Un adelantado para su época, un polígrafo que hizo del conocimiento su herramienta, un visionario que retó la teoría lingüística y cuyos apostolados hoy son motivo de consulta y análisis. Roberto Brenes Mesén está en el ideario de la intelectualidad de la Costa Rica de inicios del siglo XX.
Justo este año se cumplen los 150 años del natalicio de este josefino que llegó a este mundo en el contexto de una República aún en ciernes.
En la sala de exrectores de la Biblioteca Joaquín García Monge, del Campus Omar Dengo de la Universidad Nacional (UNA), se desarrolló un coloquio para analizar la vida y obra de Roberto Brenes Mesén, desde distintas perspectivas: la del lingüista, la del literato, la del filósofo y la del traductor.
Fue una iniciativa de la Maestría en Estudios de Cultura Centroamericana, de la Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje, para resaltar la figura de quien, además, fungiera el oficio periodístico y la docencia, hasta llegar a ocupar cargos en los gobiernos de Federico Tinoco y Ricardo Jiménez.
“Sabía de todo y se le metía a todo”, describía en la introducción al coloquio el académico Carlos Francisco Monge. Su experiencia, cuando salió becado para estudiar en el Instituto Pedagógico de Chile, marcaría su rumbo profesional, influenciado por el acceso a la literatura de escritores de todo el mundo, gracias al dominio que tenía de idiomas que iban desde el alemán, hasta el francés, el griego, el inglés, el latín y el sánscrito.
El lingüista Mario Portilla retrató aquellos primeros años del siglo XX en los que Brenes Mesén regresó a Costa Rica para ejercer como profesor de castellano en instituciones educativas de gran prestigio como los colegios San Luis Gonzaga, Superior de Señoritas o el Liceo de Heredia, donde incluso ocupó el cargo de director.
En aquel momento, el ejercicio de la gramática estaba encapsulado a una asociación con el trabajo del arte, explicó Portilla. Fue Brenes Mesén, con su ensayo Gramática histórica y lógica de la lengua castellana, de 1905, quien propuso el estudio científico de la lengua.
“Él decía que solo con la gramática no se aprendía a leer y a escribir bien. Sin duda fue un adelantado a su tiempo y desarrolló su tesis cuando se creía y se aceptaba, tanto en Costa Rica como en toda Latinoamérica, que la gramática era un arte”, manifestó Portilla.
Desafiando tesis
El académico Gabriel Baltodano, de la Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje, destacó al Roberto Brenes que se desempeñó en el ámbito de la literatura. Esta vez, resaltó el desafío a las tesis relacionadas con el empleo de las categorías en la composición literaria. Lo hizo en un ensayo de 28 secciones donde fue desgranando, uno a uno, sus argumentos a favor de la creación literaria.
Las categorías literarias, cuya edición realizara Joaquín García Monge en 1923, reseña que la lengua cuenta con una vitalidad que no se puede regular ni restringir. Además, alude a que las categorías están vacías, son absurdas e improcedentes en la literatura moderna.
“Con sus tesis, Brenes Mesén dio un paso más allá. Fue un precursor de la crítica moderna, un poeta que transitó desde la línea romántica y luego modernista. Su forma de hacer historia literaria era diferente y sus ideas plantearon tesis que fueron tema de discusión en América Latina”, apuntó Baltodano.
Steven Leandro hizo un análisis de la visión filosófica de Roberto Brenes. Aunque dijo no compartir algunas de sus teorías, sí invitó al público a adentrarse en el pensamiento del escritor, para quien el mundo físico es una extensión del ámbito de lo espiritual.
El coloquio lo cerró el académico Francisco Vargas con una prospección centrada en la labor de traductología que desempeñó el poeta, ensayista y novelista. “La literatura traducida interactúa con otros sistemas: la filosofía, la ideología, la política y la economía”, aseguró Vargas, quien centró su exposición en el análisis de textos traducidos como El pájaro azul (Francia, 1912), Tú y yo (Francia, 1922) y fragmentos del Reportorio Americano (1928).
Son textos que versaban sobre temas como la felicidad, el amor, la amistad, la esencia de lo que es importante y la fraternidad, que denotan la inclinación de Brenes hacia estos temas.
Esta actividad permitió retratar a Roberto Brenes Mesén desde ángulos poco conocidos o discutidos, con las premisas que con gallardía y visión defendió, y desde ámbitos tan diversos como la misma gama de conocimiento que llegó a acumular en su fructífera vida cultural, que dejó un legado que hoy es motivo de debate.