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El derecho al cuidado y las brechas laborales de género en Costa Rica

* María Leonela Artavia-Jiménez

El derecho al cuidado se refiere a aquel que tiene toda persona a ser cuidada, a cuidar y a cuidarse, por lo que su discusión y reconocimiento implica tomar en cuenta que en realidad esta dimensión, esencial para la vida, ha recaído históricamente sobre las mujeres con un peso mucho mayor.

De manera que, en una sociedad en la que cada vez más el trabajo remunerado es la principal fuente de ingresos de los hogares, esta situación ha significado una desventaja para la inserción laboral de las mujeres y las condiciones que experimentan en los mercados laborales, porque las funciones relacionadas con el cuido y sostenimiento de la vida de bebés, niños, niñas, adolescentes, personas con discapacidad, personas adultas mayores, y de la pareja requiere de tiempo. Por ende, no es fortuito que entre las principales causas de que las mujeres no puedan estudiar, se encuentren las responsabilidades familiares.

A lo anterior podemos sumar la brecha en la cantidad de horas promedio trabajadas por hombres y mujeres, en especial si incluimos lo relacionado con tareas domésticas y cuido de niños, niñas, personas adultas mayores, entre otras.

Figura 1. Costa Rica. Horas normalmente trabajadas1 , horas dedicadas a labores domésticas y al cuido de niños u otras personas, por sexo, 2022.
(Valores porcentuales).

Nota. Elaboración propia con datos de la Encuesta Continua de Empleo (INEC, 2022) y Encuesta Nacional de Hogares (INEC, 2022)

Además, ese tiempo que se dedica es una barrera para la inserción de las mujeres en los mercados laborales por los permisos que podrían requerir para atender este tipo de obligaciones, o los relacionados con el embarazo, parto, postparto (licencia de maternidad) y las licencias de lactancia.

Estos temas deben ser considerados cuando se habla de las brechas de género en los mercados laborales, las cuales son múltiples, entre ellas, la de la población fuera de la fuerza de trabajo y la del desempleo.

La brecha de género en el porcentaje de la población fuera de la fuerza de trabajo; es decir, aquellas personas que no se encuentran trabajando ni buscando un empleo, resulta de la cantidad mucho mayor de mujeres que no trabajan en la dimensión productiva. El gráfico siguiente resume las cifras para la última década.

Figura 2. Costa Rica. Población Fuera de la Fuerza de Trabajo por sexo, 2014-2023.
(Valores porcentuales)

Nota. Elaboración propia con datos de la Encuesta Continua de Empleo (INEC, 2014-2023)

Como se observa, la mitad o más, de las mujeres en Costa Rica se encuentran fuera de la fuerza de trabajo, mientras que en el caso de los hombres van desde una cuarta o una tercera parte de su población en los últimos años. En este sentido, se evidencia también cómo en los últimos años –tras la pandemia—ha venido incrementándose la cantidad de personas en esta situación como resultado de las dificultades de los sectores productivos para generar empleo en el país.

Este panorama nos conduce a la siguiente brecha por analizar, la cual corresponde a la del desempleo. En este caso, tal y como se muestra en el siguiente gráfico, es notorio que en la última década las mujeres siempre han presentado una tasa de desempleo mayor que la de los hombres.

Figura 3. Costa Rica. Tasa de desempleo por sexo, 2014-2023.
(Valores porcentuales)

Nota. Elaboración propia con datos de la Encuesta Continua de Empleo (INEC, 2014-2023)

Esta mayor tasa de desempleo de las mujeres evidencia también la vulnerabilidad de sus empleos, lo cual explica las cifras de la pandemia, y que aún no haya sido posible recuperar la totalidad de los trabajos perdidos en ese período. Este tema es de gran relevancia, pues el desempleo tiene implicaciones directas sobre la satisfacción de las necesidades de las personas, lo que se asocia con la pobreza y con la dependencia económica de las mujeres.

Podríamos hablar de otras brechas relevantes en los mercados laborales, pero las acá presentadas pueden llamar la atención sobre la necesidad del reconocimiento del cuidado para, con ello, avanzar en la transformación social necesaria que garantice una mayor inclusión de las mujeres y la valoración de los tiempos que destinamos a cuidar y sostener la vida.

En ese sentido, en marzo anterior tuvo lugar en nuestro país la audiencia pública sobre la solicitud de opinión consultiva 0C-31 convocada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), espacio para alimentar la discusión, el contenido y el alcance del derecho al cuidado, por lo cual queda la esperanza de que esta organización se pronuncie en los próximos meses para así continuar con la transformación social y económica necesaria para una mayor justicia social y de género.

*La autora es economista, con un Master Scientae en Estudios Latinoamericanos con énfasis en cultura y desarrollo. Es además profesora e investigadora, coordinadora del proyecto de investigación Trabajo y Crisis: aportes desde una economía política crítica heterodoxa para la vida, de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (UNA).

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