Guillermo Solano Gutiérrez
Periodista UNA
En su Venezuela natal, Lisbeth miraba con preocupación su presente, el entorno que le rodeaba a ella y a su familia y lo que podría ocurrir a futuro. De repente, sus hijos asistían solo tres días por semana a la escuela; el agua y otros servicios esenciales escaseaban y el trabajo en su salón de belleza comenzó a verse afectado.
Con tres hijos (hoy de 22, 15 y 10 años), que dependían de ella y de su esposo, comprendieron que quedarse allí era inviable. Hace siete años fue él quien primero tomó la decisión de dejar su país y arribar a Costa Rica en busca de nuevas oportunidades.
Luego, fue ella, un año después, con sus dos hijos menores, quien empacó maletas. La familia por fin volvió a reunirse. “Este es un hermoso país, de muchas oportunidades, que nos ha abierto las puertas”.
El pasado 9 de octubre, Lisbeth Manjarrez tuvo su más reciente episodio de esa apertura, a la que hace referencia, en la Universidad Nacional (UNA). Por medio de un proyecto de la Escuela de Bibliotecología, Documentación e Información (EBDI) y de la Biblioteca Infantil Miriam Álvarez Brenes, con apoyo de la organización HIAS, se realizó un curso sobre manejo de Excel y de redes sociales aplicado a emprendedoras, de la que formaron parte mujeres en condición migratoria y madres de familia, como es el caso de Lisbeth.
La tarde de ese 9 de octubre, fue la graduación. En total, 10 mujeres recibieron el certificado, en las instalaciones de la Biblioteca infantil. Fue una fiesta total que combinó el último de los talleres del curso (que iniciaron el 4 de setiembre), con el acto de graduación, en compañía de sus hijos e hijas, otros familiares, los capacitadores, además de un arroz con pollo, queque y café. Afuera llovía torrencialmente, pero adentro, la algarabía era plena.
Se movieron sillas, mesas y estantes y se abrió un espacio para que el nombre de cada una de ellas fuera mencionado y pasara al frente a recoger su certificado. Los nombres de Luz Elena, Belkis, Gladys, María, Maritza, entre otras graduadas, se fueron sumando, como el corolario de un esfuerzo importante que la hacía distribuir su tiempo entre estudiar, trabajar y ver por sus familias.
Sharon Ugalde, coordinadora de la Biblioteca Infantil Miriam Álvarez, estuvo en primera fila de todo este proceso de enseñanza y capacitación, y reconoció el esfuerzo de cada una de ellas. Recordó que HIAS, que trabaja con personas refugiadas, identificó a un grupo de mujeres de la provincia de Heredia que habían empezado con un emprendimiento.
Fue así como elaboraron un plan de negocios para cada caso. “En ese contexto nos solicitaron apoyo en capacitación sobre temas que se les puede apoyar, de manera que gestionen sus emprendimientos de mejor manera. Se coordinó con la Escuela de Bibliotecología y organizamos una capacitación de seis sesiones sobre temas como Excel, Word, Canva y redes sociales”, describió Ugalde.
Mientras ellas estaban en los talleres, se coordinó con estudiantes de cuarto año de la carrera de Bibliotecología, y como parte de sus prácticas profesionales, atendían a sus hijos e hijas.
Las capacitaciones fueron brindadas por Ademar Segura, académico de la EBDI, y por Freddy Oviedo y Magally Campos, informáticos de dicha Escuela. En la graduación también estuvieron presentes el director, Juan Pablo Corella y la subdirectora, Loireth Calvo.
Alzar vuelo
En el último taller, las estudiantes todavía daban retoques a logos de sus emprendimientos, depuraban animaciones en formato de video para postear en sus redes sociales y pedían opinión a sus otras compañeras y al facilitador sobre aspectos que podían mejorar.
Las herramientas obtenidas serán un aliciente más que les permitan alzar vuelo, en su objetivo de posicionar su negocio en el mercado. “En la UNA la experiencia ha sido excelente, nos han apoyado desde el primer momento, todo lo que hemos aprendido es edificante y acertado, porque recordé algunas cosas que ya había conocido, pero se olvidaron y aprendí otras nuevas”, manifestó Lisbeth.
Sus esfuerzos por superarse, salir adelante y ser un ejemplo para sus hijos y dos nietos (de cinco y dos años) la llevaron a obtener financiamiento como capital semilla para reimpulsar su salón de belleza.
“Con lo que he aprendido aquí a nivel de mercadeo y aprovechamiento de las redes sociales estoy lista”, manifestó Monjarrez con orgullo. Esta vecina de San Pablo de Barva, en Heredia, se aprestaba ese fin de semana siguiente a su graduación, para abrir su emprendimiento llamado Coralina, como la piedra preciosa. Su sonrisa delataba su felicidad. De nuevo, encontró en este país y en la UNA, otra puerta abierta para seguir adelante.