Se ha vuelto común que las personas deban pasar una, dos y hasta tres horas en su vehículo o en el autobús, en interminables presas, para llegar a su destino final.
Esto puede acarrear situaciones de estrés, ansiedad y frustración. Lo visto el 15 de diciembre del año anterior, en las inmediaciones del aeropuerto Juan Santamaría, cuando un conductor atascado en una congestión vehicular sacó su arma de fuego y disparó al aire en varias ocasiones, es un reflejo de ello.
El psicólogo clínico de la Escuela de Psicología de la Universidad Nacional (UNA), Elvis Solano, brindó consejos para dos momentos determinantes: cuando la persona lleva mucho tiempo atrapado en la presa, y cuando ya llegó a su casa o lugar de trabajo o estudio con una carga emocional acumulada importante.
Aceptación de la realidad
De acuerdo con Solano, lo primero que debe hacer una persona frente al volante o mientras ocupa un asiento en el autobús es comprender que la realidad del país dicta que podrá toparse regularmente con muchas presas y que esa circunstancia se sale de su control. “Uno puede decir que se tomen rutas alternas o que salga de su casa más temprano, pero tarde o temprano va a encontrase con un embotellamiento, y ante eso, debe haber una aceptación de esa realidad, que no genere mayor presión que pueda conducir a una elevación en los niveles de estrés”.
El llamado carpooling, mediante el cual varias personas que tiene una misma ruta de destino puedan compartir el viaje, no solo tiene implicaciones sobre la cantidad de vehículos en carretera, sino también a nivel psicosocial. “Se puede crear un entorno ameno, donde las personas entre sí pueden ir dialogando, compartiendo experiencias, contando anécdotas, que puedan aminorar el efecto externo de las presas en las calles”, sugirió el experto.
El manejo de la respiración es un ejercicio que la persona, de manera individual, también puede realizar. El consejo es: periódicamente cierre los ojos, inhale, exhale y deje fluir el aire a través de los pulmones. “Se trata de tener más contacto conmigo mismo por medio de la respiración”.
Si va en carro, puede alternar el uso de aire acondicionado con la apertura de una ventana para que el aire del exterior circule a lo interno del carro.
Escuchar música de su agrado, un podcast sobre algún tema de interés particular o un audiolibro, también aprovechar los minutos u horas para aprender un nuevo idioma son medidas que contribuyen a ese requerimiento de salud mental. Lo importante, enfatizó Solano, es que el cuadro de estrés diario que se presenter no se convierta en algo más crónico que incida sobre el estado de salud de la persona.
¡Logré llegar!
Cuando finalmente llegó a su destino, puede que la persona arrastre una carga emocional que se refleje en su estado de ánimo, en su interés para socializar e interactuar con compañeros de trabajo o con miembros de su familia.
Pero preste atención al entorno, dice el psicólogo. “Pueda ser que al llegar al hogar y si hay niños pequeños, ellos quieran destinar un tiempo para jugar con la mamá o con el papá, por ejemplo y en este escenario, es fundamental tomarse un tiempo de transición, para darme un espacio yo mismo y liberar esa tensión y esa energía acumulada”, recomendó.
En ese espacio personal puede incluir una ducha, tomar un café, salir a caminar, sacar a pasear a la mascota o realizar cualquier otra actividad que la persona sienta que le genera una satisfacción. “Es fundamental decir y comunicar esas cosas. Decirle a la familia que el tránsito estuvo muy pesado y que necesito ese espacio para recargar baterías y luego de eso, ahora sí, retomar la cotidianidad”, indicó Solano.
Otra recomendación que hace el experto es que pueda destinarse un tiempo para escribir aquellas cosas que generaron estrés durante el día, como una forma de “cambiar el chip” y dejar en el papel las situaciones que provocaron algún enojo o estrés acumulado.
Lo fundamental, en todo momento, manifestó, es tener siempre el control interno sobre las situaciones externas, inevitables o inmanejables y evitar a toda costa que esto pueda repercutir en la salud mental y física o que pueda incidir a nivel social, en las relaciones con familiares u otras personas.
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