Claudio Rama Vitale, especialista uruguayo, experto en educación, derecho, e informática educativa, dejó planteados algunos de los grandes desafíos que enfrenta la educación, a propósito de la apertura del V Congreso Universitario de la UNA. Fotos Efraín Cavallini
Con un llamado a reflexionar sobre lo que la inteligencia artificial (IA) ha generado como una tecnología disruptiva en el ámbito de las tecnologías de comunicación e información y cómo ha reconfigurado el conocimiento, los mercados de trabajo, y nuestras perspectivas intelectuales, el especialista uruguayo Claudio Rama Vitale, dio la apertura del V Congreso Universitario con la conferencia Universidad, tecnoeducación e inteligencia artificial, el pasado 2 de setiembre, en el Auditorio Cora Ferro de la Universidad Nacional (UNA).
Durante su disertación, el experto en educación, derecho, e informática educativa, recordó que, desde 1200, la sociedad ha estado vinculada con ciclos tecnológicos que, cada 60 u 80 años, presentan una creación destructiva con un enorme impulso de transformación, que es preciso analizar a través del conocimiento para comprender el impacto que tienen en nuestras organizaciones sociales.
Explicó cómo las tecnologías de la información y la comunicación impactan esa relación social e identificó estas dinámicas educativas como proceso de tecnoeducación; es decir, que la educación ha estado marcada por tecnologías de la comunicación basadas en estructuras como el lenguaje, la escritura y la gramática, que se deben analizar para entender los procesos de apropiación del conocimiento.
Identificó cinco tipos de tecnoeducación relacionados con los modelos universitarios, y con el nacimiento de nuevas tecnologías: escritura (1.0), imprenta (2.0), soportes analógicos (3.09), lo digital y las redes (4.0), y la inteligencia artificial (5.0).
La revolución digital
Destacó que la década de los 70 irrumpió con una nueva revolución tecnológica (la digital), la cual marcó y reconfiguró la sociedad, los sistemas educativos y las formas en que organizamos nuestra relación con el conocimiento. Desde su perspectiva, la revolución digital vino a reconfigurar todo; el uso de herramientas como PowerPoint, Excel y Word, así como la web, marcó el inicio de dicha revolución, que se basó en la programación informática y la digitalización. Ahora estamos frente a una nueva tecnología digital o de transformación hacia la virtualización. “Hemos avanzado hasta el final de la educación sincrónica, que terminó con (la llegada) de la inteligencia artificial, la cual marca el fin de un ciclo y el inicio de otro”.
En su concepción, la IA se ubica dentro de las “máquinas herramienta”, que activan el resto, pues permite poner en movimiento acciones significativas, que con su destrucción constructiva transformará la educación. Nuestro gran desafío—previno—será interactuar con una máquina que aprende, enseña e investiga, pues fue pensada mediante una programación abierta que recibe interacciones e incorpora criterios nuestros, que somos quienes concebimos la dinámica colaborativa y la importancia de los ambientes en el aprendizaje. Pero, agregó, estamos apenas en los inicios de este ecosistema de red global.
Otro de los grandes impactos en lo educativo es trascender la debilidad que tenían los recursos de aprendizaje explícitos (libros, videos, mapas, etc.). “Para que funcione el proceso de enseñanza-aprendizaje se necesita que haya interacción: la pregunta, la duda. Lo que tiene de complejo la IA es que no solo maneja conocimiento explícito, sino que, a través de la interacción y los sensores, adquiere la capacidad de transferir conocimiento tácito, que antes solo poseíamos las personas”.
La tercera problemática que plantea la IA es la posibilidad de evaluar en una nueva relación hombre-máquina. Toda la tecnología, dijo, es una articulación entre lo que hace el hombre y la máquina y esto siempre reconfigura y define cuáles son las tareas específicas de cada uno. “El diagnóstico de los cambios por venir es que la relación entre trabajo humano y máquina cambiará; también cambiará la forma en que se usa la información para realizar diagnósticos y dar respuestas, o para realizar trabajos derivados de la información”.
Recordó que la utopía educativa, el objetivo final de la educación, es que las personas aprendan. “Obviamente nosotros somos los educadores, la interfaz, las mediaciones necesarias en ese proceso de enseñanza, pero esas mediaciones han cambiado”.
Aprendizaje autónomo
Para Rama, si vemos la educación como un largo proceso, lo que ha ido variando en el transcurrir del tiempo es el camino del autoaprendizaje. “Lo que hoy sabemos es un conjunto enorme de mediaciones que hemos ido teniendo; estamos aprendiendo con simuladores, que fijan parámetros o los tiene definidos”. En otras palabras, cada vez más accedemos a la información de forma autónoma, lo que constituye un viejo sueño de la humanidad: inventar la máquina del aprendizaje.
Esta nueva modalidad de educación virtual, que algunos denominan heutagogía, es la que permite que robots y chatbots generen los mecanismos de autoaprendizaje basados en la interacción con los recursos de aprendizaje o en la creación de ambientes de aprendizaje a través de las TICs.
El experto cuestión si somos los humanos los adecuados para enseñar, si lo sabemos todo, si sabemos cuáles son nuestras eficiencias e ineficiencias, si somos más ideológicos o menos, si transferimos más o menos información, y advirtió que esa es la gran mirada que debemos tener en las próximas décadas.
Derecho a la IA
Otra de las preocupaciones que expuso Rama es que no hemos visto otra revolución: los derechos digitales relacionados con la IA, los asuntos éticos relacionados con esta tecnología, y la capacidad de las instituciones para responder y acceder a los sistemas de innovación.
¿Cuál es la velocidad de la innovación? ¿cuáles mecanismos tenemos para responder en tiempo y forma? El experto alertó que la velocidad del cambio es muy superior a la de las respuestas. Y si a lo anterior sumamos las resistencias, las dificultades y las incapacidades intelectuales, el cambio se convierte un enorme desafío intelectual de gobernanza en sociedad dinámicas, pues generan brechas, al tiempo que el capital humano que se ha formado se deprecia dada la velocidad de renovación y de obsolescencia.
En este contexto, aparece el tema de acceso a los derechos de quinta generación (digitales), como el derecho de acceder a la conectividad, al ancho de banda, al ciberespacio, a las bibliotecas virtuales, a la información y al conocimiento en los entornos virtuales. “¿Dónde están nuestras bibliotecas virtuales ahora que estamos terminando el primer ciclo digital?” cuestionó, “¿o vamos a quedar fuera de esta fiesta que va a cambiar el mundo mucho más fuerte que otros ciclos?”.
Alertó a la academia sobre la importancia de emplear los recursos de aprendizaje que ofrece la IA, pues “no podemos dejar de mirar lo que está abajo, en los grandes territorios que se están transformado”, dado que estas transformaciones están en lo cognitivo, en el conocimiento y en las formas de organización y transferencia del conocimiento a la producción, el intercambio y el consumo cada vez más tangibles, como los bienes del conocimiento.
El reto, concluyó, está en transformar las tareas profesionales. “No es solo el impacto en la enseñanza sino también en los mercados de trabajo; nos corresponde proyectar un futuro” y que tal proyección responda a los desafíos con sustentación más fuerte y no solo con las formas tradiciones. La presentación completa de la conferencia se puede acceder en este enlace.
Autoridades de la UNA se refieren a los alcances del V Congreso Universitario