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“Se requiere una transición justa para proteger a trabajadores vulnerables por la IA”

El debate público acerca de las consecuencias actuales y potenciales de la inteligencia artificial en el empleo está más vivo que nunca. La investigadora Sonia Boairov de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, asegura que en medio de una dinámica de creación de nuevos puestos de trabajo tecnológicos y la desaparición de otros “se manifiesta la necesidad de una transición política justa para proteger a aquellas personas vulnerables”.

Su mensaje lo transmitió durante el foro internacional Inteligencia artificial y transformación del trabajo: conectando personas, tecnología y futuro laboral en la carrera global por la IA, organizado por las escuelas de Secretariado Profesional y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (UNA), así como por la International Telework Academy- América Latina y el Caribe (ITA-LAC).

Boairov percibe beneficios y riesgos con el avance de la IA en el mundo del trabajo. Por un lado, existen perfiles que han visto aumentar de manera significativa la remuneración que obtienen en puestos atinentes a esta tecnología. Por ejemplo, citó que un ingeniero de Meta cobra 246 mil euros, más una bonificación anual por objetivos alcanzados, mientras que en Google el salario base de los ingenieros con mayor experiencia ronda los 360 mil euros al año. 

Quienes cursan una especialización en IA pueden aumentar hasta en un 25% su salario base, de acuerdo con PwC. Hoy día, afirmó la académica, una cuarta parte de los currículos que se suben a la red de LinkedIn ya agregan términos como “IA generativa” y “prompt engineering” como parte de sus habilidades.

En medio de esta explosión tecnológica, Sonia Boairov considera que se debe impulsar un “movimiento civilizatorio” al reconocer “que las empresas ya no buscan perfiles humanos para tareas que la IA puede automatizar”. 

En ese marco, considera que la educación en todos sus niveles juega un rol determinante que ataque lo que llama la “destrucción creativa”. En otras palabras, la sensación de que la inteligencia artificial pueda generar soluciones a la carta, con la mínima intervención humana. 

“Tenemos que hacer que la IA y la inteligencia humana sean socios inseparables. Somos parte de una evolución histórica desde la aparición de Internet, pero debemos preguntarnos, ¿cómo hacemos para ponerla al servicio de la vida y cómo potenciamos la productividad a partir de estas herramientas?”, enfatizó la experta.

En ese sentido, y en un entorno de innovación tecnológica irrefrenable, considera que la educación puede ayudar a generar valorar agregado y pensar en la IA mucho más allá de una herramienta que solo automatice tareas repetitivas.

El rector de la UNA, Jorge Herrera, destacó que en medio de este debate crítico se debe reconocer que el tránsito hacia la IA no ha sido homogéneo. “Hay limitaciones de acceso, precarización en las condiciones laborales y falta de cohesión organizacional. Debemos velar porque la flexibilización que ha dado el teletrabajo no se traduzca en pérdida de derechos, hiperconexión y mayores cargas laborales”. 

Justamente, el teletrabajo es parte de esa transformación en los mercados laborales que va de la mano con el auge tecnológico. Boairov reconoció, eso sí, que al principio fue una medida impuesta, pero que luego de la pandemia se consolidó, aunque ahora muchas empresas optan por el regreso físico de sus colaboradores a los lugares de trabajo.

Para ella, la adecuación de las herramientas de la IA en perfiles remotos reimpulsó también el trabajo independiente, pasando de un emprendedor a un solopreneur, de manera que las personas tuviesen control total de sus empresas, con autonomía sostenible y menores riesgos financieros.

Otros contextos

Luis Diego Salas, académico de la Escuela de Relaciones Internacionales, hizo una correlación también entre el avance de la IA y el uso del poder bajo un entorno de control global. Enfatizó que ahora los pulsos entre grandes potencias no se centran solo en el uso de las fuerzas y las armas, sino que ha dado paso también al acaparamiento del “poder inteligente”.

“La IA reconfiguró el poder”, manifestó, al tiempo que señaló que son China, Estados Unidos y Rusia los países que, con estrategias distintas, tratan de tomar el protagonismo en esta nueva era tecnológica, mientras que la Unión Europea muestra un rezago y sus avances se circunscriben a temas regulatorios.

China emerge como la nación que podría tomar el liderazgo de la IA al 2030, indicó Salas, gracias a una estrategia establecida en planes nacionales de mediano plazo y con un uso militar-civil, con fuerte inversión estatal y empresarial. Estados Unidos, por su parte, ha optado por un enfoque hacia la innovación y la competitividad, con una mayor cooperación Estado-empresas y universidades y a competir con el país asiático en procura de ostentar el liderazgo global en la materia.

¿Y América Latina? De acuerdo con el académico, el objetivo es no estancarse en lo que denominó la “periferia tecnológica” y definir marcos regulatorios alineados con las tendencias globales y establecer alianzas estratégicas.

El foro también abrió espacios para conversar sobre temas de ética (un 87% de los costarricenses considera que debe regularse, de acuerdo con el más reciente estudio de percepciones sobre este tema, elaborado por el Instituto de Estudios Sociales en Población de la UNA), los procesos comunicacionales relacionados con la IA y el proyecto de norma ISO 45008, con directrices sobre el trabajo remoto.

Fabián Arce, director de la Escuela de Secretariado Profesional, indicó que “las empresas son organismos vivos y, por ende, a lo interno de ellas ocurren transformaciones como las relacionadas con la IA. Sin embargo, no debe verse solo como un recurso técnico, sino como un fenómeno que impacta las políticas públicas y los procesos de enseñanza”.

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