Ser neutro es no tomar una posición ni a favor ni en contra ante un tema. Y desde el ejercicio de la psicología, es un fenómeno que el experto colombiano, Edgar Barrero, indica que se debe erradicar.
“Siempre se ha querido ver a la psicología desde el ámbito científico, y en ese afán de cientificismo, terminó metiendo a todo el mundo en una neutralidad de no implicarse con el otro, así estemos en las situaciones más dolorosas y dolientes. Es una herencia que tenemos que erradicar de Latinoamérica”, expresó Barrero Cuellar.
Al hablar de herencia se refiere a la visión eurocéntrica y norteamericana que dice se ha implantado en la región. Para él, esa corriente ha venido a provocar una “deshumanización de la psicología”. Por eso, alude al término de la “piscología colonizada” que ejerce ataduras a la libertad y autonomía, traslapada también al ámbito académico.
Las consecuencias son palpables, asegura. Se crean entornos que hacen a los profesionales no salirse de ciertas líneas de investigación, se limita el pensamiento crítico y se pierde la sensibilidad y el interés por una vida digna. Esto se ve agravado por lo que califica como una “trilogía del terror”, desde una psicología neoliberal naturalizada que se caracteriza por la polarización ideológica, una estructura de horror que promueve una “limpieza social” y la impunidad, donde el daño se concreta, pero nunca se repara.
La guerra en Gaza representa un ejemplo doloroso de esa insensibilidad enquistada, asegura. Sin embargo, también le correspondió atestiguar, en su natal Colombia, la violencia política que provocó la pérdida de miles de vidas humanas del partido Unión Patriótica. Según el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica titulado Todo pasó frente a nuestros ojos, el genocidio de la Unión Patriótica 1984-2002, la violencia contra esta agrupación dejó, por lo menos, 4.153 personas asesinadas, secuestradas o desaparecidas.
La presentación de Edgar Barrero se dio en el marco de la conmemoración del 25 aniversario de la Escuela de Psicología de la Universidad Nacional (UNA).

Tres problemas psicosociales
Mariana Rojas, estudiante de licenciatura de la carrera de Psicología, advirtió que esta ciencia social “nos invita constantemente a reflexionar sobre quiénes somos, cómo nos sentimos, cómo pensamos y cómo nos relacionamos. Pero también nos impulsa a mirar más allá de lo individual. Nos recuerda que la salud mental no se construye en el aislamiento, sino en comunidad, en vínculos y en contextos compartidos”.
Sin embargo, Barrero identifica tres problemas psicosociales que atentan contra dicha aspiración. La primera de ellas es la “deshumanización y precarización extremas”, expresada en la neutralidad. Desde su punto de vista, existen intereses sistemáticos de arrasar con poblaciones enteras, cuyas víctimas son niños, niñas y mujeres. A la vez, alertó acerca de la existencia de dispositivos de control psicopolíticos “impresionantes”, donde el poder se concentra en pocas manos y se apropia el conocimiento humano de manera ilegal a través de los grandes datos.
El segundo problema lo denomina “infantilismo sistémico” y lo describe como un tratamiento blando del autoritarismo, donde se minimiza el poder de entendimiento de las personas con el objetivo de ejercer sobre ellas un poder de dominación.
“Se entabla una superioridad intelectual que se integra al subconsciente colectivo, con un alto efecto de propagación y donde el culpable de las cosas que pasan soy yo y no el victimario. Es una manera de ejercer control, obediencia, para delegar la toma de decisiones en otros. Al final es la negación de mi derecho político”, describió.
El tercer elemento que está en el entorno actual es el de “embrutecimiento polarizante”, el cual genera una incapacidad para entender la posición contraria a un tema o a un sentimiento que tenga la otra persona. “No hay debates complejos, solo simplistas y se elimina el criterio personal, además, se normalizan las relaciones basadas en el odio”, indicó Barrero.
Celebración y análisis
La posición crítica sobre las relaciones psicosociales fueron parte de un marco más amplio por el aniversario de la Escuela, bajo el lema “25 años de una psicología con compromiso social: un encuentro con la memoria histórica”.
La rectora adjunta de la UNA, Alejandra Gamboa, reconoció que no se debe ser ajeno a esas realidades, “en una época de grandes tensiones, automatización del trabajo, crisis ambientales, desigualdades sociales, migración, fragmentación del tejido comunitario, violencias y sobreexposición a entornos digitales que redefinen las relaciones humanas”.
No obstante, considera que, en la balanza, debe prevalecer la construcción de una identidad nacional sobre el valor de la educación, la paz y los derechos humanos que han destacado a Costa Rica, y donde la psicología juega un papel fundamental.
La decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Marta Sánchez, recordó que al principio, en la UNA, la psicología inició como un departamento de servicios que atendía a funcionarios y estudiantes, hasta avanzar y convertirse en escuela y tener su propio currículo académico. Esa dualidad entre la atención y la formación, debe recuperarse, agregó.
Es ahí donde las actuales autoridades tienen la ruta trazada para los próximos años: aumento de matrícula, apertura de carrera en sedes regionales y rediseño de la malla curricular para atender la demanda estudiantil y la adaptación a las necesidades actuales en materia formativa, según detalló el director de la Escuela, Santiago Sarceño. En medio de los retos y las perspectivas, Edgar Barrero considera que es en las universidades donde esas transformaciones deben ocurrir.
Las actividades de conmemoración constaron de actividades académicas y también oportunidades de encuentro entre generaciones pasadas y presentes, de anécdotas de aquellos quienes trabajaron en la consolidación de esta unidad académica y del aporte que se ha brindado al desarrollo nacional.
