Demián no conocía la playa. Pero eso no fue obstáculo para que, por medio de libros ilustrados, pudiera adentrase en el mundo marino y su fauna. Su fascinación por el tema fue tanta que empezó a investigar por sí mismo hasta crear una monografía que presentó en una feria científica de la Dirección Regional de Guápiles del Ministerio de Educación Pública (MEP).
Este niño es estudiante de la escuela unidocente El Edén, en Guácimo de Limón. Allí no hay biblioteca, según narró la maestra Ana Isabel Valverde, hasta que en una valija que contenía libros y materiales diversos, sus estudiantes tuvieron acceso a otro tipo de conocimiento. Entre ellos estaba Demián.
Por eso se les llama Valijas Viajeras, un proyecto de extensión de la Escuela de Bibliotecología, Documentación e Información de la Universidad Nacional (UNA). Esta es una muestra más de cómo, desde las universidades públicas, se impacta de manera positiva las vidas de niños y niñas en procesos de formación, como ocurre con el caso de Demián.
Así lo reconoció la propia docente Valverde. “Yo le escribí, en el 2023, a una muchacha Cindy porque era una oportunidad para que los 34 estudiantes de esta escuela, que es de muy escasos recursos, tuvieran acceso a libros que, de otra manera, no podrían tener y es así como cinco de ellos aprendieron a leer”, relató.
A quien la maestra hace referencia es a Cindy Víquez, académica de la Escuela de Bibliotecología y quien coordina este proyecto. Ella certificó las palabras de la docente, en un contexto donde muchas familias deben priorizar otro tipo de gastos, antes de pensar en un libro, dada su condición socioeconómica. “Hablamos de zonas remotas donde los papás de ese niño o niña solo les alcanza para pagar la luz, el agua y la comida, y la compra de un libro se convierte en una compra muy cara”.
La falta de acceso a material didáctico puede afectar el desarrollo intelectual de niños y niñas a futuro. El informe Estado de la Educación 2023 ya había alertado acerca de estas carencias, tras el “apagón educativo” que afectó al sistema de educación pública entre el 2018 y el 2021, producto de las huelgas y la pandemia.
La investigación evidenció que existen niños y niñas de 10 años con problemas de lectoescritura. Por ejemplo, una encuesta aplicada a docentes indicó que el 62% de ellos consideran que estudiantes de cuarto grado de primaria no podían leer con fluidez.
Al no existir o dificultarse la posibilidad de acceder a bibliografía, es cuando toman valor otras opciones como la que planteó la UNA con estas Valijas Viajeras. De acuerdo con un informe de resultados de este proyecto, el año pasado, se visitaron un total de 19 centros educativos: 11 de ellos en la provincia de Limón, siete en San José (específicamente en el cantón de Pérez Zeledón) y uno más en Puntarenas.
El proyecto cuenta con un total de 15 valijas que se distribuyen de acuerdo con las solicitudes y las necesidades de las instituciones educativas o de entidades vinculadas a la niñez. Por ejemplo, en el caso de El Edén viajaron cinco, lo mismo que en la escuela El Hogar, mientras que en el centro educativo Macadamia fueron tres. En la escuela Santa Cecilia, en Pérez Zeledón, se requirieron hasta seis.
“La valija está conformada por una serie de recursos; es similar a la que se utiliza en un viaje en avión y contiene libros, juegos de mesa y juegos tradicionales para que los niños salten y se recreen. Incluyen música, videos en una llave USB y folletos, para que accedan a contenidos en aquellos lugares donde hay problemas con la señal de Internet”, explicó Cindy Víquez.
En el 2024, fueron 1.256 personas las beneficiarias de las valijas viajeras; de ellas, 578 son de Limón, 557 de Pérez Zeledón y 36 de Puntarenas.
Orígenes
Fue en el 2021 cuando nació el proyecto de Valijas Viajeras. “Existían modelos de iniciativas similares y nosotros analizamos de cerca los casos de Brasil y España”, indicó Víquez.
La propuesta tomó forma y fue más allá. En el caso de la académica, laboró tiempo atrás en el Sistema Nacional de Bibliotecas y trabajó, durante tres años, con poblaciones de edades comprendidas entre los 1 hasta los 12 años. A raíz de la experiencia de la ejecución de talleres con la población infantil en este rango de edad, se incluyó una metodología muy similar en la valija viajera, de manera que no solo contenga libros si no una serie de recursos que le permitan al niños o niña jugar, relacionarse con el libro, disfrutar de la hora del cuento y crear por medio de la actividad creativa.
Luego, cuando se tenían los equipajes listos y una lista base de instituciones y personas a las cuales podrían llevarlos, el proyecto se amplió. El efecto “boca a boca”, acerca de los beneficios que tenía para los estudiantes, hizo que más solicitudes fueran llegando a la Escuela, al punto que la propia académica Cindy Víquez reconoce que hoy las 15 valijas “ya se hicieron poquitas”.
Pero esa “escasez” no le cierra las puertas a más instituciones que deseen solicitar el servicio. Para ello se debe enviar un correo a la dirección
¿Qué sigue en el 2025? La funcionaria detalló que como parte de la entrega que se hace a cada centro educativo se incluyen evaluaciones para calificar el servicio. Ahora corresponde analizar esa retroalimentación para considerar en qué medida los equipajes pueden ser reforzados. “Hemos visualizado la posibilidad de agregarle más componentes tecnológicos, como, por ejemplo, una tablet o algún tipo de recurso en esa línea o más actividades que fomente en los estudiantes la creatividad”. También valoran la opción de que las valijas se presten por un tiempo más prolongado.
El conocimiento viaja sobre estas valijas, para que mentes como las de Demián sueñen, imaginen y conviertan en realidad sus aspiraciones y la UNA se convierta en un gran aliado de esa meta.