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Chile en el corazón de la UNA

Chile en el corazón de la UNA

En un acto conmemorativo para destacar el legado de académicos chilenos que contribuyeron a la consolidación de una universidad incipiente, como lo era la Universidad Nacional (UNA), la Comisión del 50 aniversario y el Instituto de Estudios  Latinoamericanos (Idela-UNA), organizaron el acto: Dos Memorias,  dos vivencias: palpita chile en el corazón de América.

A partir del golpe de estado a Salvador Allende en 1973, llega a la Universidad Nacional una numerosa diáspora de académicos y académicas de origen chileno quienes aportaron en diversas áreas de conocimiento y la cultura.

“En la década delos 70 nuestra América estaba sumida en la incertidumbre y el dolor ante la avanzada de regímenes de facto a lo largo del continente inspirados en doctrinas de seguridad nacional y cuya violencia es hoy parte de los estudios de restauración, memoria y defensa de los Derechos Humanos. La toma del poder en Chile el 11 de setiembre de 1973, conmovió a nuestro país que asistió a ese suceso mediante informaciones periodísticas que junto

con imágenes sobrecogedoras editorializaban sobre la tradición democrática de Chile en contraposición aquellas imágenes que se nos presentaba ante los flujos diastóricos o exiliares. Costa Rica como tantos otros países se convertía en país de acogida y de refugio en el caso de las personas chilenas”, dijo Marybel Soto, directora del Idela-UNA.

Para Margarita Portugués, embajadora de Chile en el país, el 50 aniversario del golpe lleva a la reflexión. “El impacto fue más allá de nuestras fronteras. Miles de chilenos  se vieron obligados a salir del país. la solidaridad internacional ante los hechos sucedidos se activó y países como Costa Rica recibieron a connacionales permitiéndoles desarrollarse en este suelo cálido y generoso”.

 Vivencias

Florencio Magallón Martínez, académico jubilado de la Escuela de Ciencias Geográficas y  Marcia Baraona, académica pensionada de la Escuela de Ciencias Agrarias, fueron los encargados de narrar sus experiencias desde la salida de su país natal, hasta la actualidad.

“Esa vuelta al pasado nos permite reconocer a la UNA del presente como el resultado de esfuerzos colectivos y de la confluencia de experiencias e historias de vida que, en el caso de la profesora Baraona y el profesor Magallón, ejemplifican las posibilidades y la fuerza de la voluntad humana de sobreponerse al dolor del exilio y sus causas, para sumarse a un proyecto al que brindaron significativos aportes, contribuyendo a construir, desde los cimientos una institución que ha brindado múltiples beneficios a la sociedad costarricense”, dijo la académica del Idela-UNA Marcela Ramírez.

Ramírez también fue la encargada de presentar el libro: “Voces y rostros del exilio chileno en Costa Rica, 1973-2020”, una recopilación de aspectos como las resistencias en el exilio, la constitución de comunidades emocionales, el papel de las artes como vehículos para denunciar, narrar el dolor del destierro y la resiliencia y también, los testimonios y la memoria como herramientas que dan rostro, cuerpo y vida a las personas que protagonizaron estos hechos.

 

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En un acto conmemorativo para destacar el legado de académicos chilenos que contribuyeron a la consolidación de una universidad incipiente, como lo era la Universidad Nacional (UNA), la Comisión del 50 aniversario y el Instituto de Estudios  Latinoamericanos (Idela-UNA), organizaron el acto: Dos Memorias,  dos vivencias: palpita chile en el corazón de América.

A partir del golpe de estado a Salvador Allende en 1973, llega a la Universidad Nacional una numerosa diáspora de académicos y académicas de origen chileno quienes aportaron en diversas áreas de conocimiento y la cultura.

“En la década delos 70 nuestra América estaba sumida en la incertidumbre y el dolor ante la avanzada de regímenes de facto a lo largo del continente inspirados en doctrinas de seguridad nacional y cuya violencia es hoy parte de los estudios de restauración, memoria y defensa de los Derechos Humanos. La toma del poder en Chile el 11 de setiembre de 1973, conmovió a nuestro país que asistió a ese suceso mediante informaciones periodísticas que junto

con imágenes sobrecogedoras editorializaban sobre la tradición democrática de Chile en contraposición aquellas imágenes que se nos presentaba ante los flujos diastóricos o exiliares. Costa Rica como tantos otros países se convertía en país de acogida y de refugio en el caso de las personas chilenas”, dijo Marybel Soto, directora del Idela-UNA.

Para Margarita Portugués, embajadora de Chile en el país, el 50 aniversario del golpe lleva a la reflexión. “El impacto fue más allá de nuestras fronteras. Miles de chilenos  se vieron obligados a salir del país. la solidaridad internacional ante los hechos sucedidos se activó y países como Costa Rica recibieron a connacionales permitiéndoles desarrollarse en este suelo cálido y generoso”.

 Vivencias

Florencio Magallón Martínez, académico jubilado de la Escuela de Ciencias Geográficas y  Marcia Baraona, académica pensionada de la Escuela de Ciencias Agrarias, fueron los encargados de narrar sus experiencias desde la salida de su país natal, hasta la actualidad.

“Esa vuelta al pasado nos permite reconocer a la UNA del presente como el resultado de esfuerzos colectivos y de la confluencia de experiencias e historias de vida que, en el caso de la profesora Baraona y el profesor Magallón, ejemplifican las posibilidades y la fuerza de la voluntad humana de sobreponerse al dolor del exilio y sus causas, para sumarse a un proyecto al que brindaron significativos aportes, contribuyendo a construir, desde los cimientos una institución que ha brindado múltiples beneficios a la sociedad costarricense”, dijo la académica del Idela-UNA Marcela Ramírez.

Ramírez también fue la encargada de presentar el libro: “Voces y rostros del exilio chileno en Costa Rica, 1973-2020”, una recopilación de aspectos como las resistencias en el exilio, la constitución de comunidades emocionales, el papel de las artes como vehículos para denunciar, narrar el dolor del destierro y la resiliencia y también, los testimonios y la memoria como herramientas que dan rostro, cuerpo y vida a las personas que protagonizaron estos hechos.

 

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