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Archivo de la noticia: Agosto 2017


Sí hay solución para perros alterados por tormentas eléctricas

 

El veterinario Mauricio Jiménez, director del Hospital de Especies Menores y Silvestres de la UNA, recomienda que durante una tormenta eléctrica a las mascotas, principalmente perros, se les ingrese a la vivienda para disminuir el estrés que les provoca la rayería.



 

Aullidos agudos, ladridos constantes e incluso correr desaforadamente con el rabo entre las piernas, son las más claras manifestaciones de alteración que producen los relámpagos y truenos en las mascotas. 

 

Para mitigar esta situación, Mauricio Jiménez, director del Hospital de Especies Menores y Silvestres de la Universidad Nacional (Hems-UNA), recomienda a los dueños permitir que el animal ingrese a la casa de habitación, en donde se le pueda brindar refugio y cariño mientras dure la tormenta eléctrica.

 

Jiménez comentó que en la mayoría de los casos la tormenta eléctrica se asocia con fuertes lluvias y vientos, elementos que también son detonantes en el estado de ánimo de los perros. “Las mascotas buscarán siempre meterse a la casa para estar junto a su dueño y sentirse seguros, ajenas al agua y a la radiación que provoca el resplandor de la descarga eléctrica”.

 

Jiménez indicó que los perros tienen la facilidad de asociar en su cerebro las situaciones que les causan dolor, por lo que algunos especialistas internacionales recomiendan someter al animal a terapia para que rompa esa asociación. 

 

Una de las técnicas  más usadas hasta la fecha es poner al animal junto a un parlante para que de forma gradual escuche diferentes sonidos de trueno de baja hasta alta intensidad; conforme el perro tolere el sonido del rayo, así se podrá incrementar el sonido y, por ello, recompensarlo.

 

Sobre el uso de tranquilizantes, Jiménez considera que no es lo más apropiado, dado que no pueden inyectar los medicamentos sin que haya tormenta. Añadió que en los perros longevos podría ocasionar problemas digestivos o renales, por lo que es fundamental conocer el estado del paciente, previo a la aplicación de un tranquilizante.