Seley Ramírez, doctor en medicina natural de la Universidad de Nuevo México, Estados Unidos, promueve los beneficios de las prácticas alternativas para la salud integral, desde el curso “Terapias complementarias” del Centro de Estudios Generales de la UNA.
¿Quién se ha tratado con medicina complementaria?, es la pregunta que lanza Seley Ramírez, profesor del curso “Terapias complementarias” del Centro de Estudios Generales (CEG) de la Universidad Nacional (UNA) el primer día de clases. Y es que quién no ha acudido alguna vez a formas de sanación distintas a la medicina alopática, que es la “oficial”, la que encontramos en hospitales y consultorios.
Cada vez que tomamos algún té de hierbas para un dolor de estómago recurrimos a la fitoterapia; cuando nos bañamos aplicamos la hidroterapia, cuando recibimos sol por la mañana, la helioterapia, y la dietoterapia la aplicamos cada vez que nos alimentamos balanceadamente.
Para el especialista, uno de los principios más importantes de la medicina complementaria es la responsabilidad de la persona por su propia vida; es por eso que el médico, en este caso, no es un profesional omnipotente, en cuyas manos está la vida del paciente, a vivir o se va a morir, sino más bien un interlocutor, un asesor. “La medicina natural escucha el sonido de la vida”, subraya Ramírez, quien ve en este hecho una buena razón para que las personas se hayan volcado últimamente hacia las prácticas medicinales complementarias.
Añade que mientras la medicina química- tecnológica va aliviando síntomas y aletargando dolores, la medicina complementaria mira hacia la integralidad de las personas y hacia una mejor convivencia entre los seres humanos y entre y la naturaleza para procurar tener estilos de vida saludables. Y es que –para Ramirez- los síntomas no son más que una expresión de cómo hemos vivido, de todas nuestras interacciones y vivencias. “¿Qué es un resfrío? Un llamado clamoroso a hacer un alto en la vida y a reflexionar “, señala el especialista en medicina natural.
