El 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos, si bien este recurso alberga la mayor parte de la biodiversidad del planeta, el 90% de las grandes especies marítimas de peces han mermado y el 50% de los arrecifes de coral están destruidos. El director de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (UNA), hace un llamado a las autoridades gubernamentales a unir esfuerzos para implementar políticas públicas válidas para todos los sectores involucrados.
El océano, el hábitat más grande de la tierra, está lleno de interacciones por el transporte marítimo, por el turismo, la captura de carbono, el intercambio de temperaturas a lo largo de la tierra, la pesca, y muchos otros. El territorio costarricense es más de diez veces agua que tierra, el estado costarricense debe velar porque las políticas públicas sean válidas para todos los sectores involucrados en este sistema. Esta visión se vería muy bien reflejada en un Ministerio del Océano, con visión integral del aporte de este a la economía nacional, no solo conservación, también producción (maricultura, pesca, energía), transporte, vigilancia ambiental de la contaminación, turismo. Lamentablemente, todavía faltan varias décadas para tenerlo; los indicadores económicos actuales, como el PIB, no reflejan en su peso real, el aporte de la economía azul, y más bien lo que hace es medir el aporte del océano a partir de interacciones humanas monetizadas, las cuales no reflejan el real potencial del océano.
El estado y sus gobiernos, por décadas, han ido creando distintas políticas sobre el océano, cuyo resultado no es bueno; cuando se trata de seguir convenios internacionales, los resultados han sido aceptables, como es el caso de la delimitación de las fronteras marítimas, el uso pesquero de especies transfronterizos como los atunes, y las prohibiciones de uso de especies como las tortugas marinas. Pero en las aguas costeras y la costa, las distintas políticas con sus excepciones reflejan un manejo torpe, limitado y con malos resultados para sus pobladores.
El actual gobierno elevó la presidencia del INCOPESCA al rango de Ministro de Pesca. En toda América no existe un rango similar, ni siquiera en Perú, que tiene en la pesca un aporte inmenso a la producción de ese país. No hubiera sido mala idea, si no fuera porque el Ministerio de Ambiente ha renunciado a su papel en la visión del océano y ha permitido que las políticas ambientales en el océano sean manejadas por el Ministro de Pesca, lo cual equivale a que el MINAE renuncie a sus funciones en tierra y se las de al MAG.
Ejemplos, Caso 1: en noviembre de 2022, en la reunión anual 19 de CITES, un encuentro netamente con enfoque de protección, se presentó una propuesta de inclusión de la familia Rhinobatidae (rayas) en el apéndice II de CITES (se recuerda que las rayas en Costa Rica ya han sufrido graves bajas como la extinción del pez sierra (género Pristis, sujeto a una extracción pesquera hasta su extinción), 87.83% votaron a favor, Costa Rica se abstuvo. ¿Por qué con el antecedente del pez sierra no votamos a favor de la protección? Definitivamente, nuestros representantes en dicha conferencia nos deben una explicación, y hay que indicar que, a diferencia de otras conferencias CITES, el líder nacional fue el Ministerio de Pesca.
Caso 2: El acuerdo de junta directiva de INCOPESCA AJDIP/057-2023, que incrementa la lista de especies de acuicultura de 34 a 234, y las añade a la lista de especies de interés pesquero. Se mintió al indicar que se pidió opinión a distintas instituciones, y se mintió al indicar que la Ley 7384 les permite, por designación divina, decidir qué se pesca y qué no; gracias a la presión de la sociedad civil, se logró derogar este acuerdo. De nuevo, el MINAE dejó la decisión en manos del ministro de Pesca. El problema parece ser que el ministro de Pesca tiene una visión limitada centrada únicamente en un sector, a pesar de que el océano es un entorno multisectorial, y que el MINAE delegó su papel.
Ángel Herrera Ulloa
Director de la Escuela de Ciencias Biológicas-UNA.
