Nicole Bolaños Jiménez cumplió en este 2024 su primer año como estudiante de la carrera de Sociología. Estuvo entre el público presente del primer simposio bienal de museos y gestión sociocultural. Mientras las conversaciones se profundizaban, ella prestaba atención, mientras sus manos tejían una bufanda utilizando la técnica del croché.
Aquello llamó la atención del profesor Mario de Souza Chagas, de la Escuela de Museología de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro (UNIRIO), de Brasil, quien la invitó a ser parte de la mesa principal. Ella se sentó junto a los demás expositores, eso sí, sin soltar su tejido.
Y esa fue la parábola que utilizó de Souza para referirse a la importancia de los museos en la actualidad: generar y promover el tejido social, como un factor que une a las personas, que las convoca, que las agrupa.
Esta es la visión compartida de quienes tomaron la palabra en la conferencia inaugural de este primer simposio, que se llevó a cabo del 11 al 13 de noviembre en la Facultad de Ciencias Sociales y al que asistieron especialistas de Costa Rica, México, Ecuador, Brasil, Cuba, Argentina, Colombia, Chile y España, con exposiciones tanto presenciales como virtuales.
La sede del simposio fue Costa Rica y el anfitrión la Universidad Nacional (UNA). Por ello, Mario de Souza Chagas no dudó en adaptar la frase de una “universidad necesaria” para trascender hacia un “museo necesario”, abierto a todas las personas.
Ser la sede del simposio ocurre en un contexto donde en el país se contabilizan más de 200 espacios museísticos entre ecomuseos, museos, galerías, salas de exhibición, centros de interpretación, herbarios, jardines botánicos, serpentarios, mariposarios, acuarios, parques, entre otros, identificados en un diagnóstico del Programa de Museos Regionales y Comunitarios del Museo Nacional de Costa Rica.
De acuerdo con una publicación de la revista The Art Newspaper, solo en el 2022, los 100 principales museos de arte del mundo recibieron la visita de 141 millones de personas. El Museo del Louvre, en Francia, ocupó la primera posición con 7,78 millones de visitas.
Espacios para la gente
En un espacio abierto para el diálogo y la promoción de ideas, la coordinadora del Museo del Carmen Alto de Ecuador, María Gabriela Mena, indicó que es fundamental derribar el mito de que los museos son espacios que albergan solo la historia y los patrimonios, sino que también hablan del presente de las sociedades.
“Tenemos que soltar mucho la idea de que son objetos, son paredes, de que es antiguo y pensar que también son presente, son abrazos, son afectos, porque es mucho de lo que nuestra sociedad necesita hoy”, puntualizó la experta.
Su postura está vinculada al hecho de que el mundo vive en una constante crisis, algunas que se superponen a otras. Si no es una guerra, es un estallido social o es una emergencia climática, por ejemplo. “Por eso son fundamentales, porque nos permiten soñar cómo podemos transformar el mundo y sentirnos contenidos en medio de la locura que estamos viviendo”, amplió.
Al tomar la palabra, De Souza no solo acogió esta posición, sino que la amplió desde su propia perspectiva. Manifestó que debe pensarse en los museos como centros de convergencia para la juventud, “porque no se trata de cosas del pasado, sino de lo que vivimos hoy, de las luchas y de las transformaciones sociales que debemos hacer”.
Para que esto ocurra se requiere una visión distinta sobre la gestión y el quehacer cultural en estos entornos y es algo que subrayó Germán Paley, museólogo social del Instituto Mexicano de Curaduría y Restauración (IMCR), de México.
“¿Qué estamos haciendo desde los museos por y para las personas o cómo nos dejamos traspasar por el tejido social?”, se preguntó mientras miraba el tejido en croché de Nicole. “O sea, el museo que se perpetúa sobre su propio estatuto no va a transformarse. Esa es la puerta que hay que atravesar. Como bien sabemos nunca falta la nota anual en los periódicos de que los museos son cada vez menos visitados. Por eso no hay que abrir solo la puerta y esperar, hay que abrir portales”, apuntó Paley.
De inmediato, dirigió la pregunta al director del Museo de Cultura Popular, Luis Pablo Orozco, sobre cómo se gestiona este espacio, declarado patrimonio arquitectónico en 1990, bajo esta visión más integradora con la sociedad.
Orozco no titubeó en su respuesta. “Estoy convencido de que debemos conceptualizar el museo en la comunidad, en los barrios, que llegue incluso lo más cercano posible a las casas, que sea abierto a la gente, que escuche, donde podamos comprometernos no solo en el plano interno sino en el tejido social más amplio”, agregó Orozco.
Para que esa cercanía sea posible y perdure, los expertos indicaron que es importante apostar a una “diversificación de saberes”, para que las poblaciones indígenas, los migrantes, las mujeres, los niños y las niñas y el entorno natural, por citar algunos, tengan sus propios relatos.
María Gabriela Mena indicó que tomar las riendas de esta lucha es enfrentase con detractores. Desde su trabajo, enfrenta críticas y hasta censuras. Es lo que para Mario de Souza Chagas debe cambiar, con la promoción de políticas públicas que le den un giro a esta narrativa.
“Si empezamos por las instituciones diría que debe existir primero una escucha atenta que permita rediseñar los procesos museales y contribuir a ese cambio necesario que conecta con la vida misma. Queremos profundizar en esas relaciones afectivas, interpersonales, entre territorios y objetos. Queremos museos de afectos”, complementó de Souza.
La actividad fue organizada por la Vicerrectoría de Extensión y las escuelas de Historia y Sociología, la Maestría en Gestión Social de la Cultura y el Arte, el Museo de Cultura Popular y el Programa Patrimonio, Desarrollo y Sociedad.