En el marco de la celebración del día internacional de las personas trabajadoras, donde se conmemora las numerosas luchas que se dieron en el pasado para que las relaciones laborales pudieran ir no solo en beneficio de la reproducción y valorización del capital de las personas contratantes, sino que también pudiera ir en consistencia con el desarrollo integral de las personas contratadas. Las diversas luchas sociales y de los trabajadores dadas en diferentes países buscaban mitigar las asimetrías en el poder de negociación a la hora de pactar relaciones laborales. Mas allá de aceptar condiciones precarias en donde los trabajadores deben aceptar cualquier condición laboral, las negociaciones y los códigos de trabajo buscan garantizar condiciones de trabajo dignas.
Para el estudiante de Licenciatura de la Escuela de Economía UNA, Felipe Vindas Benavides, es por esto y otras razones que en la mayoría de los países del mundo en la actualidad existen regulaciones y políticas públicas que buscan inducir a los agentes económicos a comportamientos que maximicen el bien común, y no los intereses particulares.
Vindas, plantea las siguientes interrogantes: ¿Cómo se están desempeñando los mercados laborales actualmente en Costa Rica? ¿La respuesta pública ha sido la apropiada para paliar las circunstancias contrarias al desarrollo sostenible que se han presentado en los últimos tiempos?
Los datos del INEC nos muestran que desde el año 2010 el país no ha podido bajar de un 8,3% de desempleo abierto. El promedio de este indicador en este mismo periodo fue de 11,4%. Es decir, en los últimos 12 años en promedio 1,14 de cada 10 personas querían trabajar, pero no encontraron quien los empleara. Estos niveles llevan mucho tiempo por encima del promedio de la OCDE (el club de los países de las buenas prácticas en materia de formulación de políticas) y denota que los altos niveles de desempleo del país no son coyunturales, sino que son graves problemas estructurales en materia de vincular la oferta laboral con su demanda.
El estudiante UNA señala que hay muchas estadísticas que se pueden analizar para caracterizar el estado de los mercados laborales, pero son también particularmente preocupantes para la realidad costarricense las enormes brechas que hay de acceso a oportunidades de trabajo digno entre personas de distinto sexo, edad, región de residencia, raza, entre otros.
“Estos son muy latentes en la actualidad, según los datos del INEC, a febrero del año 2023 la tasa de desempleo nacional fue de 11,0%, la tasa masculina se estimó en 8,9% y la femenina en 14,1%. Por su parte, el desempleo rural y urbano alcanzó en el último trimestre del año anterior los niveles de 10,3% y 12,1% respectivamente. Mientras que el desempleo juvenil de personas entre los 15 a los 24 años se ubicó en un 28% en este mismo periodo” añadió.
La dificultad relativa de los jóvenes y mujeres para encontrar un trabajo con respecto a otros grupos de la población demuestra la desigualdad relativa de estos grupos para acceder a un empleo adecuado. Los jóvenes deben adquirir las capacidades y habilidades requeridas para encadenarse a procesos de trabajo más prósperos, para lo cual es esencial contar con capacidades técnicas y de manejo de otros idiomas. En esa misma línea, la legislación también debe seguir garantizando el acceso de las mujeres al mercado laboral.
En una coyuntura como la actual es crítico recordar la centralidad del buen funcionamiento de los mercados laborales para un bienestar agregado que crezca sostenidamente en el tiempo. Una persona que trabaja 40 horas a la semana dedica aproximadamente una cuarta parte de su vida a trabajar. Es por esto por lo que la institucionalidad pública debe propiciar que lo que se haga en este tiempo no ponga en peligro otras dimensiones de su bienestar como la salud y el tiempo libre de calidad. Y, por supuesto, que todas las personas tengan las oportunidades de acceder a esta clase de trabajos sin que ninguna de sus características intrínsecas como raza, sexo y lugar de nacimiento sea un limitante.
“Lo anterior es vital para ir avanzando a una sociedad en el que no se sigan ensanchando las desigualdades en el acceso al buen vivir, y para ello es necesario un estado comprometido con el fortalecimiento de una educación que atienda las necesidades particulares que tenga cada región y tipo de persona en ese sentido”, concluyó Vindas.