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Facultad de Ciencias Sociales inaugura sala de lactancia

Facultad de Ciencias Sociales inaugura sala de lactancia

Ejerce su rol de madre, trabajadora y estudiante con entrega y sacrificio. Sobre todo, porque sabe que existe una ilusión de vida que está próximo a cumplir cuatro meses y que la espera cada vez que regresa a casa: su hijo, Juan Pablo.

En el correcorre vinculado con estas responsabilidades, Valeria Madrigal, de 21 años y estudiante de la carrera de Educación Comercial en la Universidad Nacional (UNA), ha tenido que agenciárselas más de vez para extraer la leche materna que será luego el alimento esencial de su bebé. 

Por eso agradece y reconoce la suma de varias voluntades que hicieron posible la ubicación de una sala de lactancia, en el segundo piso de la Facultad de Ciencias Sociales, en el Campus Omar Dengo.

La sala se inauguró el pasado 29 de setiembre, en presencia de las autoridades universitarias. Tras la corta de la cinta, las puertas de la sala se abren para llenar de humanismo un espacio donde las mamás podrán extraer y resguardar la leche en condiciones de higiene, seguridad y privacidad.

El espacio está disponible para estudiantes y funcionarias que así lo requieran. “Esto tiene que ver con la vida universitaria, que es lo que construimos aquí todos los días. Por eso celebro esta iniciativa que ha sido de sueños puestos en común y de un deseo genuino de bienestar”, indicó Marta Sánchez, decana de la Facultad de Ciencias Sociales. 

Ayuda fundamental

Valeria asiste a clases lunes, miércoles y jueves. Los viernes, sábados y domingos se desempeña como operadora de juegos en el Parque Nacional de Diversiones. Vive en barrio México, San José, y en las horas en que estudia o trabaja, es su mamá quien cuida al pequeño Juan Pablo.

Ya está en la etapa de su propio descubrimiento. “Ya se encontró las manos”, cuenta su madre, quien afirmó que la lactancia materna es el nutriente más importante en su etapa de desarrollo, considerando que nació con un mes de prematuridad y luego de un parto inducido.

Sin embargo, con el pasar de las semanas, la vida ha sido de alegrías para Valeria, quien debe suministrarle al infante al menos cuatro onzas de leche materna, cada dos horas. Ahora sabe que puede estar en lecciones y ausentarse un momento para extraer y guardar el alimento en el refrigerador que se instaló en la salita.

Sabe que de esta manera puede alargar la vida útil del producto y le da el tiempo suficiente para, luego de las lecciones, trasladarse a su casa y alimentar a su hijo. Caso contrario, correría el riesgo de que, a las cuatro horas de la extracción, la leche se venza y quede sin utilizarse.

Es ventajoso inclusive para su propia salud y seguridad personal. La estudiante de la Escuela de Secretariado Profesional narró que una acumulación de leche en su organismo podría conllevarle a una mastitis, con dolores severos y el riesgo de provocarle una infección. “Esto ha sido una experiencia nueva para mí, estar en clases y poder venir a la sala, en un espacio amplio, limpio y cómodo. A veces tengo horarios de 8 a.m. hasta las 9 p.m. y se hace necesario este apoyo para poder llevarle el alimento a mi bebé y, al mismo tiempo, saber que estoy cumpliendo con mis responsabilidades de estudio”, manifestó. 

Como quienes aportan granos de arena a una noble causa, nombres como el de Leonela Artavia, de la Escuela de Economía; Fabiola Campos, de la Biblioteca Joaquín García Monge; estudiantes como Karen Arrieta, de Arte y Comunicación Visual y otros funcionarios, dieron sus aportes, ideas y hasta donativos para que la sala luzca con lo indispensable para funcionar: la refrigeradora, la silla, los juguetes y hasta la decoración.

Sin embargo, quien tomó las riendas del proyecto fue Mayela Vega, directora ejecutiva de la Facultad, quien aseguró que el proyecto formó parte del plan de gestión. “Al principio empezamos con una silla y un sillón en una bodega en este mismo piso. Pero, luego de la pandemia, comenzamos a gestar una necesidad más colectiva”, indicó.

A lo interno de la sala, también destaca un reglamento de uso que establece, entre otras normas, que en el refrigerador no podrán guardarse otros alimentos que no sean la leche materna, o que no se permite el cambio de pañales de bebés. También, mantener la limpieza del lugar y rotular los recipientes que contienen el alimento. 

La lactancia materna es reconocida como un derecho humano fundamental tanto para las madres como para los bebés. En el ámbito nacional la ley 7.430 de Fomento de la lactancia materna en Costa Rica, obliga a los empleadores a proporcionar tiempo y espacio para las madres lactantes.

Actualmente, en la Asamblea Legislativa está en trámite el proyecto de ley 24.841 para proteger, promover y apoyar la lactancia materna, del diputado Antonio Ortega del Frente Amplio. La propuesta presenta enmiendas a los artículos de la ley original y del Código de Trabajo, para ampliar esta protección incluso en centros penitenciarios y de detención migratoria.

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Ejerce su rol de madre, trabajadora y estudiante con entrega y sacrificio. Sobre todo, porque sabe que existe una ilusión de vida que está próximo a cumplir cuatro meses y que la espera cada vez que regresa a casa: su hijo, Juan Pablo.

En el correcorre vinculado con estas responsabilidades, Valeria Madrigal, de 21 años y estudiante de la carrera de Educación Comercial en la Universidad Nacional (UNA), ha tenido que agenciárselas más de vez para extraer la leche materna que será luego el alimento esencial de su bebé. 

Por eso agradece y reconoce la suma de varias voluntades que hicieron posible la ubicación de una sala de lactancia, en el segundo piso de la Facultad de Ciencias Sociales, en el Campus Omar Dengo.

La sala se inauguró el pasado 29 de setiembre, en presencia de las autoridades universitarias. Tras la corta de la cinta, las puertas de la sala se abren para llenar de humanismo un espacio donde las mamás podrán extraer y resguardar la leche en condiciones de higiene, seguridad y privacidad.

El espacio está disponible para estudiantes y funcionarias que así lo requieran. “Esto tiene que ver con la vida universitaria, que es lo que construimos aquí todos los días. Por eso celebro esta iniciativa que ha sido de sueños puestos en común y de un deseo genuino de bienestar”, indicó Marta Sánchez, decana de la Facultad de Ciencias Sociales. 

Ayuda fundamental

Valeria asiste a clases lunes, miércoles y jueves. Los viernes, sábados y domingos se desempeña como operadora de juegos en el Parque Nacional de Diversiones. Vive en barrio México, San José, y en las horas en que estudia o trabaja, es su mamá quien cuida al pequeño Juan Pablo.

Ya está en la etapa de su propio descubrimiento. “Ya se encontró las manos”, cuenta su madre, quien afirmó que la lactancia materna es el nutriente más importante en su etapa de desarrollo, considerando que nació con un mes de prematuridad y luego de un parto inducido.

Sin embargo, con el pasar de las semanas, la vida ha sido de alegrías para Valeria, quien debe suministrarle al infante al menos cuatro onzas de leche materna, cada dos horas. Ahora sabe que puede estar en lecciones y ausentarse un momento para extraer y guardar el alimento en el refrigerador que se instaló en la salita.

Sabe que de esta manera puede alargar la vida útil del producto y le da el tiempo suficiente para, luego de las lecciones, trasladarse a su casa y alimentar a su hijo. Caso contrario, correría el riesgo de que, a las cuatro horas de la extracción, la leche se venza y quede sin utilizarse.

Es ventajoso inclusive para su propia salud y seguridad personal. La estudiante de la Escuela de Secretariado Profesional narró que una acumulación de leche en su organismo podría conllevarle a una mastitis, con dolores severos y el riesgo de provocarle una infección. “Esto ha sido una experiencia nueva para mí, estar en clases y poder venir a la sala, en un espacio amplio, limpio y cómodo. A veces tengo horarios de 8 a.m. hasta las 9 p.m. y se hace necesario este apoyo para poder llevarle el alimento a mi bebé y, al mismo tiempo, saber que estoy cumpliendo con mis responsabilidades de estudio”, manifestó. 

Como quienes aportan granos de arena a una noble causa, nombres como el de Leonela Artavia, de la Escuela de Economía; Fabiola Campos, de la Biblioteca Joaquín García Monge; estudiantes como Karen Arrieta, de Arte y Comunicación Visual y otros funcionarios, dieron sus aportes, ideas y hasta donativos para que la sala luzca con lo indispensable para funcionar: la refrigeradora, la silla, los juguetes y hasta la decoración.

Sin embargo, quien tomó las riendas del proyecto fue Mayela Vega, directora ejecutiva de la Facultad, quien aseguró que el proyecto formó parte del plan de gestión. “Al principio empezamos con una silla y un sillón en una bodega en este mismo piso. Pero, luego de la pandemia, comenzamos a gestar una necesidad más colectiva”, indicó.

A lo interno de la sala, también destaca un reglamento de uso que establece, entre otras normas, que en el refrigerador no podrán guardarse otros alimentos que no sean la leche materna, o que no se permite el cambio de pañales de bebés. También, mantener la limpieza del lugar y rotular los recipientes que contienen el alimento. 

La lactancia materna es reconocida como un derecho humano fundamental tanto para las madres como para los bebés. En el ámbito nacional la ley 7.430 de Fomento de la lactancia materna en Costa Rica, obliga a los empleadores a proporcionar tiempo y espacio para las madres lactantes.

Actualmente, en la Asamblea Legislativa está en trámite el proyecto de ley 24.841 para proteger, promover y apoyar la lactancia materna, del diputado Antonio Ortega del Frente Amplio. La propuesta presenta enmiendas a los artículos de la ley original y del Código de Trabajo, para ampliar esta protección incluso en centros penitenciarios y de detención migratoria.

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