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Incertidumbre reina tras la primavera árabe en Medio Oriente

El apellido Al Assad, cuya familia gobernó los destinos de Siria en los últimos 53 años, arrastra una secuela de violaciones a los derechos humanos, crímenes y negocios ilícitos. El 8 de diciembre marcó el fin de una era. El 8 de diciembre, el régimen colapsó, obligando a Bashar Al Assad, esposa e hijos a tomar un avión con destino a Rusia.

Este hecho marcó un acontecimiento relevante a la guerra civil desatada 13 años atrás en este país asiático, como parte de la llamada primavera árabe, una rebelión ciudadana que abarcó a varias naciones de Medio Oriente y que alcanzó su objetivo de derrocar a sus presidentes autocráticos. Así ocurrió en Libia, en Egipto, en Túnez, en Yemen, en Sudán. En Siria, la meta no se alcanzó en su momento.

En su lugar, Bashar Al Assad se aferró al poder con una represión que cobró la vida de más de 620 mil personas. Fue el último eslabón que se sostuvo y que finalmente cayó, de acuerdo con la explicación que dio Luis Diego Segura, académico de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (UNA). 

Sin embargo, lo que impulsó aquella necesidad de recambio en los países árabes se podría parecer a cualquier cosa, menos a una primavera como tal. Incertidumbre e inestabilidad política, crisis económicas, pobreza, riesgos sanitarios y una institucionalidad endeble, han caracterizado el panorama interno de estas naciones. 

En promedio, los siete presidentes derrocados entre 2011 y el 2013 en esta región gobernaron sus países un promedio de 26,71 años. 

“Se unieron una serie de factores para la primavera árabe, como la crisis económica mundial del 2009, el aumento en el precio de insumos básicos, y además, ya las sociedades tenían mayor acceso a educación. Todo esto sumó para las revueltas que ocurrieron. Al final sí se dieron experimentos democráticos interesantes, pero que han durado muy poco, como en Egipto o en el caso de Túnez que está en una deriva autoritaria”, afirmó Segura.

El caso de Libia es similar. Tras el derrocamiento y muerte de Muammar Gadaffi, quien gobernó durante 42 años, se abrió un escenario de división social con un proceso de guerra civil interno donde no ha existido una capacidad de construcción de un gobierno central.

Segura atribuye mucha de esa división y la carencia de estabilidad política y social al hecho de que son poblaciones conformadas por una multiplicidad de credos, etnias y culturas donde cada subgrupo empieza a velar por sus propios intereses. “Aunque hablemos de países árabes no hay que caer en el error de pensar que son sociedades monolíticas, porque existe mucha variedad a lo interno de esos países”, aclaró.

Antecedentes

La historia de lo que se conoce hoy como Medio Oriente no ha estado acompañada de una tradición democrática. A inicio del siglo anterior esta región estuvo dominada por el Imperio Otomano que luego de la Primera Guerra Mundial pasaría a ser la República de Turquía en el territorio que ocupa actualmente.

Las luchas por una mayor independencia y autonomía, más la caída del imperio otomano, dieron pie a un acuerdo entre Francia y Reino Unido que incluyó la repartición entre sí de la mayoría de países, sin que se lograra la comunión hacia una sociedad unificada.

“Aquello terminó entonces en múltiples tipos de sociedades donde convivían los kurdos, los chiitas, los sunitas, otras divisiones religiosas, incluso diferentes poblaciones cristianas o judíos. Un ejemplo es Arabia Saudita, que originalmente se instauró por clanes, con uniones familiares y cabezas en diferentes tribus”, explicó Segura.

La conformación de reinados dio paso al establecimiento de monarquías absolutistas como es el caso de Jordania o las naciones de la península arábiga, por ejemplo. A diferencia de las monarquías constitucionales (como los casos de España, Noruega o Reino Unido), estos gobiernos no adoptaron posturas propias de las democracias y optaron por la concentración del poder.

“Algunos procesos han sido muy tímidos, como los que se han emprendido en Egipto o Irán, pero donde al final no existe la capacidad de la oposición por aglutinar un proceso de elección. El único país que adopta una característica más democrática es Israel y de repente, Turquía, que en los últimos años ha tenido una postura más autoritaria y concentrada en el poder, en manos de Recep Tayyip Erdogan.

Incluso, el portal World Population Review identificó que, al día de hoy, 52 países en todo el mundo están gobernados por dictaduras. Países de Asia y África dominan este listado, mientras que en el continente americano solamente figuran Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Siria, ¿qué puede ocurrir?

Con los antecedentes históricos y más contemporáneos de la primavera árabe se abre una gran inquietud con respecto a la situación en Siria, luego de que el grupo Hayat Tahir-Sham (HTS), considerada una organización terrorista por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por sus vínculos anteriores con al-Qaeda, ejerce un gobierno de facto tras el derrocamiento de Al Assad.

Hay algunas señales calificadas como positivas como el intento por acercar a las diferentes facciones que estuvieron en conflicto, la liberación de presos en la temible cárcel de Saydnaya que ha sido considerada como un sitio tortura o el desarme de los soldados.

La otra cara de la moneda ha sido los ataques hacia algunas festividades cristianas o la intención de HTS de celebrar elecciones hasta dentro de cuatro años. “Suena como que hay una transición diferente, un intento para reconstruir la Constitución, desminar el país, unir a todos los grupos para negociar , pero de momento no está claro todo. Ellos además buscan que la comunidad internacional los acepte y que se levanten las sanciones económicas que existen contra Siria”, agregó el académico Luis Diego Segura.

Particular atención tiene para la vecina Turquía la posición de los kurdos que ocupan territorios al noreste de Siria y que tras esta revuelta podrían representar una amenaza a la estabilidad de Ankara. Por ello, en las últimas semanas se han llevado a cabo combates en esta zona entre kurdos y milicias sirias respaldadas por Turquía.

A pesar de lo acontecido en Siria, Segura no ve a futuro la posibilidad de “grandes cambios” en Medio Oriente. Más bien considera que la caída del régimen de Al Assad representa una especie de cierre a las rebeliones de la Primera Árabe, mientras países como Libia y Yemén continúan sus procesos hacia una clara estabilización social y política.

Foto: Sudawayda24/AP 

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