El hecho de que la mayor parte de los ingresos que genera la actividad cafetalera no llegue a los productores, el cumplimiento de nuevas normas y disposiciones que pueden encarecer la labor y la imposición de medidas no arancelarias para la exportación del grano colocan en una situación de riesgo la supervivencia de este sector a corto plazo.
“De todo el valor agregado que se genera de la cadena de producción de café solo un pequeño porcentaje llega al productor. Este valor es muy limitado. Si sumamos esto al aumento en los costos asociados, el problema es que se hace más fácil imaginar un futuro, bastante cercano, donde el productor ya no va a tener el incentivo para dedicarse a este trabajo, porque no le van a llegar los suficientes beneficios para continuar y eso significa que al final del día no vamos a tener un sector de café. Por eso su viabilidad está en riesgo”.
Esa es la valoración que realizó So Jeong Lee, de la sede subregional en México de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), al presentar el estudio El futuro de la industria cafetalera: oportunidades a través del comercio sostenible en Costa Rica y Honduras.
Junto con Jaime Olivares y Leda Peralta, funcionarios de la Cepal, hicieron la presentación de este análisis en una actividad de la Escuela de Economía, el pasado 2 de octubre, como parte de las actividades conmemorativas del 50 aniversario de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional (UNA).
“Se calcula que los productores reciben solo el 20% del valor agregado total del café que se vende al menudeo. O sea, puede oscilar desde el 5% al 20%, mientras que si añaden el tema del beneficiado pueden agregar otro 10%, en el tostado hasta otro 20% y si ya incursionan en el empaquetamiento y comercialización podrían obtener más rentabilidad”, explicó Olivares.
Sin embargo, para el caso costarricense, existe una disparidad en cuanto a los actores que se dedican al beneficiado. En el ciclo 2022-2023, un total de 211 pequeñas beneficiadoras procesaron apenas el 3% del café, mientras que las seis más grandes empresas acapararon el 44% de esta labor.
El estudio, para ambos países, abarcó el análisis de riesgos, la situación del mercado actualmente en sus diferentes etapas y propone una hoja de ruta a nivel de retos y oportunidades que pueden implementarse para beneficiar al sector.
Riesgos
La situación de riesgo descrita por So Jeong Lee se fundamenta en varias circunstancias, algunas más susceptibles a cambios que otras.
Por ejemplo, en el tema del precio, desde 1990, cuando se finiquitó un acuerdo entre productores alrededor de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el valor del grano ha tenido altibajos por diversas razones, situación que afecta la estabilidad de quienes se dedican a la actividad.
Un aumento en la demanda, sumada a una baja oferta, tienden a elevar el precio. Por ejemplo, el ataque de la roya (hongo que afecta las plantaciones de café), el aumento de las sequías en periodos determinados por efecto del cambio climático y la reducción de inventarios en países no productores han generado shocks en distintos periodos en las últimas tres décadas, como el visto entre el 2021 y el 2022, aunado a los efectos de la pandemia.
Otro factor es el riesgo climático que podría agravarse conforme pasa el tiempo. De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), mientras que el promedio de tormentas de 1980 al 2023 fue de 14 eventos por año, solo en el 2020 se presentaron hasta 30, lo que a su vez se tradujo un riesgo para las plantaciones.
Actualmente el precio del café a nivel global se mantiene alto, de acuerdo con lo expuesto por los expertos de Cepal, situación que beneficia a los diferentes actores involucrados. Sin embargo, esto no la deja exenta a estos factores climáticos, al envejecimiento del parque cafetalero, las deudas contraídas por productores para el sostenimiento de su negocio, la escasez de mano de obra y las amenazas por plagas y enfermedades.
Otro riesgo de la estabilidad del sector se sitúa en la etapa de la comercialización. Muestra de ello es que a diciembre de 2023 se han notificado ante la OMC más de 2.260 barreras no arancelarias que implican un obstáculo para la exportación del producto. Entre dichas barreras destacan procedimientos aduaneros, prácticas administrativas, requisitos sanitarios y fitosanitarios y exigencias de certificaciones de calidad.
El tema de la certificación, si bien establece un cumplimiento mayor de prácticas amigables con el ambiente y la sociedad, representa un requisito cuyo costo debe ser asumido por el productor. Ejemplo de ello es el Pacto Verde de la Unión Europea, una iniciativa que tiene como objetivo transformar la economía europea hacia un modelo más sostenible.
Oportunidades
Para que el sector cafetalero y sus distintos actores en la cadena de valor puedan sortear con éxito estos desafíos y apuntar a una estabilidad y crecimiento, los expertos de Cepal determinaron algunas acciones que se deben implementar.
Desde el punto de vista económico, recomiendan distribuir los costos de manera equitativa y de manera proporcional entre todos los involucrados (productores, beneficiadores, tostadores, consumidores).
Socialmente, debe asumirse que los pequeños productores están migrando a otras zonas y abandonando la actividad. “Hay poca atracción de las nuevas generaciones, las personas más jóvenes, al trabajo en la agricultura. Son urgentes políticas de apoyo y capacitación en apoyos de producción, procesamiento y comercialización y darles apoyo adicional en términos de acceso a servicios de salud, educación y reducción de la pobreza”, apuntó Jaime Olivares.
Afrontar las barreras comerciales, construir un entorno institucional habilitador, promover la cooperación dentro y entre fronteras. “Se puede hacer más rentable la actividad para los productores si aumentamos la competitividad que permita empujar el consumo interno, abrir mercados e incrementar exportaciones”, agregó So Jeong Lee.
El decano a.í de la Facultad de Ciencias Sociales, Guillermo Acuña, resaltó la importancia de analizar la situación actual de sectores económicos puntuales, tras las consecuencias heredadas de la pandemia de covid-19. “Una de las actividades más impactadas fue la cafetalera y una de las dinámicas que se habló en aquel momento fue la ausencia de mano de obra extranjera para recolectar la cosecha. Ahora, debemos valorar este tema de una manera prospectiva, pensando en todo aquello que se pueda hacer para revertir la situación”.