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Guanacastecos no perciben como urgente seguridad hídrica en la región

Guanacastecos no perciben como urgente seguridad hídrica en la región

Pobladores y turistas son inconscientes del estrés hídrico que sufren los acuíferos, dicen expertos.

La Universidad Nacional (UNA) y la Universidad Técnica de Dresde, Alemania (TUD), aplicaron una encuesta sobre seguridad hídrica en  las poblaciones rurales costeras e insulares del corredor seco costarricense. El estudio se llevó a cabo mediante un sondeo telefónico a 195 pobladores rurales de cuatro microcuencas: dos insulares y dos costeras, ubicadas en el punto caliente de la escasez hídrica costarricense. El  objetivo del estudio era describir los principales aspectos relacionados con la seguridad hídrica en poblados afectados por la escasez. 

Los resultados muestran que casi la mitad de la muestra no percibe una amenaza de inseguridad hídrica. Las cifras revelan que los habitantes de zonas insulares y costeras no tienen una imagen clara del sistema de provisión de agua potable, ni de su consumo mensual y pasan por alto las estrategias para mejorar la seguridad hídrica durante los periodos de sequía. Para los pobladores de tres de las cuatro microcuencas del estudio, la gestión basada en la construcción de infraestructura gris es suficiente para cubrir la demanda de agua.

Ante estos datos, y con el objetivo de profundizar en las estrategias de protección del manto acuífero en Guanacaste, se desarrolló un panel de conversación y un videoforo en el programa de opinión UNA Mirada. En el espacio televisivo se estrenó el documental sobre el Proyecto GREAT,  del cual es parte dicha encuesta, ya que su propósito es comprender los desafíos relacionados con la seguridad hídrica de la zona costera de Santa Cruz y la región insular del Golfo de Nicoya.  

“Se necesitan más esfuerzos para educar a la población local y promover la acción para adaptarse a las amenazas a la seguridad hídrica”, manifestó Andrea Suárez Serrano, coordinadora del Centro de Recursos Hídricos para Centroamérica y el Caribe (Hidrocec) de la Sede Regional Chorotega de la UNA. Suárez, quien además es habitante de Liberia, comentó que la mayoría de los pobladores guanacastecos no cuentan con un sistema de reserva de agua ni tienen su propio tanque en caso de que se presente un faltante.

La estacionalidad marcada en la zona impacta la percepción de que la falta de agua no es un problema, pues es tanta el agua que cae en la época lluviosa que la población no considera que exista carencia, aunque las épocas secas cada vez son más largas, según indicaron los expertos.

Guanacaste es la zona del país en la que menos llueve: aproximadamente 1500 milímetros al año.  “Lo que pasa es que ya el cambio climático se va transformando, ya hay incluso reducciones de un 20%  al  50% de las precipitaciones”, cuantificó Roberto Ramírez, director de Investigación y Gestión Hídrica de Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento (Senara). Por consiguiente, el problema ahora es de balance hídrico; o sea, no llueve lo suficiente para recargar los acuíferos.

En Tamarino, por ejemplo, la visitación turística es cada vez mayor. Entre más alarga es la época seca, más turistas llegan a disfrutar del sol. Hazel Cisneros, administradora de la Asada Tamarindo, explicó que pobladores y turistas son inconscientes del estrés hídrico que sufren los acuíferos de la localidad.  “El turista que viene acá consume mucha agua,  por el calor quiere bañarse a cada rato con agua potable; además, quienes viven acá tienen jardines exóticos que requieren mucha agua y usan agua potable, porque ni siquiera tienen un sistema para reutilizar el líquido.”

La Asada Tamarindo cuenta con la época lluviosa para recargar su acuífero, pues es la única opción para garantizar el abastecimiento de la localidad durante todo el año. “La afectación por la falta de lluvia es muy fuerte hoy en día y no hay conciencia, ni en la comunidad ni en los visitantes” puntualizó Cisneros. Ella es testigo de que las lluvias han disminuido desde la sequía del 2014 – 2016. Al ser nativa de esta comunidad puede comparar año con año y comprender que enfrentan una crisis.

Indiscutiblemente el turismo es una de las actividades de mayor crecimiento en la región guanacasteca, además de la actividad agropecuaria y de construcción, las cuales también requieren del líquido vital para su subsistencia, y esto incrementa la presión sobre los mantos acuíferos.

Carolina Alfaro Chinchilla, académica de la Escuela de Química  y coordinadora de la Maestría en Gestión y Estudios Ambientales de la UNA, hizo un llamado de atención, pues es urgente planificar el uso del agua antes de pensar en la recarga de los acuíferos. “Ciertamente todas las actividades productivas van a requerir el uso del recurso, pero entonces hay que visualizar cómo se puede hacer un uso maximizado del agua, en primera instancia, y luego ver cómo lo implementamos en el ciclo del agua, para entonces, eventualmente, lo que usemos pueda reincorporarse a la naturaleza”, explicó Alfaro.

Los especialistas instaron a la audiencia a realizar el ejercicio de cuantificar cuánta agua utilizan y en qué, pues la clave para dar el primer paso es ser conscientes de la situación.  Esto conlleva a hacer un uso más eficiente y racional del recurso, por ejemplo, pensar cuál es el consumo diario del líquido en el hogar. “La responsabilidad cae en cada uno, el planeta continuará sin nosotros, y se estabilizará. Tenemos que tomar las acciones necesarias para asegurar nuestra subsistencia en la tierra”, advirtió la investigadora Suárez.

El proyecto GREAT también propone soluciones basadas en la naturaleza como opción para mitigar la crisis actual. La recarga gestionada de acuíferos es una de ellas  porque apoya el proceso natural de infiltración, y se logra a través de sistemas que permiten retener intencionalmente el agua de un período de lluvia para introducirla al subsuelo de forma controlada. Además, recupera acuíferos sobreexplotados para mantener la disponibilidad del agua durante todo el año.

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Pobladores y turistas son inconscientes del estrés hídrico que sufren los acuíferos, dicen expertos.

La Universidad Nacional (UNA) y la Universidad Técnica de Dresde, Alemania (TUD), aplicaron una encuesta sobre seguridad hídrica en  las poblaciones rurales costeras e insulares del corredor seco costarricense. El estudio se llevó a cabo mediante un sondeo telefónico a 195 pobladores rurales de cuatro microcuencas: dos insulares y dos costeras, ubicadas en el punto caliente de la escasez hídrica costarricense. El  objetivo del estudio era describir los principales aspectos relacionados con la seguridad hídrica en poblados afectados por la escasez. 

Los resultados muestran que casi la mitad de la muestra no percibe una amenaza de inseguridad hídrica. Las cifras revelan que los habitantes de zonas insulares y costeras no tienen una imagen clara del sistema de provisión de agua potable, ni de su consumo mensual y pasan por alto las estrategias para mejorar la seguridad hídrica durante los periodos de sequía. Para los pobladores de tres de las cuatro microcuencas del estudio, la gestión basada en la construcción de infraestructura gris es suficiente para cubrir la demanda de agua.

Ante estos datos, y con el objetivo de profundizar en las estrategias de protección del manto acuífero en Guanacaste, se desarrolló un panel de conversación y un videoforo en el programa de opinión UNA Mirada. En el espacio televisivo se estrenó el documental sobre el Proyecto GREAT,  del cual es parte dicha encuesta, ya que su propósito es comprender los desafíos relacionados con la seguridad hídrica de la zona costera de Santa Cruz y la región insular del Golfo de Nicoya.  

“Se necesitan más esfuerzos para educar a la población local y promover la acción para adaptarse a las amenazas a la seguridad hídrica”, manifestó Andrea Suárez Serrano, coordinadora del Centro de Recursos Hídricos para Centroamérica y el Caribe (Hidrocec) de la Sede Regional Chorotega de la UNA. Suárez, quien además es habitante de Liberia, comentó que la mayoría de los pobladores guanacastecos no cuentan con un sistema de reserva de agua ni tienen su propio tanque en caso de que se presente un faltante.

La estacionalidad marcada en la zona impacta la percepción de que la falta de agua no es un problema, pues es tanta el agua que cae en la época lluviosa que la población no considera que exista carencia, aunque las épocas secas cada vez son más largas, según indicaron los expertos.

Guanacaste es la zona del país en la que menos llueve: aproximadamente 1500 milímetros al año.  “Lo que pasa es que ya el cambio climático se va transformando, ya hay incluso reducciones de un 20%  al  50% de las precipitaciones”, cuantificó Roberto Ramírez, director de Investigación y Gestión Hídrica de Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento (Senara). Por consiguiente, el problema ahora es de balance hídrico; o sea, no llueve lo suficiente para recargar los acuíferos.

En Tamarino, por ejemplo, la visitación turística es cada vez mayor. Entre más alarga es la época seca, más turistas llegan a disfrutar del sol. Hazel Cisneros, administradora de la Asada Tamarindo, explicó que pobladores y turistas son inconscientes del estrés hídrico que sufren los acuíferos de la localidad.  “El turista que viene acá consume mucha agua,  por el calor quiere bañarse a cada rato con agua potable; además, quienes viven acá tienen jardines exóticos que requieren mucha agua y usan agua potable, porque ni siquiera tienen un sistema para reutilizar el líquido.”

La Asada Tamarindo cuenta con la época lluviosa para recargar su acuífero, pues es la única opción para garantizar el abastecimiento de la localidad durante todo el año. “La afectación por la falta de lluvia es muy fuerte hoy en día y no hay conciencia, ni en la comunidad ni en los visitantes” puntualizó Cisneros. Ella es testigo de que las lluvias han disminuido desde la sequía del 2014 – 2016. Al ser nativa de esta comunidad puede comparar año con año y comprender que enfrentan una crisis.

Indiscutiblemente el turismo es una de las actividades de mayor crecimiento en la región guanacasteca, además de la actividad agropecuaria y de construcción, las cuales también requieren del líquido vital para su subsistencia, y esto incrementa la presión sobre los mantos acuíferos.

Carolina Alfaro Chinchilla, académica de la Escuela de Química  y coordinadora de la Maestría en Gestión y Estudios Ambientales de la UNA, hizo un llamado de atención, pues es urgente planificar el uso del agua antes de pensar en la recarga de los acuíferos. “Ciertamente todas las actividades productivas van a requerir el uso del recurso, pero entonces hay que visualizar cómo se puede hacer un uso maximizado del agua, en primera instancia, y luego ver cómo lo implementamos en el ciclo del agua, para entonces, eventualmente, lo que usemos pueda reincorporarse a la naturaleza”, explicó Alfaro.

Los especialistas instaron a la audiencia a realizar el ejercicio de cuantificar cuánta agua utilizan y en qué, pues la clave para dar el primer paso es ser conscientes de la situación.  Esto conlleva a hacer un uso más eficiente y racional del recurso, por ejemplo, pensar cuál es el consumo diario del líquido en el hogar. “La responsabilidad cae en cada uno, el planeta continuará sin nosotros, y se estabilizará. Tenemos que tomar las acciones necesarias para asegurar nuestra subsistencia en la tierra”, advirtió la investigadora Suárez.

El proyecto GREAT también propone soluciones basadas en la naturaleza como opción para mitigar la crisis actual. La recarga gestionada de acuíferos es una de ellas  porque apoya el proceso natural de infiltración, y se logra a través de sistemas que permiten retener intencionalmente el agua de un período de lluvia para introducirla al subsuelo de forma controlada. Además, recupera acuíferos sobreexplotados para mantener la disponibilidad del agua durante todo el año.

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