¿Quién cuida a la niñez costarricense? Especialistas enumeran razones que impiden
brindarles un espacio seguro.
La madre de tres hijos debe salir a trabajar; la abuela, por suerte, vive cerca y pasará a
echarles un ojito a los chiquillos. A la espera de un cupo en la Red de Cuido, los niños
aprendieron a calentarse la comida, ir a la escuela y cerrar la puerta cuando oscurece. La
mamá regresa 12 horas después, y agradece que todo esté en calma, pero es consciente de
que debe dejar de trabajar para hacerse cargo de ellos. Esta es la realidad de muchas
familias costarricenses, que se ven forzadas a elegir entre el mundo laboral y el cuido
responsable.
Oscar Valverde Cerros, director ejecutivo de Paniamor, denunció en el programa
de televisión UNA Mirada, de la Universidad Nacional, que aunque el Estado
costarricense tiene un sistema integral de cuido, carece de plazas suficientes para atender
a todos los niños que lo requieren, lo cual limita el ingreso económico de las familias.
Valverde explicó que la situación afecta a las poblaciones más vulnerables, con
más dificultades socioeconómicas, y eso convierte la situación “en un círculo vicioso de
transmisión generacional de la pobreza”. Aseguró que cuatro de cada diez niños están en
situación de pobreza, y no están siendo cuidados por el Estado, por tanto, alguno de los
progenitores debe quedarse en casa, o salen a trabajar y dejan a los niños sin custodia.
La voz de alerta se escuchó en la Comisión de Niñez y Adolescencia de la
Asamblea Legislativa, el 15 de octubre de 2024, donde Kennly Garza Sánchez,
presidenta ejecutiva del Patronato Nacional de la Infancia (Pani), advirtió que los
recursos institucionales del presupuesto 2025 eran insuficientes para hacerle frente a las
responsabilidades asignadas a esta entidad.
Las reducciones presupuestarias en inversión social impactan directamente a la
niñez en general, pues los recortes producen contracción en el Programa de Acogimiento
Familiar, la Red Nacional de Cuido y Desarrollo Infantil, los CenCinai, las becas
Avancemos e incluso en el presupuesto de la educación pública.
“Los programas de atención de cuido están siendo desfinanciados
progresivamente. Mientras las políticas públicas orientadas a las familias, a la niñez, a la
adolescencia estén ligadas con política partidista oportunista, no vamos a quedarnos más
que en estas conversaciones”, señaló Mariano Rosabal Coto, psicólogo clínico y
académico pensionado de la Universidad de Costa Rica.
A las limitaciones presupuestarias se le suman las nuevas obligaciones que se le
asignan al Pani por los cambios en el Código Procesal de Familia, en la defensa de los
derechos de personas menores de edad. Garza Sánchez reconoce que no se brindaron
recursos adicionales para cumplir con estas responsabilidades, a pesar de que se espera
que los funcionarios del Pani estén disponibles en horarios extraordinarios y se cuente
con nuevos perfiles profesionales.
Diego Conejo Bolaños, académico e investigador del Instituto de Estudios
Interdisciplinarios de la Niñez y la Adolescencia (Ineina), agregó a la discusión el problema de cuido que enfrentarán las familias de aprobarse el proyecto de ley para legalizar las jornadas de 12 horas laborales, ya que, considerando el tema de traslado, los
encargados de menores de edad podrían ausentarse del hogar aproximadamente por 14 o 16 horas diarias.
Ante estas problemáticas, el académico del Ineina insistió en la necesidad de
considerar los derechos de la niñez como eje de las políticas socioeconómicas del
Estados, pues es la única forma de garantizar presupuestariamente su bienestar. “La niñez
tiene derecho de gozar de un ambiente sano, un ambiente estimulante y protector.
Lamentablemente esto no es así y ahí es donde entramos como instituciones públicas,
encargadas de nivelar esa cancha” resaltó Conejo.
No todo adulto es un cuidador
Esteban Durán Delgado, psicólogo, quien investigó cómo se atiende el cuido en
las zonas más vulnerables del país, confirmó que la mayoría carecen de ayuda estatal,
comunitaria o de la familia, en especial de personas migrantes, que por lo general se
componen de un adulto a cargo de más de un niño.
“Desde el Patronato hemos identificado, a través de nuestras intervenciones, que
un padre, una madre o un cuidador, muchas veces no tienen la condición requerida para
ofrecer cuido, supervisión, afecto adecuado, vinculación, satisfacción de necesidades
básicas y un buen ejemplo”, explicó la presidenta del Pani. Aunque la familia es la
primera institución llamada a acoger y a garantizar la satisfacción de las necesidades
básicas y esenciales de los niños, no siempre es así, confirmó el académico del Ineina.
Durante los primeros cuatro meses de 2025, el Pani recibió 29.465 denuncias por
presuntos abusos contra 39.809 menores de edad. Los reportes incluyen maltrato físico,
negligencia, abuso emocional, abuso sexual, entre otras formas de violencia que ponen en
riesgo la vida de los menores. La mayoría de estos abusos ocurren en el seno del hogar,
por parte de parientes cercanos de los menores. “No todo adulto es un cuidador;
lamentablemente partimos de esa premisa”, concluyó Mariano Rosabal.
“La pregunta no es si hay adultos a cargo, si no cómo ejercen su responsabilidad.
Un adulto vulnera derechos o es negligente por muchos factores: podrían ser
estructurales, de pobreza, educación, de desempleo, de salud, de salud mental, de
consumo de sustancias, pero incluso hemos encontrado familias donde aun existiendo
capacidad económica, estatus y educación, la parte de la supervisión, el cuido, el afecto,
no se garantiza” detalló Garza.
Ante las responsabilidades del cuido, Conejo recomendó prestar atención al estrés
parental. Las presiones económicas, sociales y manejo del tiempo pueden jugar en contra
de su salud y salud mental y afectar negativamente a los menores que tienen a cargo.
El Pani destacó que, año con año, capacita a más de 4 mil padres de familia o
adultos responsables de niños en la Academia de Crianza, donde fortalece las
competencias parentales.