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Cuando ahorrar es un acto de rebeldía

Cuando ahorrar es un acto de rebeldía

Encuesta revela que solamente el 16 % de los hogares costarricenses tienen posibilidad de ahorrar.

Cursos de inglés, botas de cuero o una licuadora; ahora casi todo se puede comprar a crédito y a tasa 0. Colores llamativos atraen la atención de los compradores que justifican, con el “me lo merezco porque trabajo mucho”, las compras impulsivas que se salen de sus presupuestos. Es así como muchos tienen más de una tarjeta de crédito y miles de colones disponibles para gastar, más no para pagar.

El Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) publicó, a inicio de 2023, el estudio de tarjetas de crédito y débito, el cual mostró que había un total de 2.664.497 de tarjetas en circulación en octubre de 2022, lo que corresponde a un aumento de 43.082, en comparación con octubre 2021.

En ese mismo período, el nivel de endeudamiento del mercado de tarjetas de crédito creció un 4%, lo que significa un aumento de ₡60.605 millones en un año. Las deudas por tarjetas de crédito alcanzaron la cifra total de ₡1.6 billones (millones de millones).

Almacenes y entidades financieras compiten por conquistar el bolsillo de los ticos e invierten en anuncios televisivos, campañas por correo electrónico y llamativos rótulos para que los consumidores se detengan a comprar en cualquier época del año; y lo logran, pues la Encuesta Financiera a Hogares (Enfiho) 2022, realizada por primera vez en Costa Rica, reveló que la mitad de los hogares (cerca de 864 mil) adquieren algún tipo de deuda. El 22,5% de ellos tienen saldos pendientes con tarjetas de créditos o préstamos personales y el 20.3% reporta deudas con almacenes comerciales.

“Ojala fuera al revés”, exclamó Gustavo Vallejo, académico de la Escuela de Administración (EDA) de la Universidad Nacional, en el programa de televisión UNA Mirada, dedicado al tema del ahorro y la inversión. Explicó que hay toda una cultura del consumo y el gasto con crédito, cuando debería promoverse todo lo contrario: la cultura del ahorro.

“Tenemos una cultura que incentiva el gasto y el estatus. Hay un concepto interesante que es el sesgo heurístico de validación, según el cual me lo merezco y lo pago después, pero lo cierto del caso es que hay decisiones que no deberían ser tomadas de manera emotiva y con ese sesgo de autovalidación”, complementó Juan Diego Sánchez Sánchez, académico de la misma unidad.

La contracultura del ahorro

En un entorno donde el comprar impulsivamente, gastar en complicidad con el placer y endeudarse es parte de la vida adulta, ahorrar es un acto de rebeldía contra el sistema. 

“El ahorro debería ser como bañarse o cepillarse los dientes todos los días, debería ser un hábito, pero lamentablemente no lo es”, sostuvo Fernando Montero Cordero, académico de la EDA y panelistas en UNA Mirada.

“La clave es preguntarse si realmente necesito el iPhone de última generación; es decir, hay que fomentar una cultura de conciencia: en qué estoy gastando mi dinero” agregó Montero.

El estudio del INEC revela que solamente el 16,4% de los hogares expresaron que tienen posibilidad de ahorrar. Un 35% considera que el ingreso no les alcanza para vivir y el restante 49%, dijo que les alcanza justo pero no para ahorrar. Encuesta revela que solamente el 16 % de los hogares costarricenses tienen posibilidad de ahorrar.

Los especialistas coinciden en que la contracultura del ahorro debe fomentarse desde los hogares, enseñando a los niños a ahorrar en el “chanchito” y luego en cuentas bancarias. Los especialistas explicaron que esta contracultura debe fomentarse desde los hogares, enseñando a los niños a ahorrar en el “chanchito” y luego en cuentas bancarias. Ver a los padres ahorrar, en lugar de sufrir ahogados en deudas, da una perspectiva muy diferente a los jóvenes y genera otro tipo de consumidores, personas que saben manejar mejor su dinero.

También explicaron que hay diferentes maneras de ahorrar o invertir y que estas cambian a lo largo de su vida, pues están ligadas con los objetivos y qué se desea lograr con el dinero. Comprar propiedades, abrir sobres ligados a cuentas bancarias, crear certificados o comprar bonos son algunas de las opciones más comunes de ahorrar e invertir en Costa Rica.

La definición de objetivos es crucial, pues en el mercado existen muchas opciones, aportó Danilo Montero, director general de la Oficina del Consumidor Financiero. “Una vez que uno define los objetivos, uno reduce la gama de posibilidades. Si ahorro para pagar la entrada a clases de mis hijos en enero, claramente es una inversión a corto plazo y entonces ya ahí cierro más las posibilidades; puede ser que me ofrezcan unos bonos de Hacienda buenísimos a 20 años, pero no me sirven porque yo ocupo la plata en enero”, explicó el especialista.

Sánchez hizo la diferencia entre ahorro e inversión. Comentó que “el ahorro es el primer paso y es la primera oportunidad que tenemos para poder obtener alguna riqueza y fomentar el hábito”, pero no genera ganancias por intereses. Por su parte, las inversiones presuponen el pago de los intereses de poner a trabajar ese dinero, de ahí que se paga un impuesto sobre dichas ganancias. “Una buena inversión te va a reconocer la inflación, lo que permite ganar o mantener el valor del dinero a lo largo del tiempo”, aportó Vallejo.

En este sentido, el académico Fernando Montero recomendó—para iniciar—invertir en un plan de pensión voluntaria, ya que esta figura permite ahorrar, ganar intereses y asegurarse un respaldo económico en el futuro.

Los especialistas consideran que invertir y ahorrar mejora la condición de vida personal y familiar. Llamaron la atención para que los consumidores indaguen sobre los seguros que ofrecen las entidades bancarias sobre estos dineros y recomendaron tener al día los beneficiarios.

Cuando ahorrar es un acto de rebeldía
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Encuesta revela que solamente el 16 % de los hogares costarricenses tienen posibilidad de ahorrar.

Cursos de inglés, botas de cuero o una licuadora; ahora casi todo se puede comprar a crédito y a tasa 0. Colores llamativos atraen la atención de los compradores que justifican, con el “me lo merezco porque trabajo mucho”, las compras impulsivas que se salen de sus presupuestos. Es así como muchos tienen más de una tarjeta de crédito y miles de colones disponibles para gastar, más no para pagar.

El Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) publicó, a inicio de 2023, el estudio de tarjetas de crédito y débito, el cual mostró que había un total de 2.664.497 de tarjetas en circulación en octubre de 2022, lo que corresponde a un aumento de 43.082, en comparación con octubre 2021.

En ese mismo período, el nivel de endeudamiento del mercado de tarjetas de crédito creció un 4%, lo que significa un aumento de ₡60.605 millones en un año. Las deudas por tarjetas de crédito alcanzaron la cifra total de ₡1.6 billones (millones de millones).

Almacenes y entidades financieras compiten por conquistar el bolsillo de los ticos e invierten en anuncios televisivos, campañas por correo electrónico y llamativos rótulos para que los consumidores se detengan a comprar en cualquier época del año; y lo logran, pues la Encuesta Financiera a Hogares (Enfiho) 2022, realizada por primera vez en Costa Rica, reveló que la mitad de los hogares (cerca de 864 mil) adquieren algún tipo de deuda. El 22,5% de ellos tienen saldos pendientes con tarjetas de créditos o préstamos personales y el 20.3% reporta deudas con almacenes comerciales.

“Ojala fuera al revés”, exclamó Gustavo Vallejo, académico de la Escuela de Administración (EDA) de la Universidad Nacional, en el programa de televisión UNA Mirada, dedicado al tema del ahorro y la inversión. Explicó que hay toda una cultura del consumo y el gasto con crédito, cuando debería promoverse todo lo contrario: la cultura del ahorro.

“Tenemos una cultura que incentiva el gasto y el estatus. Hay un concepto interesante que es el sesgo heurístico de validación, según el cual me lo merezco y lo pago después, pero lo cierto del caso es que hay decisiones que no deberían ser tomadas de manera emotiva y con ese sesgo de autovalidación”, complementó Juan Diego Sánchez Sánchez, académico de la misma unidad.

La contracultura del ahorro

En un entorno donde el comprar impulsivamente, gastar en complicidad con el placer y endeudarse es parte de la vida adulta, ahorrar es un acto de rebeldía contra el sistema. 

“El ahorro debería ser como bañarse o cepillarse los dientes todos los días, debería ser un hábito, pero lamentablemente no lo es”, sostuvo Fernando Montero Cordero, académico de la EDA y panelistas en UNA Mirada.

“La clave es preguntarse si realmente necesito el iPhone de última generación; es decir, hay que fomentar una cultura de conciencia: en qué estoy gastando mi dinero” agregó Montero.

El estudio del INEC revela que solamente el 16,4% de los hogares expresaron que tienen posibilidad de ahorrar. Un 35% considera que el ingreso no les alcanza para vivir y el restante 49%, dijo que les alcanza justo pero no para ahorrar. Encuesta revela que solamente el 16 % de los hogares costarricenses tienen posibilidad de ahorrar.

Los especialistas coinciden en que la contracultura del ahorro debe fomentarse desde los hogares, enseñando a los niños a ahorrar en el “chanchito” y luego en cuentas bancarias. Los especialistas explicaron que esta contracultura debe fomentarse desde los hogares, enseñando a los niños a ahorrar en el “chanchito” y luego en cuentas bancarias. Ver a los padres ahorrar, en lugar de sufrir ahogados en deudas, da una perspectiva muy diferente a los jóvenes y genera otro tipo de consumidores, personas que saben manejar mejor su dinero.

También explicaron que hay diferentes maneras de ahorrar o invertir y que estas cambian a lo largo de su vida, pues están ligadas con los objetivos y qué se desea lograr con el dinero. Comprar propiedades, abrir sobres ligados a cuentas bancarias, crear certificados o comprar bonos son algunas de las opciones más comunes de ahorrar e invertir en Costa Rica.

La definición de objetivos es crucial, pues en el mercado existen muchas opciones, aportó Danilo Montero, director general de la Oficina del Consumidor Financiero. “Una vez que uno define los objetivos, uno reduce la gama de posibilidades. Si ahorro para pagar la entrada a clases de mis hijos en enero, claramente es una inversión a corto plazo y entonces ya ahí cierro más las posibilidades; puede ser que me ofrezcan unos bonos de Hacienda buenísimos a 20 años, pero no me sirven porque yo ocupo la plata en enero”, explicó el especialista.

Sánchez hizo la diferencia entre ahorro e inversión. Comentó que “el ahorro es el primer paso y es la primera oportunidad que tenemos para poder obtener alguna riqueza y fomentar el hábito”, pero no genera ganancias por intereses. Por su parte, las inversiones presuponen el pago de los intereses de poner a trabajar ese dinero, de ahí que se paga un impuesto sobre dichas ganancias. “Una buena inversión te va a reconocer la inflación, lo que permite ganar o mantener el valor del dinero a lo largo del tiempo”, aportó Vallejo.

En este sentido, el académico Fernando Montero recomendó—para iniciar—invertir en un plan de pensión voluntaria, ya que esta figura permite ahorrar, ganar intereses y asegurarse un respaldo económico en el futuro.

Los especialistas consideran que invertir y ahorrar mejora la condición de vida personal y familiar. Llamaron la atención para que los consumidores indaguen sobre los seguros que ofrecen las entidades bancarias sobre estos dineros y recomendaron tener al día los beneficiarios.

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