturnas implementadas durante la pandemia covid-19, los niveles de ruido superaron los límites recomendados tanto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como por la reglamentación nacional, tanto en el período diurno como nocturno.
“El mapa acústico revela que el casco central de Heredia presenta altos niveles de ruido en el 90% de su superficie. El sector de la UNA se mantiene como un punto crítico, lo cual es consistente con estudios anteriores”, cita el informe.
Las estudiantes mencionaron que los altos niveles de ruido en el casco central de Heredia, al igual que en otras zonas urbanas, “representan un riesgo para la salud de las personas, debido a sus efectos negativos, como trastornos del sueño, problemas cardiovasculares, estrés, aumento de la presión arterial, ansiedad, disminución de la productividad laboral y del aprendizaje, entre otros”.
Para reducir la exposición al ruido del tráfico vehicular, se sugieren acciones como el uso de pavimentos que disminuyan el ruido del contacto neumático-carretera, la instalación de barreras acústicas en sitios de interés y la promoción de prácticas de conducción responsable. Además, “es necesario promover el transporte público, la movilidad activa como caminar y montar bicicleta, y la adopción de tecnologías de transporte más limpias y silenciosas”.
Otro aspecto para considerar, según el estudio, es la inclusión de espacios naturales en la planificación urbana, como áreas verdes, parques, jardines y bulevares, que pueden actuar como barreras naturales para absorber y amortiguar el sonido. "Se debe analizar el tamaño y la ubicación adecuada de estos espacios para maximizar su efecto en la reducción de la contaminación por ruido. La vegetación con árboles y arbustos no solo tiene un impacto positivo en la reducción del ruido; también trae beneficios como la disminución de la temperatura urbana, la promoción de la biodiversidad y la mejora de la salud mental y física de las personas, lo que en consecuencia mejora su calidad de vida”, indicaron las estudiantes.
Además de las recomendaciones, Leitón y Solórzano sugirieron a la Municipalidad de Heredia realizar mediciones de ruido en otras zonas de su jurisdicción para evaluar la magnitud del problema, comparar resultados y determinar las medidas adecuadas para abordarlo.